martes, 16 de agosto de 2011

La Escuela capitalista: la educación como sufrimiento rentable.

INCOMPETENCIA DE INTERACCIÓN CON LA REALIDAD

POSTULADO DE PERKIN: Cuanto más grandes son, más daño hacen.
(NOTA de IICC: estas citas veraniegas están tomadas de la obra titulada "La Ley de Murphy" de A. Bloch. Ed. Temas de Hoy)

Frente a esta escuela capitalista, empresarial, neurótica heredera del calvinismo educativo que quieren imponernos, frente a esta trasnochada escuela de "emprendedores", de futuros y estresados  autónomos y empresarios, trabajando veinticuatro horas diarias y siempre preocupados por su pequeño o gran negocio, defendamos una escuela que eduque en el ejercicio del derecho al ocio, pero no entendido éste como sinónimo de pereza o desidia, sino como camino hacia la realización y la libertad personal. El gran contrasentido que es necesario desarmar cuanto antes, la gran mentira global a la que nos enfrentamos todos, es que mientras que el capitalismo, fundamentado en la negación del ocio, exige que todos trabajemos más horas al día y más años a lo largo de nuestra vida y por menos dinero, la realidad es que nunca ha habido tantas posibilidades de liberación del trabajo como en la sociedad tecnológica actual.

Detrás de todo ello se encuentra una visión religiosa de la Vida -que arrastramos como una losa desde hace varios siglos- concebida como sufrimiento y no como liberación, de la Educación como fuerza que tuerce la vivencia gozosa de la vida, del Conocimiento como férrea disciplina a la que hay que someterse para matar la curiosidad. Todo ello ha venido muy bien hasta ahora para mantener los privilegios de determinadas clases, manipular y controlar conciencias díscolas y distribuir a los obedientes trabajadores en el sistema productivo mercantilista. Nunca tuvieron éxito las críticas y revolucionarias propuestas de Paul Lafargue -yerno de K.Marx no de Groucho- en el hoy fresquísimo texto de "El Derecho a la Pereza" (1880) que merece la pena releer en estos tiempos tan oscuros y que comienza con un párrafo impagable:

Una extraña locura se ha apoderado de las clases obreras de los países en que reina la civilización capitalista. Esa locura es responsable de las miserias individuales y sociales que, desde hace dos siglos, torturan a la triste humanidad. Esa locura es el amor al trabajo, la pasión moribunda del trabajo, que llega hasta el agotamiento de las fuerzas vitales del individuo y de su prole. En vez de reaccionar contra tal aberración mental, los curas, los economistas y los moralistas, han sacro-santificado el trabajo.

¿Una escuela que forme trabajadores y empresarios? NOOOOOO, una Escuela que forme personas libres y felices y que sean capaces de cambiar el mojón de mundo en el que estamos. No lo van a tener fácil desde luego, y mucho menos como no nos pongamos ya manos a la obra.

Como refresco veraniego les dejamos con una novedosa visión feminista del éxito, dormir más, como lo oyen, en una breve intervención de Arianna Huffington. Por ahí empieza la utilización creativa del ocio, por el descanso adecuado. Quizás sea ese el problema de nuestros políticos, que no duermen bien.(Pulsen en Share si no ven los subítulos en español)





1 comentario:

  1. Olé, no puedo estar más de acuerdo¡ El negocio es la negación del ocio( no recuerdo quién me lo dijo o dónde lo lei). Empleas tu tiempo en una actividad materialmente productiva o lo estás perdiendo. Estamos sometido a la tirania de la actividad materialista. No puedo dejar de mirar para lo que ahora es mi prioridad, los más pequeños. A mi entender, estamos utilizamos precozmente el termino trabajo para referirnos a las actividades en las que ocupan su tiempo cuando no estan chupando tele. El JUEGO es el principal motor de su desarrollo. Parece que estamos perdiendo nuestra capacidad para jugar, entiéndase el juego como actividad libremente elegida, no directiva y que te lleva a ese estado de flujo que tanto persiguen las terapias para adultos. Dejamos a la infancia sin juego y los adultos pagamos por jugar para liberarnos del estres. Algo no encaja ¿no creéis?

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