miércoles, 16 de febrero de 2022

El colmo de la estupidez es...

 

                INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                

Pues sí, "el colmo de la estupidez es... aprender lo que luego hay que olvidar". Una sentencia que, parece mentira, cuenta ya con más de 500 años de existencia. Fue expuesta por el gran Erasmo de Rotterdam, filósofo neerlandés, conocido por sus obras el "Elogio de la locura" (1511) y los "Coloquios" (1500). Pero, nada, ni 500 años despúes, ni 500 años de avances en las ciencias de la educación, han podido convencer a nuestros políticos, al profesorado y a la mayor parte de la ciudadanía de que la estupidez aún reside en la mayor parte de los centros educativos, -incluida la universidad, por cierto.

Porque, lo primero que un estudiante "aprende" en la escuela es que "aprobar" es lo importante, no "aprender"; lo primordial es repetir o reproducir lo que dice o hace el profesor, no lo que piensa, sabe, hace o cree él. Y aquellos que aún siguen pensando que aprobar=aprender basta con que realicen una prueba sencilla que les proponemos a continuación. Y no se trata de que pasen una complicada evaluación por competencias ni mucho menos. Es algo más simple, más de andar por casa, y sin salir del modelo "memorístico" que tanto le gusta al personal. Nosotros la hicimos hace muchos años con resultados demoledores. Tanto, que el profesorado implicado se quedó sin palabras, se encogió de hombros y prefirió ignorar los resultados. Se le propuso a un departamento de Geografía e Historia de un instituto que aplicara los mismos exámenes finales de sus materias pero un año después, y sólo al alumnado que había aprobado dichas materias con antelación y había promocionado de curso. Se trataba, pues, de alumnado "bueno", con buena memoria, pero al que se le pasaban las mismas pruebas del curso anterior un año después. Los resultados esperados eran tan obvios para este profesorado que se prestaron al "experimento" sin poner objeciones. Pues bien, una vez corregidos los "exámenes", la pérdida de "contenidos" -supuestamente aprendidos- era del 75 % tan solo transcurrido un año, dicho de otra forma, tres cuartas partes de dicho alumnado suspendió las materias aprobadas con antelación. Ante esto, en cuanto al aprendizaje realizado, ¿qué diferenciaba a un alumno que aprobaba y pasaba de curso de un alumno que suspendía y repetía? Pues sólo el desfase temporal de ejecución del examen. Al cabo de un año, los dos habían "aprendido" lo mismo, o sea, casi nada. Bueno, con una diferencia subyacente muy importante para cada uno: uno era considerado un alumno de éxito y el otro un fracaso, lo que afectaba de desigual manera a su autoimagen y autoestima, así como a las expectativas de consecución de logro.

Ni les contamos lo que ocurriría en la mayor parte de las asignaturas cursadas en los grados universitarios si hiciéramos lo mismo. Que tire la primera piedra el estudiante universitario que, al cabo de un año, no haya olvidado más del 75% de las tonterías que tuvo que memorizar para aprobar asignaturas de su carrera o de su máster. Evidentemente, ningún docente más se atrevió a replicar dicho experimento porque los resultados obtenidos no dejaban lugar a dudas: ponían en entredicho los "supuestos aprendizajes" realizados, cuestionaban seriamente la labor del profesorado y, sobre todo, refutaban el sentido y propósito del sistema educativo en su conjunto, que no es el de educar sino el de "amaestrar" o entretener. Lo que mucho autores, por cierto, consideran que forma parte del "currículo oculto".

Vamos a ver, digámoslo claro, APROBAR NO ES APRENDER, y todo, absolutamente todo en los centros educativos, desde los primeros niveles hasta la enseñanza universitaria, desde los tiempos y espacios, desde la organización del currículo, desde los contenidos hasta la evaluación=calificación, está dirigido a considerar que el fin esencial es "aprobar" -memorísticamente o como sea-, no aprender. Como decía una, la escuela nos enseña, realmente, lo siguiente: "aprueba como puedas y aprende lo que quieras".

Pero, ya saben, aquí seguimos con la matraca del "machaca", con el mamotreto de un currículo enciclopédico, como si desde Erasmo de Rotterdam no hubiera llovido lo suficiente (Piaget, Freinet, Montessori, Decroly, Dewey, Vygotsky, Bruner y tantos otros). En fin, aquí les dejamos con una charla TED, corta pero interesante, sobre la misma cuestión, a cargo de Lucas Gortázar. ¿Nos enteraremos alguna vez?


                  

 

Y como ya es costumbre en este mes carnavalero, ahí va otra chirigota de calle para poner una sonrisa a tanta melancolía educativa. En este caso, OJUX, chirigota de casapuerta, con unos cuplés memorables y un popurrí genial con el "programa" del partido OJUX. Eso. Ojú.

 

                        

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