martes, 29 de marzo de 2022

Currículo de la Ley Celaá: guerras y ejércitos

 

                  INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                   

Tarde, como siempre, el Ministerio de Educación establece el currículo -decreto de enseñanzas mínimas- de la ESO como desarrollo de la Ley Celaá (LOMLOE). La Sra. Alegría, la nueva ministra, ha justificado cada una de las ocurrencias seleccionadas que componen el nuevo currículo. Para que luego digan que el currículo no es sino la selección cultural del poder dominante en cada momento. Este gobierno social-comunista, post-moderno y post-sentido común, calificado como Frankenstein, ha perpetrado un nuevo currículo de recortes y pegatinas y consignas varias con el fin de contentar a sus socios podemitas, independentistas y/o filoterroristas. Resultado: un engendro curricular. Otro. Y van...

Pero, en esta entrada, nos vamos a centrar en el tema que venimos desarrollando durante este mes en el blog: guerras y ejércitos. Pasaremos de puntillas, pues, por la tontería de incluir los peligros de las letras machistas del reguetón (!), suprimir la Filosofía (por lo visto, pensar sí que es un peligro), el énfasis machacón en la memoria democrática (como si no bastara con el estudio de la historia), suprimir las calificaciones numéricas (da igual, el profesorado y el alumnado las traducirán a números) o dejar el marrón de la promoción sin control de suspensos al profesorado (demagogia pura). Pero, sensibilizados como estamos por la masacre que se está produciendo en Ucrania por causa de esta disparatada guerra de conquista en pleno s. XXI, merece la pena poner la atención en cómo se contemplan las guerras y los ejércitos en los estudios no universitarios. Para otra entrada dejaremos un análisis más detallado de las ocurrencias curriculares del nuevo decreto ESO.

Todos hemos sufrido el rosario de guerras, conflictos e infinidad de fechas que hubimos de memorizar a lo largo de nuestra vida escolar y que, lejos de desaparecer, aumenta con los años. Repasen los libros de texto en uso si no nos creen. Por ello, resulta chocante que haya sido rechazada la propuesta del Ministerio de Defensa -socialista- de incluir en la materia de Valores Cívicos y Éticos el conocimiento y valoración de las instituciones que velan por la seguridad, la libertad y los derechos de los ciudadanos: ejércitos, institutos armados, cuerpos policiales, etc... Por cierto, instituciones que ofertarán muchos de los empleos que en el futuro ocuparán nuestros alumnos y alumnas. Un rechazo que resulta incomprensible salvo que se analice a la luz de las alianzas torticeras de este gobierno. Se frivoliza así, otra vez, y ya van ocho, al adoptar una concepción partidista del currículo, un grave error cometido por cada una de las leyes educativas que han desacreditado y devaluado las enseñanzas de nuestro sistema educativo a niveles nunca vistos.

Curiosamente, deben estudiarse en el currículo de la ESO las guerras y ejércitos desde antes de Roma, a veces como si fueran mera literatura -cuentos-, pero no el papel que, en la actualidad, deben jugar los ejércitos y las fuerzas de seguridad en las democracias occidentales. Un papel que no tiene nada que ver con esa tonta idea de presentarlos como si fueran una especie de ONG con clavelitos en la boca de los fusiles, que tanto le gusta a esta izquierda ñoña, hipócrita y desnortada que nos gobierna. ¿Molesta eso a algunos de los socios del gobierno? Evidentemente. (Incluso el propio Sr. Sánchez, consideraba que sobraba el Ministerio de Defensa cuando era Secretario General del PSOE) Por otra parte, y no hace mucho, en algunos institutos andaluces no se permitía que militares informaran sobre las opciones laborales que ofrecían los distintos cuerpos del ejército español, si bien, ya parece que se ha normalizado la intervención de las fuerzas y cuerpos de seguridad del Estado -Guardia Civil y Policía Nacional- en el marco del denominado Plan Director. Algo es algo. Ahora bien, es llamativo que, estos mismos personajes -podemitas filovenezolanos, filoetarras e independentistas-, para Cuba o Venezuela no mantienen la misma posición flower-power de clavelitos y palomitas de Picasso. Allí saben muy bien para qué sirven sus ejércitos -y para qué los querrían aquí.

Spain is different, y no sólo por la relevancia que aún tienen, por desgracia, las pataletas nacionalistas e independentistas en la política española, a las que se suman los escrúpulos adolescentes de una izquierda que aún identifica al ejército español con la dictadura franquista, sino por la incapacidad de abandonar esa visión negativa, deformada y falsa que sobrevuela muchos acontecimientos de nuestra historia. Una pena. Como afirmaba aquella sentencia apócrifa de Bismarck: España es el país más fuerte del mundo porque los españoles llevan siglos intentando destruirlo y aún no lo han conseguido. Aunque no hay que descartar que el Sr. Pedro Sánchez y sus colegas lo consigan finalmente.

Llevamos más años viviendo en democracia que los años que duró la cruel posguerra franquista pero, en vez de alegrarnos y pasar página, todavía aguantamos a políticos imbéciles -muchos de los cuales no vivieron la dictadura ni han leído un solo libro de historia- que prefieren seguir mirando para atrás con el único fin de sacar rédito electoral -o ajustar imposibles cuentas- de una guerra civil que no debería enorgullecer a nadie, ni a rojos ni a azules. Así que, ya es hora de dejarlos en evidencia y tomarse en serio lo que debería ser el currículo de una etapa como la ESO con visión a medio y largo plazo. Por cierto, ¿alguien ha preguntado al profesorado?

Lo analizaremos en próximas entregas. Mientras tanto, parece que la visión de las guerras y del ejército que tiene el actual equipo de asesores que ha elaborado el nuevo decreto de enseñanzas del Ministerio de Educación se compadece más con la visión esperpéntica que nos regalaba Gila, un humorista genial, que hoy no podría actuar por causa de la hipocresía, el postureo y el pensamiento políticamente correcto que nos invaden. Que se diviertan.


                        

viernes, 25 de marzo de 2022

La Sra. Celaá, de mantilla española, ante el papa Francisco

 

                     INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                       


Ahí la tienen. No es una foto trucada. La pueden encontrar en multitud de medios de comunicación. El pasado 18 de marzo, la mismísima Sra. Celaá, otrora ministra de Educación, además de portavoz del gobierno social-comunista presidido por Pedro Sánchez, ataviada con la rancia mantilla española, presentó sus credenciales de embajadora ante el Vaticano. Incluso el papa Francisco bromeó diciéndole que venía hasta con la "peineta" puesta. 

Sin duda, estaba encantada de sí misma después de haber logrado su mayor aspiración política como socialista (?) y como vasca (?) de pro. Que algunos veamos en todo este sainete una contradicción de fondo y de forma será, para otros, producto de nuestro resentimiento. No sabemos qué pensarán Vds. pero, para decirlo más castizamente, nosotros creemos que la foto es una vergüenza o, como poco, la exposición descarnada de un engaño. Puestos a disfrazarse podría haberlo hecho con propuestas más divertidas y alternativas -lagarterana o domadora de leones, por ejemplo. Pero nos tememos que no era una disfraz.

Durante años, esta señora fue adalid de la última -la octava- ley orgánica de Educación en España, la LOMLOE. Una ley que, según sus argumentarios políticos, acababa con la injusta LOMCE del PP, aprobada por la derechona vetusta y que sumía al sistema educativo de nuestro país en la noche en blanco y negro de los tiempos oscuros. Pero, viendo la foto, es la Sra. Celaá la que, realmente, encaja a la perfección con ese estereotipo de derechona vetusta y rancia, cual si fuera una goyesca duquesa de Alba sin gracia, vestida con peineta y escurrío traje negro de volantes, como si de visita de Jueves Santo de Oficios se tratara. A no ser, eso sí, que esta señora se comporte como aquel personaje de la película Zelig de Woody Allen, una especie de camaleón social, capaz de adoptar la apariencia de su interlocutor en cada situación, y que dejaba en el aire la pregunta de quién era realmente. 
 
Y esa es la pregunta que nos hacemos con la Sra. Celaá: quién es esta señora, quién era cuando impulsó una ley educativa socialista (?), nuevamente partidista e inútil, para dejar en la misma situación de indigencia al sistema educativo español. Pues ahí la tienen. ¿Cuál es su discurso real? En nuestra opinión, todo parece indicar que esta foto ante el papa muestra su verdadera naturaleza, ya que nadie la obligaba a presentarse de esa guisa ridícula en el Vaticano. Un atavío más propio de cualquier tonta rica presta a hacer genuflexiones para, de camino, hacerse un selfi con el que coronar su rico patrimonio y encandilar a sus tontas amistades. Vanidades... de izquierda (?).

Lo sentimos por los que creyeron que esta señora representaba una opción moderna y progresista para reformar la educación. A nosotros, esta señora nos parecía, desde el minuto uno, la representante tipo de esa "izquierda de caviar" que tanto daño ha hecho, y sigue haciendo, a la credibilidad de las opciones verdaderamente progresistas en nuestro país, tanto en educación como en otras áreas políticas y sociales. Una muestra más de ese pensamiento débil, de esa frivolidad e incultura que parecen anidar en las nuevas generaciones de políticos adanistas de izquierdas -socialistas y comunistas-, y que han sido criados y alimentados -con cargos públicos- por sus propios partidos, gracias a la implementación de una implacable "selección negativa" -Félix Bayón, dixit- dirigida a seleccionar y promover a los más mediocres y manipulables en vez de a los mejores.

Para la Sra. Celaá, el ministerio de educación fue el último peldaño para ascender a los "cielos romanos". Fue premiada por el Sr. Sánchez por ser una inútil, tanto como ministra de educación como ministra portavoz de su gobierno. Y esa es la esencia de la selección negativa: ser nombrado y ascendido justo por ser un/a incompetente, si bien dócil y obediente. Nos alegramos por ella, pero lo lamentamos por todos nosotros, y por otra oportunidad perdida para mejorar la educación en España. 

Y, hablando de camaleonas políticas, y de camelos políticos, les dejamos con una secuencia de Zelig, el camaleón humano, sin duda un modelo seguido por nuestros actuales políticos capaces de medrar sin descanso y cambiar de lealtades y de principios si con eso se aseguran el pan de su gente y el cariño de la "gente". A propósito de camelos y camaleones, otro día hablaremos del Sr. Pedro Sánchez, o quizás no.


                      

domingo, 20 de marzo de 2022

María Montessori: Ciencia de la paz versus Ciencia de la guerra

 

                      INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                   

Pocos saben que una de las pioneras de la Educación para la Paz fue la insigne María Montessori. Esta pedagoga, psicóloga, médica y psiquiatra italiana -creadora del conocido Método Montessori de enseñanza- pronunció en 1932 (¡) un discurso en la Oficina Internacional de Educación de Ginebra en el que analizaba, desde la psicología, el fenómeno de la guerra y la necesidad de iniciar una investigación -una ciencia- de la paz. Montessori se lamentaba de los grandes avances de las llamadas "ciencias de la guerra" (estrategias, armamentos, tácticas...) y la inexplicable falta de interés y de esfuerzos por crear un conjunto de saberes orientados a explicar, desarrollar y sostener una "ciencia de la paz". Discurso pronunciado en plena ebullición de lo que pocos años después sería la eclosión de la locura y la violencia desatadas, primero en lo que supuso la Guerra Civil española como antesala y, a continuación, el escenario y representación total del drama humano que supuso la II Guerra Mundial. 

Repudiada ya entonces por el fascismo alemán y el de su propio país, Montessori consideraba que el auge de los totalitarismos de todo signo, así como del colonialismo, no eran más que el reflejo de ese adulto cruel, sin ningún tipo de escrúpulos ni capacidad crítica, que imponía sobre el niño la ley del más fuerte. Una concepción que desarrollaba extensamente en ese dicurso que les enlazamos más arriba y que le valió ser candidata al premio Nobel de la Paz en los años 1949 y 1950, sin que la Academia Sueca se dignara a tener en cuenta sus aportaciones, a pesar de la constatación de la ruina humana y económica que habían dejado las guerras mundiales en el s. XX.

Una ciencia de la paz que, a pesar de tener desde 2001 el consabido e inútil Día Internacional establecido por la UNESCO (cada 10 de noviembre), aún se encuentra en sus inicios. Sostenía Montessori, hace ya casi 100 años, que la supervivencia de nuestra civilización dependería de la emergencia de ese cuerpo científico sobre la paz y que, por tanto, debería ser considerada como una de las principales materias de estudio y enseñanza, si no la que más. Un conjunto de saberes y no un conjunto de sermones. Una paz que ella negaba tajantemente que pudiera ser considerada como la mera ausencia de guerra, porque ese concepto negativo de la paz constituía, en sí mismo, la justificación y el triunfo de toda guerra. Precisamente, ese concepto de paz negativa era el que impulsaba a muchos seres humanos a combatir hasta la muerte, ya que era entendida como la consecuencia de la esclavitud, la sumisión, la negación o el exterminio de un pueblo a manos de otro.

Casi un siglo después, lo que está sucediendo ante nuestras narices con la invasión rusa de Ucrania, una guerra de conquista más propia de principios del s. XX que del XXI, es una muestra palmaria del fracaso de generaciones -incluida la nuestra- incapaces de promover y conocer los procesos internos e indirectos que explican -desde la psicología, la sociología, la economía, la moral, la política, etc.- qué es un proceso de paz y cómo erradicar los conflictos armados que, en una temible escalada que ella no pudo prever entonces, ahora sí que pueden acabar con la civilización y la humanidad en pocos minutos gracias a los avances espectaculares de la ciencia de la guerra frente a los inexistentes logros de una ciencia de la paz

Como afirmaba el emperador Adriano es sus Memorias, recreadas por la escritora Marguerite Yourcenar, tener razón demasiado pronto es lo mismo que equivocarse. Quizás le pasara esto a María Montessori o, por hablar de alguien más próximo a nosotros, al periodista y escritor andaluz Manuel Chaves Nogales. Ambos vivieron tiempos convulsos pero supieron mantener la visión serena y no sesgada, adelantada a su tiempo diríamos, ante la realidad que tenían delante y que nadie más supo o quiso ver. Ojalá no sea demasiado tarde para corregir nuestros errores históricos y científicos, así como los educativos, y no tener que lamentar más desgracias y masacres en este siglo XXI que, si nadie lo remedia, va camino de ser la distopía más negra que podamos imaginar. En comparación, la imaginada por Orwell en su obra 1984 va camino de parecer una película de Disney.

Para terminar, les dejamos unas valiosas reflexiones que nos dejó Eduardo Galeano hace cinco años sobre la guerra. Cien años después de Montessori sabemos cuál sigue siendo el problema, pero no queremos saber nada de su solución. ¿Hasta cuándo? ¿Hasta nuestro total exterminio?


                       

jueves, 17 de marzo de 2022

Por un Pacto Social -que no político- de la Educación

 

                       INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                       

Estos días escala la desgracia -pandemia, crisis energética, guerra, gobierno incapaz- hasta cotas desconocidas desde hace décadas, como si Pandora hubiera abierto, de nuevo, la maldita caja. De ella escaparon todos los males del mundo menos el único bien que allí encerraron los dioses: la esperanza. Y ella nos es más necesaria que nunca en estos momentos de tribulación. Mientras tanto, nuestros imbéciles ilustres -que no ilustrados- continúan enzarzados en estupideces curriculares: el gobierno del País Vasco va a escolarizar totalmente en euskera (¡) a los niños ucranianos, algo que podría ser denunciado ante UNICEF como maltrato infantil; se suprimen las calificaciones numéricas en Primaria -otra vez-, como si eso cambiara algo; se incluirá como contenido de Educacíón Física aprender a montar en bici, y lo malo es que, por primera vez en la historia, algunos la suspenderán por eso, pobrecitos... En fin, el caudal de ocurrencias y frivolidades es inagotable, solo tienen que bucear cinco minutos en Google.

Por todo ello, más todo lo que llevamos arrastrado desde hace años -8 leyes 8-, tenemos que renunciar a la sensata demanda de un Pacto por la Educación consensuado por la mayoría de las fuerzas políticas de nuestro país. Tenemos que reconocer que con estos mimbres es imposible hacer ningún cesto que sostenga nada sólido. La colección de políticos incompetentes en el ámbito educativo es de tal magnitud que cualquier pacto que saliera de ese cónclave de insensatos sería una necedad. 

Descartado, pues, un Pacto político por la Educación, solo nos queda imaginar un Pacto Social por la Educación que deje fuera a este colectivo de majaras ignorantes. Así que nada de pacto político porque por ahí no vamos a ningún sitio. Pacto social. La Educación es algo muy serio como para dejarla en manos de estos personajes de tebeo. ¿Cómo se podría hacer? Ni idea, la verdad. Habría que articular otros cauces de participación alejados de -y no contaminados por- los circuitos políticos y eso solo se puede acometer en el seno de una sociedad civil bien organizada y motivada. Así que, nos tememos que aún estamos muy lejos de ello pero, desde luego, no más lejos de lo que estamos de un pacto educativo firmado por nuestros políticos que merezca la pena. Quizás, solo una desgracia más que colme el vaso de la historia reciente pudiera movilizar a una ciudadanía adormecida que entrega su voto -sin apenas reflexión- a unas listas cerradas de candidatos que tampoco ayudan mucho a elegir, la verdad. 

Los optimistas argumentarán que siempre nos quedará la esperanza, pero olvidan, como hacemos los optimistas informados, que la esperanza sigue encerrada en la caja, y que solo Pandora puede abrirla. ¡Pandoraaaaaa!

Ahora bien, para no caer en el desánimo, hemos de reconocer que también lo puede hacer con música el compositor estepeño Jesus Joaquín Espinosa de los Monteros -no confundir con el representante de VOX-. Les dejamos con esta delicia cuaresmal de la marcha "Siempre la Esperanza" en la versión para cuerdas que grabó Esencia Flamenca justo antes del confinamiento del 14 de marzo de 2020 y que nos ha acompañado durante toda la pandemia. Que la disfruten. 

 

                        

domingo, 13 de marzo de 2022

¿Estamos dispuestos a sacrificarnos por nuestros ideales?

 

                   INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                   

La mayoría de los países del mundo occidental estamos acostumbrados a un nivel de vida alto, sin problemas de carencia en bienes y servicios, disfrutando de libertades y derechos que son desconocidos para buena parte de la población mundial. Eso nos ha convertido en poco tiempo, tras las masacres de las dos guerras mundiales del s. XX, en sociedades hedonistas y, en cierto modo, decadentes, más preocupadas por mirarse el ombligo que por enfrentar los problemas humanos que nos rodean. Parece que seguimos asentados en el poema de Góngora "Ándeme yo caliente y ríase la gente" (s. XVI). Esta posición egoísta, infantilizada o inmadura, nos incapacita para empatizar con el sufrimiento, las miserias y la falta de libertades de muchos pueblos. Fugazmente, nos apenan las imágenes del horror que nos sirven a diario las televisiones y las redes sociales, pero esta "compasión" vicaria, como la que sentimos al salir de una película, dura cada vez menos. La mayoría de las veces, nos basta con realizar memeces de velitas y flores, manifestaciones de un minuto o donación de limosnas a fondos de caridad -incluyendo las ONG- para acallar nuestra mala conciencia y seguir adelante. Gestos. Hipocresía. Desgraciadamente, normalizamos cada vez más rápido cualquier situación por terrorífica que sea. Así que, veremos cuánto nos dura la consternación por el pueblo ucraniano, porque no hace mucho ignoramos las dos crueles guerras chechenas -nos cogían muy lejos-, e igualmente nos desentendimos de las terribles guerras yugoslavas a pesar de desarrollarse muy cerquita.

Eso sí, cuando un problema nos afecta al bolsillo o nos resta el más mínimo derecho o bienestar, empiezan las actitudes contemporizadoras y las protestas ante cualquier medida que nos suponga algún sacrificio, entendido este como acto de abnegación o renuncia en aras de un bien superior. La pregunta que les hacemos, visto lo que ocurre con la crisis energética a la que nos enfrentamos, es ¿hasta dónde, y frente a qué, estamos dispuestos a sacrificar parte de nuestro modo de vida? Una pregunta muy oportuna -quizás impertinente- ante las serias consecuencias que puede tener en nuestro país la invasión rusa de Ucrania. Está muy bien eso de creerse en el lado correcto de la historia y sentirse bondadosos por ayudar al pueblo ucraniano pero, ¿qué precio estamos dispuestos a pagar, realmente, por su libertad e independencia?

Lo que nos interesa aquí, con todo, no es esta obviedad poco discutible, sino si estamos educando bien a nuestros jóvenes para enfrentar estos problemas que, a la postre, son problemas morales y políticos a los que se enfrentarán en el futuro. Una simple mirada a la realidad de los centros y de las familias nos dice que no. La Escuela no está contrarrestando -quizás ni pueda- la decadencia infantilista de toda una sociedad que está "socializando" a las nuevas generaciones en la creencia de una abundancia inagotable, el capricho constante y la incapacidad de sacrificarse o esforzarse por nada que merezca la pena. En general, y salvando todas las excepciones que Vds. quieran, nuestros niños, adolescentes y jóvenes son cada menos resilientes, más antojadizos, menos responsables, más consentidos, menos capaces de renunciar a cualquier bien material o comodidad o cosa que consideren un "derecho" adquirido. Recuerden, tan sólo, el drama que supone para muchos padres quitarle temporalmente el teléfono móvil a su hijo, y de ahí para arriba -estudios, relaciones sociales, responsabilidades familiares, dinero, ropa...-. 

Habría que empezar por reconocer que el gran fracaso de nuestra generación adulta ha sido precisamente no lograr transmitirles -no educar- los valores más preciosos de nuestra cultura y civilización. Ni como sociedad, ni como escuela. Se hace necesario, y en estos momentos terribles más que nunca, una regeneración o, como se dice ahora, un reseteo de la educación que impartimos, tanto de la infomal en los procesos de socialización familiar y mediática como de la formal en el sistema educativo. Ojalá, al menos, el sufrimiento del pueblo ucraniano sirviera para sembrar la semilla de esta necesidad urgente, de esta regeneración social, de este reseteo moral y cívico, que hemos sido incapaces de hacer valer en  la mayoría de nuestros jóvenes y adultos y que constituye la mejor -quizás la única- garantía de supervivencia de nuestro modo de vida occidental.

Aquí en este blog, cierto, somos más bien pesimistas, o sea, optimistas con datos, y mucho nos tememos que, si el problema no se descontrola aún más, pasaremos de puntillas por las ruinas ucranianas que queden, otra vez, e ignoraremos estas exigencias de regeneración educativa y social. Daremos la espalda a esta necesidad de refundación de valores, sin renunciar a nada, para volver al jijijí jajajá de nuestras vidas cotidianas y seguir peleándonos por estupideces curriculares -qué historia sí, qué historia no, qué matemáticas fuera o dentro, qué valores amañados de turno. 

No obstante, también es bueno reírse y bailar, qué duda cabe, ya lo saben si nos leen, pero sabe mejor cuando lo hacemos tras la realización de una reflexión o de un trabajo bien hechos. En esa línea, les dejamos de nuevo con el Sr. Putin, esta vez interpretado -hace años- por el gran Berto Romero, otro visionario, en una entrevista impagable con Andreu Buenafuente

 

                       

miércoles, 9 de marzo de 2022

Movimiento por la paz versus pacifismo

 

                     INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                     

En los programas de Educación para la Paz que se desarrollan en los centros no siempre se tiene claro la diferencia entre lo que supone promover en el alumnado un verdadero movimiento por la paz de un cuasi-religioso pacifismo. Y es que la doctrina pacifista posee serios peligros que pueden confundir al profesorado en su labor docente al entronizar a la paz como valor absoluto, pero como una paz negativa, esto es, identificada tan sólo con la ausencia de guerra sin conexiones con la libertad y la justicia social. Por su parte, los movimientos por la paz se definen como una posición de crítica radical de las armas de destrucción masiva, de algunas guerras, de la existencia de bloques enfrentados, etc. Movimientos muy preocupados por la posibilidad cierta de que algunos conflictos puedan acabar en un verdadero apocalipsis humano. Un peligro anunciado desde hace décadas pero que hoy, ante lo que ocurre en Ucrania, adquiere un riesgo muy alto.

El pacifismo, como doctrina trufada hoy -por cierta izquierda iluminada- con dosis de feminismo, ecologismo o anticapitalismo, entiende la paz como un valor absoluto independiente de las condiciones en que se logre, como ya explicamos en la entrada anterior. La paz como silencio de cementerio, la paz como sumisión o esclavitud o la paz como resignación cristiana no deberían ser definidas como paz. Cierto pacifismo actual tiende, pues, a considerar postulados fanáticos -religiosos de izquierdas- incapaces de considerar que la paz -entendida como paz negativa- no puede ser aceptada a cualquier precio.

La cuestión a valorar es si, agotadas las posibilidades de lograr una paz positiva, existe moralmente la posibilidad de una guerra justa o guerra legítima. Esta es la cuestión clave a trabajar con el alumnado en los programas educativos y, en primer lugar, con el propio profesorado. ¿Constituye la autodefensa una causa justa para responder a la agresión de otro país? ¿Es causa legítima de guerra frenar la expansión imperialista, evitar la muerte de civiles indefensos o de masacres organizadas como ocurrió con la Alemania nazi o en Vietnam? Para contestar a estas preguntas se impone, pues, un conocimiento más preciso de la historia y, sobre todo, de la historia reciente europea y española, con el fin de encarar una educación para la paz en los centros educativos que vaya más allá de adoctrinar con planteamientos buenistas. El conocimiento de la realidad histórica en contextos de crisis y de guerra, pues, es fundamental para encarar un verdadero programa de educación para la paz.

Promover un conjunto de actitudes y procedimientos para la resolución pacífica de conflictos, mediante el diálogo, la tolerancia, el respeto y la búsqueda de acuerdos, es sin duda un componente esencial de este tipo de programas educativos en las escuelas e institutos, pero si no los acompañamos de conocimientos históricos -no de manipulaciones interesadas- de cómo se han producido guerras y agresiones entre los pueblos, cómo se han prevenido conflictos armados, el alumnado será incapaz de discernir cuándo y hasta dónde emplear procedimientos pacíficos y cuándo y cómo prever y afrontar situaciones críticas que tengan como fin defender culturas de paz, ayudar a pueblos injustamente agredidos, frenar las ansias imperialistas o evitar masacres organizadas.

El pacifismo, sin duda, ha aportado todos estos años un buen número de procedimientos para educar para la paz en las escuelas, pero convertido en doctrina encierra serias limitaciones por lo que, estos programas educativos, han de incorporar necesariamente conocimientos históricos contrastados en contextos de crisis y de guerras, y no sólo procedimientos, actitudes o emociones bienintencionadas a desarrollar con el alumnado. En resumen: los programas de Educación para la Paz no pueden prescindir de los conocimientos históricos y centrarse exclusivamente en procedimientos y actitudes que, aisladamente, son claramente insuficientes y llamar a errores de planteamiento.

El presidente de Ucrania, el Sr. Zelenski, era un comediante convertido ahora en héroe nacional. Les dejamos ahora con otro comediante, Joaquín Reyes, convertido ahora en un visionario. Vean este vídeo sarcástico de hace siete años. El humorista ya sabía entonces de qué iba el Sr. Putin pero, por lo visto, los servicios de inteligencia (?) europeos estaban a otra cosa. Una pena. 


                   

domingo, 6 de marzo de 2022

Guerra y Paz: ¿cómo educar a los jóvenes?

"Tolerancia, tolerancia, palabrita en el mantel, pocos platos se la sirven, muchas bocas a comer. Veintiuno, veintiuno, firmamento del dos mil, en el cielo la paloma va en la mira del fusil".

Sortilegio. Silvio Rodríguez. 1994

 

                    INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                     

Cantaba Silvio Rodríguez, hace muchos años, “tolerancia, tolerancia, palabrita en el mantel”. Pues eso nos parece la Educación para la paz que se desarrolla en la mayoría de nuestras escuelas: una inútil y hueca palabrita en el mantel cuando la guerra más despiadada e injusta trata de someter a todo un pueblo por las armas. Esto nos plantea cuestiones no bien resueltas en las prácticas docentes. ¿Cómo se debería educar a los jóvenes para la paz? Y, antes que nada, ¿a qué llamamos paz? Lo decimos porque, en primer lugar, no debería identificarse con un mero deseo que cualquiera firmaría, algo así como que la paz es poco más que el resultado de “ser buenos y llevarnos bien”. Esa no es la clave ni el camino para un programa de Educación para la Paz, sino una engañifa preñada de buenas intenciones, banderitas blancas y palomitas de Picasso. La paz, bien al contrario, es un concepto complejo, dinámico y conflictivo que no se puede identificar ni con la ausencia de conflictos -la paz de los cementerios no es paz sino silencio, y la paz de Putin no es paz sino esclavitud-; como tampoco puede identificarse con la renuncia a defenderse frente a una agresión injusta -el pacifismo hippy (haz el amor y no la guerra) y el pacifismo militante niegan la realidad o huyen cobardemente de ella y del compromiso, no los afrontan-; y tampoco puede ser entendida como resultado de la inacción o la resignación, ya sea cristiana o hinduista, ante el Mal, porque la resignación lleva a la sumisión y a la injusticia, no a la paz. Es bien conocida la frase de que "lo único que se necesita para que el mal triunfe es que los hombres buenos no hagan nada" (atribuida a Edmund Burke).

En segundo lugar, nuestras sociedades democráticas -con todas las imperfecciones que se quieran- sólo entienden la paz si va aparejada con la justicia y la libertad, esto es, como una paz positiva, entendida esta como el resultado de la resolución de conflictos por procedimientos pacíficos de diálogo, debate y búsqueda de acuerdos. Ahora bien, ¿qué hacer cuando estos principios son negados por otros, más allá de tratar de convencerlos y reiterar nuestros argumentos? ¿Qué hacer cuando ya no valen las palabras y la esclavitud o la muerte planean sobre nuestro modo de vida y ponen en cuestión nuestra existencia misma? ¿Debemos educar, entonces, a los jóvenes para que bajen las manos, no hagan nada, se rindan y se resignen? ¿Eso es educar para la paz? 

Entendemos que en ningún caso, porque, ¿en qué terrorífica distopía nos encontraríamos hoy si no se hubiera combatido a la Alemania nazi o al Japón imperial? ¿Cuántos pueblos y colectivos -judíos, chinos, gitanos, discapacitados, homosexuales, opositores...-, habrían desaparecido por completo?, ¿cuántos millones de personas habrían sido torturadas y asesinadas a lo largo de los años por un régimen de terror? o ¿qué hubiera ocurrido si EEUU se hubiera desentendido del conflicto armado y no hubiera ayudado a los aliados en la II Guerra Mundial?

En tercer lugar, ha hecho mucho daño en la sociedad esta versión naif, infantiloide, que sobreentiende que la paz que disfrutamos no necesita defenderse de las agresiones que la circundan para poder sobrevivir; como si nuestro modo de vida, nuestra cultura democrática no tuviese enemigos poderosos, como si el Mal no existiera en la Tierra. Este bobo ensimismamiento europeo, que da por sentado que nuestro modo de vida en libertad y justicia será aceptado -sin oposición alguna- por el resto de los pueblos, ha inoculado en la ciudadanía una sensación de seguridad peligrosa por irreal, esto es, que no es necesario mover un sólo dedo para defenderlo, que no hace falta luchar -sólo dialogar- para conservar nuestros derechos, nuestros procedimientos políticos, nuestros principios éticos. Una enorme equivocación que estos días, por desgracia, nos ha estallado como un sonoro bofetón de realidad.

En la Educación para la paz que se dirige a los jóvenes hay que diferenciar qué es una cultura dispuesta a promover la paz entre los pueblos, el acercamiento y el respeto entre culturas diversas, frente a una cultura suicida dispuesta a inmolarse en el altar de un pacifismo ignorante, pero bien acogido por cierta izquierda (?) como una especie de religión-camiseta que clama por la objeción de conciencia si hay que defenderla con armas. Una concepción flower-power del devenir humano que niega que el Mal, la opresión o la locura existan realmente, y que si no la refutamos puede acabar, no sólo con nosotros, sino con la humanidad entera. 

Para acabar. La Educación, en su mejor sentido, no es simplificar los problemas u ocultarlos, sino -como dijo Bruner- ser capaces de trabajarlos con los alumnos y alumnas de cualquier edad sin traicionar su complejidad. No se trata de entontecer a los jóvenes con recetas facilonas, con canciones infantiles, con respuestas acabadas y simples, como se viene haciendo desde hace décadas y a todos los niveles, sino de ayudarles a comprender el complejo mundo al que se incorporan y la preguntas que aún no tienen respuestas unívocas ni claras. Guerra y Paz son conceptos complejos, pero son claves para entender nuestra historia y nuestra realidad. Las palomitas de Picasso, bien serigrafiadas en camisetas, bien pintadas en vasitos de cerámica, quedan muy monas, pero idiotizaremos a las nuevas generaciones si no somos capaces de ir más allá y enfrentarles a la dialéctica compleja e inacabada que supone la lucha del Bien frente al Mal. Creemos que ahí está la clave de cualquier programa de Educación para la Paz en la escuela, y no en un conjunto de homilías sesgadas y con trampa más propias de un folleto parroquial para niños.

En estos momentos terribles por los que pasa el pueblo ucraniano, así como frente al miedo y la desazón que se esparcen por toda Europa estos días, queremos brindarles un paréntesis de belleza y bondad. El popular cantante Sting interpreta una maravillosa y oportuna Canción de ayuda a Ucrania. Compártanla.