viernes, 11 de junio de 2021

¿Se ha vuelto loco el profesor Yván Pozuelo?


                         INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                   

 

¿Qué hay detrás del titular periodístico de un profesor que pone 10 a todos sus alumnos? ¿Ha perdido la cabeza este hombre? ¿La amenaza de inhabilitarle por 30 años es la sanción que se merece? ¿Hay que echarlo del sistema cuanto antes? Sabemos que hay bastantes piraos y pirás en los centros educativos pero, ¿este docente es uno de ellos? Pues verán, si vamos más allá del titular de la noticia, y si escuchamos sus argumentos, sinceramente creemos que está bastante más cuerdo que la mayoría y, desde luego, su posición es más coherente y está mejor informado que los que legislan tan compulsivamente en materia educativa en nuestro país y en Andalucía; y, además, nos atreveríamos a decir que, incluso, está por encima de la media de ese profesorado que, mayoritariamente, se limita a obedecer con resignación las ocurrencias y disparates que año tras año, ley tras ley, nos lanzan nuestros políticos lumbreras, acaso para sobrevivir tan solo en un medio hostil que es como están poniendo a los centros escolares en los últimos tiempos.

Analicemos algunas de sus "locuras". En este blog siempre hemos tenido una duda ética. ¿La Educación OBLIGATORIA (Primaria y ESO) debe asumir la función social de discriminar, seleccionar y distribuir al alumnado ante sus posibilidades futuras? ¿Una población ya "cautiva" debe asumir que se utilice la calificación de su "supuesto rendimiento" -con respecto a criterios que han elegido otros- para limitar o posibilitar su futuro? ¿Es una "locura" sostener que la ESO debería regirse por los mismos principios éticos que la Educación Primaria? Nosotros creemos que NO. El tramo de educación obligatoria hasta los 16 años, al ser una educación comprensiva y universal, debe orientarse al óptimo desarrollo personal y educativo de su alumnado, y no debe erigirse en un sistema de selección social que facilite o cercene sus posibilidades futuras. Éticamente no se sostiene y eso sin entrar en la cuestión del infame establecimiento de criterios e indicadores de "evaluación" -supuestamente objetivos- que no se compadecen ni de lejos con el discurso de las nuevas competencias básicas europeas. 

Vayamos con otra "locura" de este profesor. ¿Creen, de verdad, que se puede "evaluar por competencias básicas", flexibles y transversales de acuerdo a su definición, para después obligar al profesorado a reducirlo todo a la emisión de un número entre 0 y 10? Creemos que NO, es honestamente imposible. Si algún lumbrera de la administración educativa hubiese entendido qué son las competencias básicas, a continuación se habría visto obligado a cambiar radicalmente la evaluación -entendida no como medición sino como comprensión del proceso de aprendizaje- y, a renglón seguido, eliminar las calificaciones numéricas por área/materia en la Educación Obligatoria. Porque competencia y medición numérica son conceptos incompatibles. Sin embargo, algunos listos -que dan cursillos y escriben panfletos- han tratado de hacer la cuadratura del círculo proponiendo intrincados algoritmos que facilitan dicha tarea al incauto profesorado. Digámoslo claro, es un GRAN ENGAÑO. A quienes deberían inhabilitar durante 30 años es a estos memos y a los que están detrás legislando imposibles, y no a este profesor de Asturias.

 

 

Y, finalmente, para no alargarnos mucho, analicemos otra de sus "locuras". Las notas que ponemos los docentes, dice este profesor, no califican, "descalifican". Y no anda muy descaminado ¿Debe ser el profesorado con sus calificaciones, debemos ser los docentes los que nos prestemos a ser instrumentos de un sistema educativo deficiente para distribuir a los jóvenes en la escala social de acuerdo a unos muy discutibles baremos y criterios académicos? Muchas teorías e investigaciones socio-educativas (Bordieu, Passeron), desde el siglo pasado, han desvelado la función de la escuela como instrumento al servicio de poderes públicos y económicos para dar carta de naturaleza, legitimar -con apariencia de "evaluación objetiva"- las diferencias por capacidades y procedencia social de los niños y niñas. Y si, encima, estos jóvenes se ven obligados a asistir a las instituciones escolares hasta los 16 años, esta función se convierte en intolerable desde un punto de vista ético, social y educativo, porque ni siquiera pueden escapar de ser estúpidamente etiquetados por un sistema educativo deficiente e injusto.

Entendemos que poner 10 a todo el alumnado, como hace este profesor, es una llamada de atención, es una forma de desvelar pacíficamente las mentiras y engaños del actual sistema de evaluación, porque lo que realmente habría que hacer es negarse a calificar, que no a evaluar. Porque evaluar por competencias básicas -que no es otra cosa que tener como referencia estos saberes básicos y no los contenidos de un currículo rancio del s.XIX-, es negarse a calificar, claro que sí, pero justo para realizar una evaluación coherente con las competencias, esto es, entendida como compresión de los procesos individuales de aprendizaje de nuestros jóvenes con el fin de ayudarlos a mejorar y aprender por sí mismos. Es negarse a calificar, además, porque se trabaja por proyectos de aprendizaje colaborativo y porque se realiza una enseñanza inclusiva, una enseñanza que acoge a todo el alumnado más allá de sus capacidades y procedencia social y no los etiqueta ni los compara con ningún criterio estándar descontextualizado.

¡Cómo van a expedientar a este profesor! ¡Cómo van a inhabilitarlo por 30 años, si es de los pocos -en un sistema degradado y arruinado- que sabe lo que hace y por qué lo hace, y porque su propuesta pedagógica es coherente con las propuestas internacionales -Evaluación de Competencias Básicas Europeas, Informe Delors, directivas de la Unión Europea...- que, supuestamente, debería haber desarrollado nuestro país hace décadas! A quienes habría que inhabilitar por 30 años -¡hasta el 2050!- es a todos los equipos políticos del Ministerio de Educación español y de la Consejería de Educación andaluza desde el año 1990.

Al profesor Yván Pozuelo lo que habría que proponerle es que desarrollase su proyecto no solo en su aula, sino en un centro completo o una red de centros que alumbrara una nueva forma de educar a nuestros jóvenes en el s. XXI. ¡Lo que habría que hacer es proponerle para un premio nacional o internacional! Desde nuestras páginas lo apoyamos sin reservas. ¡30 años de inhabilitación, serán imbéciles! ¡Ánimo Asturias! ¡Ánimo Yván!


             

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