martes, 28 de junio de 2022

La docencia: un arte funambulista

Un artista del trapecio (...) había organizado su vida del tal manera (...) que, mientras trabajaba en la misma empresa, permanecía día y noche en el trapecio. Todo lo que el artista necesitaba lo subían y bajaban en cestillos concebidos a tal efecto.

Franz Kafka

 

                INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA              

Insistimos mucho en este blog sobre la importancia de la formación inicial del profesorado en nuestro país. Y a fuer de pesados, no nos resistimos a seguir resaltando que es uno de los problemas más graves que arrastra nuestro sistema educativo desde la transición democrática de finales de los años 70 del siglo pasado, y ninguna de las ocho leyes orgánicas que han tratado de "mejorarlo" lo ha abordado con seriedad. De hecho, no han contribuido en nada consistente, sólo propuestas cosméticas y poco más (El nuevo máster de secundaria no llega ni a eso). Y así nos encontramos aún hoy empantanados en un sistema educativo fracasado -porque ninguno puede ser mejor que su profesorado- y bien lejos de las ilusiones que nos hacíamos algunos de romper definitivamente con la educación autoritaria, meapila y mediocre que heredamos del franquismo. Qué lejos estamos de aquellos intentos de transformación moderna que supusieron los primeros años de la II República española, que entre todos la mataron y ella solita se murió.

Pero, en fin, dejémonos de nostalgias, la cuestión es: ¿qué profesorado se necesita hoy en pleno s. XXI? Pues uno que aún no existe. Veamos. 

Lo que necesitamos son verdaderos "artistas" de la docencia, como hemos señalado en entradas anteriores. Y eso no se logra de un día para otro. Se hace necesario, pues, una labor sostenida y firme durante varios años o décadas para alumbrarlo. ¿En qué dirección? Pues aquí van algunos apuntes, aunque sean a contracorriente:

a) Se necesitan docentes "vocacionales". Sí, ya sabemos que se trata de una palabra proscrita por el nuevo (?) vocabulario psicoeficientista. Pero la docencia es una profesión muy exigente, como todas aquellas que trabajan con personas para ayudarlas, sanarlas o educarlas; por tanto, necesita de profesionales motivados que asuman su difícil papel social y personal, no de aquellos que, por no encontrar trabajo, se ven impulsados a descubrir en la docencia una "vocación tardía" o un refugio para sobrevivir. Las entrevistas iniciales, practicadas por algunos países, para aceptar el ingreso de los futuros docentes en las facultades pedagógicas, más allá de sus notas o de sus expedientes académicos, además de un seguimiento efectivo -y no burocrático- de sus prácticas de aula, podrían ser elementos para una selección adecuada. Porque, ¿cuántos docentes conocemos que no les gusta su trabajo?

b) Se necesitan docentes con una personalidad equilibrada y positiva. La docencia trabaja con conocimientos pero, también, con emociones y sentimientos. Además está sujeta a resolver a diario problemas de actitudes y comportamientos de niños y jóvenes que pondrán a prueba su firmeza y equilibrio mental. Sólo desde una lograda madurez personal y profesional pueden encararse estos retos con garantía de que la docencia no se convierta en una fuente inagotable de amargura y soledad. Porque, ¿cuántos docentes conocemos que presentan problemas de salud mental y de relación social que les impiden ejercer bien su profesión?

c) Se necesitan docentes ilusionados y curiosos. Nadie puede transmitir ilusión a otra persona que aprende si no lo está por su profesión de enseñante. Y si el propio docente no valora lo que hace, es imposible que transmita nada valioso. La enseñanza es un arte que se realiza con el concurso de personas que se comunican para aprender juntos: la indagación, la curiosidad, la formulación de preguntas, la autoconfianza, serán elementos claves para poder ejercerla. Y, ¿cuántos docentes conocemos aburridos de sí mismos y de lo que hacen cada día en sus clases?

d) Se necesitan docentes bien formados, desde la educación infantil hasta la secundaria o la formación profesional. Se ha unificado la duración de los grados universitarios para la formación del profesorado de todas las etapas pero esta formación queda bien lejos de ser la adecuada. Los programas de estudios están obsoletos y, además, muchas de las materias son impartidas por profesorado sin experiencia contrastada en las etapas educativas para las que forman. Se junta el hambre con las ganas de comer. El resultado: una formación mala, mediocre y libresca; incompetentes forman a incompetentes. Por el contrario, hoy día la formación inicial debe ser exigente y actualizada -psicología, didáctica, sociología, derecho, filosofía, ciencias, lingüística, etc...- y conectada desde el inicio con prácticas habituales y tutorizadas en el aula.

No podemos ser exhaustivos, pero está claro que si deseamos una educación de calidad necesitamos un profesorado de calidad: bien formado, dignificado y bien pagado. Enseñar es un arte funambulista, el docente está permanentemente guardando equilibrios complejos con riesgo de caer en cualquier momento. Y para no morir en el intento necesita una "red" que lo proteja. Y la mejor red no será otra que una exigente formación inicial que preserve su salud y su autonomía profesional. Todo lo demás son parches, ocurrencias y propaganda. Y con eso ya sabemos que no vamos a ningún sitio. Bueno, sí, al sitio donde se encuentra el profesor del siguiente vídeo de José Mota.


                       

sábado, 25 de junio de 2022

La enseñanza como arte: un debate olvidado

 

                 INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA               

El debate sobre si la enseñanza es una tecnología o un arte aún está lejos de cerrarse, a pesar de que en las últimas décadas el obsoleto paradigma mecanicista la haya reducido en nuestro país a la aplicación de listas de contenidos, tablas de objetivos y criterios, baremos y protocolos cada vez más tediosos e inútiles. No hay más que ver la deriva curricular que han seguido nuestras leyes educativas, desde la Ley General de Educación de 1970 hasta la LOMLOE de 2020 -cincuenta años nada menos- en la que se ha encajonado al profesorado en el sumiso papel de mero cumplidor de un sinfín de prescripciones, consignas y tareas burocráticas que -se supone- conducen a la "cima de la excelencia educativa". Nada más lejos de la realidad.

Porque la realidad, la realidad humana, no se comporta como una máquina por más que algunos "ingenieros sociales" lo pretendan. Y la enseñanza aún menos, por más leyes que promulguen. Constituye este modelo mecanicista y tecnocrático de la educación un craso error de planteamiento en pleno s. XXI. A pesar del fracaso constatado que cosecharon los modelos mecanicistas-conductuales aplicados durante los años 50 y 60 del pasado siglo en EEUU (Watson, Skinner, las máquinas de enseñar...), una versión española se adoptó en nuestro país con la reforma de 1970 (la EGB) obteniendo el previsible fracaso: lo que se denominó la pedagogía por objetivos: una obsesión por la eficiencia (J. Gimeno Sacristán, 1982).

Y aunque algunos quieran seguir "obsesionados con la eficiencia", la educación se comprende mucho mejor cuando adoptamos la perspectiva organicista, esto es, entender que la educación, el sistema educativo, se compadece más con un órgano vivo que con una máquina, porque es una actividad hecha por humanos, dirigida a humanos. De ahí que este paradigma organicista y humanista permita comprender mejor la enseñanza que desarrollan los docentes con sus alumnos y alumnas y, en consecuencia, cómo y cuándo intervenir. A pesar de ello, los modelos educativos y metodológicos, las prácticas de aula, que pueden hacer realidad esta forma de enfrentar la enseñanza siguen siendo hoy minoría en nuestros centros y, prácticamente, siguen ausentes de la política educativa, si bien los preámbulos legislativos los suelen ensalzar hipócritamente para, a continuación, traicionarlos en su ejecución.

La educación es una actividad humana basada en la comunicación, por tanto, no reductible a apriorismos técnocráticos ni objetivos de logro determinados con antelación por "personas ajenas a la obra", a las que debería prohibirse el paso. Y como toda actividad humana, la enseñanza, la buena enseñanza, está sujeta a dosis altas de improvisación, de ensayo-error, de enfoque progresivo en el curso de la acción, de intuición y manejo de emociones y sentimientos, no sólo de conocimientos o información a transmitir. Por tanto, querer eliminar el componente artístico de la enseñanza es comportarse como una acémila cegata. Supone negar lo que de único y singular tiene el acto de enseñar de cualquier docente, esto es, un acto que cuando es bueno constituye una labor creativa, componente esencial de todo arte que se precie. Enseñar es, pues, un arte tanto como puede ser una ciencia, ambas perspectivas son complementarias y necesarias para desarrollar un aprendizaje integral, un aprendizaje humano. Y, por experiencia, bien como docentes, bien como alumnos, sabemos lo que NO es enseñar: manejar una "máquina" para "manufacturar" un producto previamente estandarizado. Eso será adoctrinar, uniformar, manipular o seleccionar pero, desde luego, no es educar.

Qué duda cabe que, desde este planteamiento de partida, la figura del docente adquiere una crucial relevancia, al entender que su labor es la propia de un artista, esto es, la de un creador de realidades nuevas, diversas y complejas en el ámbito educativo, la de un formador y guía de personas en crecimiento, todo un reto. La enseñanza no es un monólogo, no es "ordeno y mando", sino un diálogo permanente abierto al futuro. De ahí que, desde aquí, insistamos tanto en la necesidad de configurar una nueva formación inicial de los docentes que tenga en cuenta no sólo los conocimientos necesarios sino también sus aptitudes, su vocación, sus actitudes ante la educación de los más jóvenes. Porque no todo el mundo vale para enseñar. Y no necesariamente valen sólo los más "listos" -selectividad-, ni los más memoriosos -oposiciones-, ni los más sensibles o los más duros. Valen sólo aquellos capaces de asumir su papel de "artistas" de la enseñanza, docentes vocacionales y no meros administrativos u operadores de máquinas. Se necesitan docentes capaces de manejar la complejidad de grupos humanos de distintas edades y en diferentes contextos, de ilusionar, de afrontar imprevistos y problemas, de saber comunicar, de animar a conocer, a indagar, capaces de guiar y orientar los aprendizajes, de conectar las aulas con la realidad, en fin, capaces de hacer realidad una educación del S. XXI tal y como estableció la UNESCO en su conocido informe titulado "La Educación encierra un tesoro". Algo bien lejos del cutrerío monocorde y aburrido en el que estamos instalados desde hace décadas en nuestro país. 

Y nadie mejor que el gran Ken Robinson para ilustrarnos en una de sus últimas intervenciones en España, titulada "Enseñar es un Arte". Merece la pena ver el vídeo hasta el final a pesar de su extensión ya que contesta a preguntas de los asistentes que son las que cualquiera desearía haber podido formularle: papel del docente, de los padres o madres, creatividad, innovación educativa, discapacidad, emoción, política curricular... Que lo disfruten.

 

                        

miércoles, 22 de junio de 2022

El arte en la educación: la alternativa Blue School

 

                INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA               

Una educación como indagación de múltiples preguntas en la que las respuestas no están prefabricadas sino que son buscadas por docentes y alumnos, tanto individualmente como en grupo, y en la que se busca un equilibrio entre las enseñanzas más académicas, la inteligencia emocional y las más artísticas son las características esenciales de la denominada Blue School neoyorkina cofundada por el artista y educador Matt Goldman

Una educación donde el arte ocupa un lugar preponderante ofreciendo una alternativa viable a la escuela rancia y tradicional que padecemos desde hace décadas. Cuando nos parapetamos en una macedonia de excusas para no cambiar la realidad educativa que tenemos delante, y cuando los políticos educativos son incapaces de ofrecer soluciones a los fracasos reiterados actuales, lo que se ignora es que existen en la actualidad alternativas viables que construyen una educación diferente. Una educación que persigue una educación personalizada e integral, esto es, adaptada a cada alumno a la vez que respetuosa con los diferentes ámbitos que componen su personalidad -afectivos, cognitivos, físicos...-. Justo lo que se expone en cada preámbulo de nuestras leyes educativas pero que, a continuación, desaparece en su articulado.

Esto es lo que ha hecho realidad la Blue School, de ahí que les invitemos a visionar el siguiente vídeo donde Matt Goldman explica con detalle cómo funciona, por qué y qué resultados están obteniendo. Lo que queremos demostrar con ello es que no faltan ideas para cambiar la escuela rancia que tenemos, lo que falta es la voluntad de hacerlo, una actitud valiente para enfrentar los retos del s. XXI y dar una respuesta adecuada a estos tiempos. Ya está bien de continuar con una institución anclada en el s. XIX que va camino de erradicar la educación artística, la educación física, la educación emocional y la educación del pensamiento en la enseñanza formal. Un disparate.


                           

 

¡Nos han engañado!, ¡nos están engañando! ¿Que no? Vean el siguiente vídeo de Jaime Buhigas y opinen. La escuela actual es "negra". ¡Algo hay que hacer! Y se empieza acabando con ella.


                      

viernes, 17 de junio de 2022

El nefasto negocio de los libros de texto

 

                 INCOMPETENCIA DE COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA               

Nada ha sido más dañino para la profesionalidad de los docentes y para la innovación educativa como el negocio de los libros de textos escolares en nuestro país. Afirmamos rotundamente que un buen docente, ya sea maestro/a, profesor/a de secundaria o de universidad, no necesita un libro de texto para desarrollar su labor. Lo que necesita -y hoy resulta más fácil que hace unas décadas- es apoyarse en múltiples recursos y materiales documentales e instrumentales -escritos, técnicos, visuales, plásticos...- que den sentido y articulen su práctica educativa. 

Desde su eclosión con la Ley General de Educación (1970) -abandonadas las "enciclopedias" de la posguerra-, el negocio de los libros de texto y de las pesadas mochilas escolares no ha hecho más que crecer y convertirse en un monstruo que mueve millones de euros cada curso escolar. Y, encima ahora, con la "gratuidad" sostenida por los presupuestos autonómicos, se ha convertido en un negocio aún más redondo. Tanto, que a partir de los años 70 del siglo pasado algunos listos se hicieron de oro: la aparición de editoriales, periódicos, grupos de comunicación, televisiones privadas..., fue posible gracias a los enormes beneficios que dejaba un negocio que se dirigía a una inmensa población "cautiva" -tenía obligatoriamente que adquirlos- y que se renovaba cada año porque el producto tenía fecha de caducidad, como los yogures. 

Fue el negocio perfecto para unos pocos, como por ejemplo para Javier de Polanco, que comenzó creando la editorial Santillana y a partir de ahí se convirtió en el dueño de un gran grupo de comunicación (Prisa, El País...) con el que ejerció una notable influencia no sólo en la educación sino también en la política española durante décadas. Al igual ocurrió con Germán Sánchez, fundador de la Editorial Anaya que acabó participando en grupos de comunicación (Telecinco). Hoy sus propios medios los califican poco menos que de "próceres" de la educación española pero, desde nuestro punto de vista, lejos de serlo, sus negocios y su influencia en la política educativa de la nueva democracia española condenaron al profesorado a la desprofesionalización y a la mediocre formación que todavía hoy padecemos. Los docentes se convirtieron así -si alguna vez dejaron de serlo- en meros pasa-páginas del libro de turno, en comparsas de un negocio del que no recibían -ni reciben- ningún beneficio. Porque los beneficios se canalizaban para otros menesteres más turbios y poco o nada educativos. Y es que, al negocio de los libros de texto no le interesa un profesorado autónomo y bien formado. Sería su ruina. A la vez, encadenando al profesorado al libro de texto se le podía manipular mucho mejor con consignas e ideologías baratas. Y muchos docentes tan contentos porque vieron que para sobrevivir en su profesión les bastaba con acompasar tiempos y páginas y rellenar fichas y cuadernos del alumno/a. Pero eso no es educar, digámoslo claro, eso es un fraude.

Hoy día, muchos de ellos entrarían en pánico si ahora se les ordenara que prescindieran de los libros de texto. Y muchos padres y madres también. Y los políticos empezarían a sudar. Es lo que tienen los procesos alienadores, que los "esclavos" no se dan cuenta de que lo son. Siguen necesitando la supuesta "seguridad" y "rigor" que les dan los libros de texto. Pero, en general, dichos libros, además de ser un dispendio anual que podría utilizarse en otras inversiones más necesarias, adolecen de dos graves problemas: en primer lugar, no se adaptan a la diversidad de contextos de aula y mucho menos a la diversidad de ritmos y capacidades de aprendizaje del alumnado; y en segundo lugar, dejan mucho que desear en cuanto a calidad, selección y secuenciación de contenidos. Porque están confeccionados por empresas cuyo objetivo primordial es "vender" y ganar dinero, no lo olviden, y necesitan rentabilizarlos con una buena relación coste-beneficio y buena apariencia. Para ello, además, utilizan muchos ardides -no sólo comerciales- para crear dependencia en los "clientes" y "nichos" de mercado. (Vean si no esta noticia de humor de El Mundo Today). De la misma forma que muchos recursos y aplicaciones web están pensados sólo para generar dependencia y no para generar conocimiento y aprendizaje autónomo.

Y ahora -pasa cada vez que se aprueba una nueva ley educativa- unos y otros tratan de controlar sus contenidos y todos andan descontentos -hasta la exministra Celaá se escandaliza porque no le gustan los que están apareciendo-. Menuda jeta. Eso sí, las editoriales se frotan las manos con cada reforma educativa: nuevos libros, más negocio, más beneficios. Pero siempre han debido ser contemplados como lo que son, instrumentos de empresas y de gobiernos para introducir consignas, ideologías, mitologías históricas, mensajes y valores que poco o nada tienen que ver con el conocimiento contrastado, la información veraz y el aprendizaje crítico y autónomo. Y de camino, a ganar dinero a costa de una ciudadanía ajena al negocio.

Un profesorado alienado, que deposita su responsabilidad como docente en el libro de texto como recurso exclusivo o principal de su enseñanza y no en su propia formación, es un profesorado "esclavo", con baja o ninguna autoestima y, en consecuencia, incapaz de hacer valer su propia dignidad profesional. No es dueño de sus decisiones como docente sino que se convierte en un instrumento de "otros" -editoriales, gobiernos, iglesias...- para transmitir contenidos que le son dictados desde fuera de la escuela, y a eso se le puede llamar cualquier cosa -adoctrinamiento, sumisión, engaño...- pero, desde luego, no es EDUCACIÓN.

En consecuencia, y sí, correcto, lo que habría es que acabar con el negocio de los libros de texto en nuestro país. Ahora lo tenemos a huevo en pleno s. XXI con las posibilidades infinitas que nos brindan los recursos audiovisuales, tecnológicos, bibliotecas reales y virtuales, etc... Hasta la legislación lo permite (Instrucción 3ª), eso sí, con la boca chica. Porque no basta con hacerlos gratuitos y que duren varios años hasta que se pudren, hay que incentivar -y pagar- al profesorado que elabora su propio material curricular. Así que, en buena parte, todo depende del profesorado. Si este desastre tiene alguna solución sólo vendrá de la mano de un nuevo profesorado bien formado, bien pagado y dignificado personal y socialmente, que no necesite acudir a un libro de texto, sino que sea capaz de crear sus propios materiales curriculares, lo que de paso ahorraría un montón de millones de euros a las arcas públicas y a los bolsillos de las familias. ¡Casi ná! 

Por cierto, ¿esto sería un propuesta de izquierdas o de derechas? En la campaña electoral andaluza no hemos escuchado ni a unos ni a otros decir ni pío de los graves problemas educativos que tenemos, sólo tonterías. Una pena.

Les dejamos con la experiencia de una escuela Waldorf en Euskadi que no utiliza libros de texto. Un horror para algunos, qué le vamos a hacer. Pero para nosotros, una luz en medio de la oscuridad que nos rodea.


                        

miércoles, 8 de junio de 2022

La fuerza de la Música y de la Poesía

 

                 INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA                 

Hoy no vamos a contarles nada. Sólo vamos a rogarles que dediquen quince minutos a ver el siguiente vídeo donde el cantante y compositor uruguayo Jorge Drexler imparte una charla TED sobre "Poesía, Música e Identidad". Si después de verlo entienden el poder que tienen las artes en el alma humana y, en consecuencia, el papel crucial que pueden jugar en la educación de las nuevas generaciones es que no todo está perdido. Que lo disfruten.


                           

 

Si, además, han notado que la "transversalidad" curricular es una estupidez porque toda buena enseñanza es compleja per se, entonces, entenderán también lo erróneo del discurso simplista que nos quieren vender de las "instrumentales" como garantía del éxito educativo. Son, justamente, esas áreas instrumentales las que deberían ser "transversales" a un currículo organizado por áreas temáticas en la enseñanza obligatoria, y no al revés. Porque la mejor forma de aprender a usar un martillo -instrumento- es utilizarlo para construir algo que nos desafíe o para resolver un problema que se nos presente, y si es en equipo, mejor. Pues eso.

 

sábado, 4 de junio de 2022

¡Acabemos con las enseñanzas artísticas en Andalucía!

 

                   INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA                 

Empecemos por una pregunta: ¿qué nos salvó de no volvernos locos durante el largo confinamiento pandémico? o, ¿qué evitó que no cayéramos en una soledad oscura o en una larga depresión? Sí, seguro que saben la respuesta: el cine, la literatura, la música, la pintura..., y la posibilidad de compartirlo todo a través de las redes sociales. Las Artes, así, con mayúscula, son las producciones más humanas porque están conectadas directamente con nuestros sentimientos y emociones y porque nos acompañan desde el principio de los tiempos como seres inteligentes. Responden a múltiples y complejas capacidades, forman parte de nuestra personalidad, de nuestra memoria, de nuestra vida. El ser humano ha sentido siempre la necesidad de expresarse y comunicarse a través de la música, la pintura, la escritura y, más recientemente, de las artes visuales más modernas. Pues bien, a nuestros estúpidos políticos educativos esto les importa un carajo. Son un hatajo de imbéciles desde hace décadas. Rojos, azules, naranjas, verdes o morados. Da igual el color. Parecen personajes surgidos del "Ensayo sobre la ceguera" de Saramago.

El reciente borrador para la organización horaria del currículo en Andalucía ha dado otra vuelta de tuerca para arrinconar aún más todo aquello que suene a enseñanzas artísticas. Vamos camino del absurdo de un currículo exclusivamente "instrumental", donde el peso de las lenguas, materna y foráneas, y las matemáticas, con género o sin género, constituye más del 50% del horario semanal del alumnado. La estupidez afecta tanto a la Educación Primaria como a la ESO. Una tendencia que no es nueva, viene arrastrándose -como hemos denunciado aquí en muchas de nuestras entradas- desde hace décadas. Ahora la culpa es de la LOMLOE, pero lo mismo sucedió antes con la LOCE, la LOE o la LOMCE. Es palmario que la imbecilidad es una característica transversal de los distintos partidos gobernantes, tanto de "izquierdas" como de "derechas" o "liberales". Como afirmaba Albert Einstein "hay dos cosas infinitas, el universo y la imbecilidad humana".

Pues bien, de nada sirven las evidencias ni los datos. Desde hace décadas, por más que cada reforma educativa aumenta el horario de estas supuestas "áreas instrumentales" los resultados obtenidos en todas las pruebas nacionales e internacionales siguen tozudamente situándonos a la cola de Europa y del mundo occidental en competencias comunicativas y matemáticas. Así que al tonto de turno lo único que se le ocurre es: "si no quieres sopa, taza y media", y opta por una política marxista (de Groucho Marx, claro), "más madera, (más horas), es la guerra". Aquí hemos repetido hasta aburrirles que más horas de lo malo sigue siendo malo o peor. Pero nada, todo se quiere arreglar aumentando las horas instrumentales pero sin pensar un minuto en qué se está haciendo en las clases de lengua, idiomas o matemáticas para que se obtengan tan malos resultados. Es verdaderamente exasperante.

Mientras, se reduce, reforma a reforma, la enseñanza de la música y de las artes visuales y plásticas. Ya ni siquiera podemos llamarlas "marías", como antaño, sino "fantasmas" curriculares. Van camino de desaparecer del currículo para acabar recluidas en talleres ocupacionales o municipales por las tardes y ¡santas pascuas! Un verdadero dislate. ¡Otra vez!

En 2007, cuando se iba a desarrollar en Andalucía la LOE del PSOE, un borrador interno de la Consejería de Educación, que fue retirado por la propia consejería antes de darlo a conocer, contemplaba el primer leve aumento de los horarios semanales de las enseñanzas artísticas para la ESO en Andalucía (6 horas semanales en los tres primeros cursos de la etapa -esto es, 2 horas por curso, tanto de Música como de Plástica-, más 3 horas como materias opcionales en 4º ESO). Sin embargo, la consejería finalmente decidió aumentar el horario de matemáticas e idiomas, así como implantar las materias de "refuerzo de lengua" y "refuerzo de matemáticas" que, años más tarde, evidenciaron, como era previsible, un rotundo fracaso. Otra oportunidad perdida. 

Ni las intervenciones de Sir Ken Robinson, a quién hemos traído aquí en innumerables ocasiones, ni las propuestas de la asociaciones de profesor@s de Música o Educación Visual y Plástica de Andalucía, ni los fiascos obtenidos una y otra vez por nuestros "lumbreras" de la consejería de educación, han logrado cuestionar una política curricular condenada al fracaso año tras año, reforma tras reforma. Por lo visto, en la próxima pandemia nos dedicaremos a rellenar cuadernillos de cuentas y caligrafías, hacer análisis sintáticos o ecuaciones de segundo grado para hacerla más llevadera. ¡Qué chupi!

Aquí os dejamos un llamamiento en defensa de la Música en la educación andaluza a cargo de uno de nuestros músicos y compositores más reconocidos, Javier Ruibal. Y de camino, una de sus mejores canciones "Agualuna", en este caso acompañado por la Orquesta Sinfónica de Córdoba. ¡Viva la Música! ¡Vivan las Artes! Que lo disfruten.