lunes, 19 de diciembre de 2022

Ahora, ¡a evaluar con la LOMLOE!

 

               INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO              

Estamos en plena semana de sesiones de evaluación. El profesorado, ya muy cansado al final del trimestre, encara con resignación lo que serán las agotadoras reuniones de equipos docentes para evaluar y calificar al alumnado. En la mayoría de los centros serán presenciales de nuevo. Se acabó vestir el pijama por debajo de la mesa ante la pantalla del ordenador, o el vaso de kubata al lado para hacerlas más llevaderas. Ni siquiera nos van a dejar esa maravillosa "secuela" de la pandemia que ha supuesto la tele-evaluación o los tele-claustros, y así no tener que desplazarse al centro escolar, ni estar con los colegas evitando discutir o mandar a la m*erda a más de uno o una. Total, para lo que sirven. En fin, ni siquiera nos quedará París. Volvemos a la vieja normalidad de las sesiones maratonianas y cansinas. Cada uno contando una batallita, un cotilleo de tal o cual alumno, una maldad del equipo directivo para, cuando me toque, revisar y cantar las notas. ¡Qué poco edificantes son la mayoría de estas sesiones supuestamente convocadas para compartir una valoración ajustada de los aprendizajes del alumnado! ¡Di cuáles son tus notas y vámonos que nos vamos!

Y si éramos pocos, parió la abuela, como diría el castizo. Viene la LOMLOE y, en vez de resolver algunos de los problemas existentes, nos enfanga a todos con la imposición de un sistema demencial de evaluación cuyo único objetivo es aumentar como sea los porcentajes de aprobados. Si ya era complejo -y prácticamente ilusorio- evaluar por competencias -cuando nadie trabaja un currículo por competencias-, ahora se nos suman otros parámetros que sólo los feligreses y los conversos consideran muy atinados pero que la mayoría de los docentes ni entienden ni quieren entender. Llueve sobre mojado. Son muchas leyes en pocos años las que han tratado de modificar la forma de evaluar y calificar al alumnado, ninguna con éxito porque el currículo sigue siendo prácticamente el mismo -salvo retoques decorativos de cara a la parroquia- y en la cabeza de cada docente sigue funcionando la clásica evaluación de conocimientos, mucho más clara y compartida por la comunidad educativa que cualquiera otra inventada desde arriba por los "expertos".

Ahí los quisiéramos ver, a los expertos nos referimos, enfrascados durante más de tres meses con varios grupos de alumnos, lidiando con ellos y con sus familias a diario, para después evaluarlos y calificarlos de acuerdo a un sistema dibujado por un iluminado en la mesa de un despacho universitario o del ministerio. Es como para partirse de risa. O como resolver un problema complejo con el cerebro de un pistacho. Imposible. Así que los docentes harán lo que ya saben, se aprenderán el nuevo vocabulario impuesto por la LOMLOE y adaptarán su forma de evaluar a la nueva nomenclatura. Y ¡santas pascuas! ¡no me líes, no me líes que ya están aquí las vacaciones! Y, aunque parezca mentira, es la posición más lúcida que se puede tener ante la idiotez. Porque no se puede discutir con un estúpido, hay que evitarlo. A los idiotas no se les convence porque no siguen ningún razonamiento lógico, sólo consignas y argumentarios. Son de pensamiento simple, voceros de cada párroco por turnos. Ellos creen que están salvados por obedecer, por tener una fe ciega. Ignoran que sólo son carne de cañón. Así que dejémosles tranquilos en su particular "nirvana" sea cual sea la "gloria" que les prometen. Y nosotros a lo nuestro. A aplicar el sentido común y tratar de que no nos roben nuestra responsabilidad a la hora de valorar los aprendizajes de nuestros alumnos. Es lo único que aún nos queda, nuestra dignidad profesional. Sin ella, sin ese amor propio, estará todo perdido.

Aquí les dejamos una sonrisa para acabar el año 2022. Una comparativa humorística de la evaluación hasta nuestros días. Que lo disfruten, que tengan unas felices fiestas y un feliz año nuevo. ¡Ay, dios, llévame pronto!


sábado, 17 de diciembre de 2022

¿Quién decía que saldríamos mejor tras la pandemia?

 

                INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                

170.000 muertos aún no contabilizados bien del todo, ruina económica, confinamiento inconstitucional, colapso sanitario, paro laboral y fracaso tele-educativo llevaron a algunos voceros a predicar que si, a pesar de tantas desgracias, lográbamos salir de todo esto, lo haríamos más fuertes, concienciados y solidarios. Sólo algunos cenizos considerábamos que nada en la historia de la humanidad abonaba tan ingenuo optimismo social. Y en efecto, han pasado poco más de doce meses de "normalidad" y lo que se constata es que no hemos aprendido nada: ni somos más solidarios, ni estamos más juntos ni más concienciados de lo que es importante y lo que no.

En España seguimos a lo nuestro, a las pugnas cainitas por el poder protagonizadas por un conjunto de impresentables mentirosos de todos los colores del arco parlamentario. Ellos son la muestra representativa de una ciudadanía que olvidó rápidamente los malos momentos y los propósitos de enmienda que hizo durante el confinamiento. No son mejores ni peores que todos los demás. Es lo que hay. Las ambiciones y la desmemoria de los supervivientes campan por sus respetos. Otra vez. Como aquella sociedad europea que tras el final de la I Guerra Mundial hizo el firme (?) propósito de no volver a repetir nunca más aquella carnicería sin sentido, y bastó poco más de una década para hacer otra aún más cruel: la II Guerra Mundial. ¿Cómo ser optimista con estos mimbres?

Por lo que nos toca, la educación no tiene hoy mejores perspectivas que las que tenía antes de la pandemia. Sumidos en la implantación de una nueva ley partidista -la LOMLOE- tan inútil como todas las anteriores para resolver los verdaderos problemas del sistema educativo, ni siquiera escuchamos ahora el mantra de que es necesario un Pacto por la Educación para acabar con las pugnas partidarias y electoralistas que instrumentalizan la educación de todos de manera tan obscena. 

Los docentes que se incorporaron para reforzar los desdobles y grupos de apoyo durante la pandemia van desapareciendo paulatinamente y las CCAA siguen haciendo números para ahorrárselos en los próximos cursos. No hay mejoras organizativas de los centros para atender a la diversidad del alumnado y, como ha ocurrido con los sanitarios, se ha olvidado el servicio que prestaron muchos docentes durante la pandemia a costa de su tiempo libre, de sus propios ordenadores y de su propia familia. Las buenas intenciones y las buenas palabras de entonces se las llevó el viento de un vendaval de aplausos tan sensibleros y cursis como inútiles, y ni se ha mejorado su dignidad profesional, ni sus condiciones laborales, ni su formación inicial. Volvemos a la vieja normalidad, a lo rancio del españolito mezquino y peleón, y no a la nueva y utópica normalidad que nos quisieron vender. Todo en ti fue naufragio, como diría Neruda.

Este 2022 está terminando y no podemos hacer un balance siquiera medio satisfactorio de la educación en estos doce meses sin el azote de la pandemia. No hemos aprendido nada. Así que aquí les dejamos con un pasodoble de la chirigota "los hinchapelotas" dedicado a nuestros políticos. Como dicen ellos, lo que se merecen es que les mandemos a chupar banquillo, a chupar candaos o a chupar barrotes. Pero que se vayan todos cuanto antes. José Saramago lo narró muy bien en su Ensayo para la lucidez. Y eso es lo que nos falta: lucidez y vergüenza.


miércoles, 14 de diciembre de 2022

¡Por fin serán juzgados!

 

               INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA            

Ya se ha fijado fecha -febrero de 2023- para la celebración del juicio que resolverá la responsabilidad de la anterior cúpula de la dirección socialista en la Delegación de Educación de Sevilla por los lamentables hechos acaecidos hace ya varios años: la inclusión, de forma presuntamente fraudulenta, de la hija del que fuera Jefe de Inspección de dicha delegación provincial, el Sr. Alberto Moreno, en un puesto de trabajo que no le correspondía ni por méritos ni por capacidad. Vamos, lo que viene llamándose vulgarmente un enchufe en toda regla, saltándose todas las "idem". Más grave, si cabe, porque se trataba de la hija del Sr. Jefe de Inspección, o sea, de quién debía velar por la legalidad de los procesos administrativos, especialmente, de los procesos de selección y asignación de personal docente a determinados puestos específicos. Y más grave, aún, porque se trataba de la actuación en una zona educativa muy deprimida socio-económicamente, como es el barrio del Polígono Sur de la ciudad de Sevilla. Uno de los más pobres de España, no sólo de Andalucía.

En el embrollo participaron, además, como colaboradores -o cómplices- necesarios, la Jefa del Servicio de Ordenación Educativa, la Sra. Carmen Liébana (para la que la fiscalía pide pena de cárcel), el Jefe de Personal, el Sr. Luis Sanchís, y el propio Delegado Provincial de Educación, el Sr. Francisco Díaz; incluyendo, cómo no, en la lista de encausados, a la propia beneficiaria del enjuague, la Sra. Anaís Moreno, hija del susodicho Jefe de Inspección. El asunto, con ser grave, no muestra la profundidad de los comportamientos corruptos, ocultos y arbitrarios, que aquejaban a dicha delegación provincial por aquellos años. Liderado el equipo de dirección por un delegado provincial -el Sr. Díaz Morillo- que no tenía ni idea de los entresijos de la empresa que tenía entre manos, y sin la debida formación ni experiencia, abandonó en manos de un equipo directivo prepotente -y de dudosa ética profesional- la gestión de una delegación grande y compleja, quizás la mayor de Andalucía. El desastre se veía venir. Los casos de nepotismo, cazas de brujas, arbitrariedades administrativas y aprobados por decreto -esto es, por mis narices-, empezaron a surgir a cada paso. El equipo empezaba a cubrirse de gloria con el beneplácito de su delegado de educación. Y que, como hicieron los Sres. Chaves y Griñán en el caso de los ERE´s, se escudará, seguramente, en que él no sabía nada y que no se llevó dinero alguno. ¡Menudos jetas!

Todo esto empezó a fraguarse en el año 2012, cuando la Consejería nombró como Delegado Provincial al hoy encausado, y el globo fétido que fue hinchándose en los años siguientes explotó por los aires por una metedura de pata fruto de la impunidad con la que se manejaban estos personajes. El caso era pan comido: se trataba de la hija en paro de uno de ellos a la que había que "colocar" donde fuera y por encima de quien fuera. Para hacerlo se sirvieron de todo el poder que tenían y que hasta ese momento les había ido tan bien, y se saltaron todos los procedimientos legales establecidos -incluso falsificando documentos-. Primero, fue la denuncia de una docente que ocupaba un puesto por encima de la susodicha hija del Sr. Jefe de Inspección en las listas de selección para unos puestos específicos la que hizo saltar la liebre; posteriormente, el sindicato USTEA (no entendemos, o sí, por qué otros sindicatos como CCOO o FETE-UGT no se sumaron a dicha denuncia) remitió el caso a la fiscalía. Todo ello provocó el principio del fin de aquellos años de prepotencia, impunidad y descaro en la gestión educativa de la provincia de Sevilla. 

Una vez se hizo eco la prensa del caso -el diario EL MUNDO-, la Junta de Andalucía de la Sra. Susana Díaz inició un proceso de investigación interna, esto es, quiso lavar los trapos sucios en casa para silenciar el problema y que no le estallara en la cara. Tras dicha investigación "recolocaron" en la agencia IDEA al Sr. Delegado Provincial ¡premiado por hacerlo tan bien! (Por cierto, una agencia que jugó un papel lamentable en el uso arbitario de fondos públicos, como el caso de los ERE´s), pidieron la dimisión del Sr. Jefe de Inspección -que se fue de rositas- y destituyeron al resto de personajes. La beneficiaria del enchufe siguió, no obstante, ocupando la plaza que había obtenido de manera irregular. Pero la denuncia siguió para adelante, gracias a USTEA, y el próximo mes de febrero de 2023 se los juzgará en los tribunales. Tarde, pero se los juzgará.

Y se juzgará con ellos a toda una época de abusos en la gestión educativa que imprimió en Andalucía la última década del gobierno socialista andaluz (la del Sr. Griñán y la Sra. Díaz) y, especialmente, en la delegación de Sevilla. Este caso de la hija del Jefe de Inspección tan sólo fue la punta del iceberg de un sistema corrompido que venía arrastrándose desde varios años antes, como los ERE´s lo fueron del gobierno socialista en la Junta de Andalucía y que también afloró por un descuido en la mordida a un empresario hostelero.

¡Por fin serán juzgados, unos y otros! Y aunque en este embrollo educativo no se pudo tirar del hilo como en el caso de los ERE´s o de la Agencia IDEA, estos personajes, está forma zafia y cortijera de gestionar lo público, dejaron a la delegación educativa de Sevilla tan podrida que aún tardará varios años en recuperarse totalmente. Y eso que, a raíz de las destituciones y dimisiones, al curso siguiente se produjo la desbandada de muchos asesores, docentes y funcionarios de la delegación de Sevilla que dijeron ¡pies para qué os quiero!, ¡no vaya a ser que nos caiga algo de mierda encima! Casi todas las ratas abandonaron el barco, muchas con nombres y apellidos muy (re)conocidos por esos lares en aquellos años. ¡Dios los cría...!

En el siguiente vídeo tienen a uno de estos personajes, el Sr. Delegado de Educación, dando "explicaciones" a los padres y madres de un centro educativo sevillano, donde grita varias veces, ¡yo no soy un corrupto, no soy un corrupto! Juzguen ustedes, a ver qué les parece el sujeto.


lunes, 12 de diciembre de 2022

"La lección"

 

               INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA               

"La lección" es el título de una serie de producción israelí que versa sobre la problemática de un profesor de secundaria -de educación cívica- con una alumna, al proponerle un trabajo en clase. La primera impresión que nos queda después de ver esta premiada y controvertida serie -de 6 capítulos- (en FILMIN) es aquella de que "mal de muchos, consuelo de tontos". Porque parece mentira que los problemas de un centro israelí sean tan parecidos a los que podemos encontrar hoy en los nuestros. Y más cuando se trabaja con adolescentes y jóvenes. En esto, la problemática que muestra la serie es de tal verosimilitud, sin caer en tremendismos ni sensiblerías, que se compadece punto por punto con nuestra realidad diaria como docentes, salvando las distancias y problemas propios de la sociedad hebrea.

La segunda, más sosegada, es que la educación en la cultura occidental está condenada al más absoluto fracaso por el camino que vamos y que la huida de los docentes será inexorable en los próximos años, primero a cuentagotas, después, en estampida, porque la presión que soportan por parte de padres, madres, directores de centro, inspectores, administración o sindicatos se muestra cada vez más asfixiante e invasiva. Para más inri, esta huida afectará a los más capaces y comprometidos con su profesión, los vocacionales, los que tratan de tomarse en serio la importante función social que se les ha asignado. A los docentes burócratas, los que van a firmar el parte del día y se largan del tajo cuanto antes, aquellos que tienen los papeles en regla pero no ponen en juego sus valores ni su personalidad en el empeño, les da igual que el sistema se caiga a pedazos con tal de que a ellos no les coja debajo. Quizás sea una posición más inteligente visto lo que se nos viene encima, pero desde la ética profesional es, sin duda, reprobable.

La tercera impresión, ya postrera, es que la serie es un golpe en la mesa, una denuncia en toda regla de la sociedad de la (des)información, la manipulación política, el cáncer de los móviles y las redes sociales, la relación de dependencia que crea en los más jóvenes, la desresponsabilización o incapacidad de las familias en la educación de sus hijos, su alejamiento de los valores modernos - que no postmodernos- de la institución escolar, el desconcierto del consumo desenfrenado, la injusticia de las brechas sociales creadas por el mercado, las ideologías nacionalistas, la banalidad de la violencia, etc..., Una compleja situación que proclama la muerte de la escuela como institución tal y como hoy la conocemos. Si no la matan entre todos morirá ella sola por inanición y, entonces, habrá que inventar otra cosa para "entretener" al personal que, si dios no lo remedia, vendrá con seguridad del mercado y/o la política en su peor acepción, para seguir siendo utilizada como semillero de consignas, de consumidores adocenados y sin capacidad de análisis, de analfabetos políticos y éticos, de incapaces sociales, de ciudadanos convertidos en meros clientes sin derecho a protestar siquiera.

Para que juzguen Vds. mismos, aquí les dejamos con un tráiler de la premiada serie "La lección" y les recomendamos que, si pueden, y aún no la han visto, le echen un vistazo. No se arrepentirán.


jueves, 8 de diciembre de 2022

El maestro que no hacía programaciones.

 

               INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA               

Lo que vamos a relatar sucedió hace años, décadas diríamos, pero hoy, sorprendentemente, sigue siendo una historia de actualidad. En aquellos días, se había obligado al profesorado por ley -¡cómo no!- a realizar unas programaciones de aula muy detalladas. Tan detalladas que, a pesar de utilizar un tamaño de letra muy pequeño, no cabían en un folio normal, había que utilizar "sábanas" de hojas pegadas con cinta adhesiva. Cada sábana era de por sí inmanejable y acababa por deteriorarse si se abría o cerraba con frecuencia. Riesgo que no se corría porque su utilidad quedaba relegada a enseñársela al director o inspector de turno cuando viniera a pedirlas. Todos sabían que la sábana, en realidad, no servía para planificar la actividad del aula. Cada maestro/a seguía utilizando sus propios recursos y actividades, sus libros de texto o de lectura, su tiza y su pizarra, como venía haciendo antes de que la desafortunada ley le obligara a cumplimentar una programación artificiosa e incompresible que sólo le hacía perder el tiempo y la paciencia.

Y en estas que llegó al colegio un inspector de aspecto sombrío y seco. La noticia corrió por los pasillos del centro como la pólvora. Cada maestro/a sacó de su maleta la dichosa programación obligatoria: un conjunto de "sábanas" impolutas que supuestamente explicaban lo que hacían en el aula y cómo evaluaban al alumnado. El miedo se deslizó por debajo de las puertas de las clases como el viento que anuncia tormentas -o tormentos-. Todos a la espera de que el Sr. inspector abriera al azar -y sin llamar- la puerta del aula donde se produciría el temido interrogatorio.

Acongojado, a la vez que aliviado, el profesorado del centro se reunió al final de la jornada en la sala común para compartir experiencias, una vez que el severo inspector había abandonado el colegio. Sólo uno, un maestro con muchos años de experiencia y que había llegado procedente de una escuela rural, parecía satisfecho y tranquilo. Como no lo conocían mucho no se atrevían a preguntarle. Al final, tras varios gestos cómplices entre algunos de los asistentes, un joven maestro que acababa de incorporarse a la docencia tras las oposiciones, se dirigió a él:

- Mario, ¿ha entrado el inspector en tu clase?

- Sí, ¿por qué?

- Por nada, es que te veo muy tranquilo. Supongo que le habrás enseñado tu programación y estaba bien hecha, ¿no?

- Bueno, algo así.

- ¿Cómo que algo así?

- Pues eso, que al entrar en mi clase me dijo que si tenía hecha la programación...

- ¿Y? -le apremió el novato.

- Pues le dije que sí, que la tenía hecha. A continuación, me pidió que se la enseñara y le dije que no podía hacerlo.

- ¡....!

- ¡Cómo que no puede usted enseñármela!, me dijo el inspector algo nervioso. 

- ¿...?

- ¡Porque la tengo aquí!, le dije señalándome con el dedo índice la sien.

- ¡No me lo puedo creeer! ¡jajajaja! ¿Y qué hizo el inspector?

-  Se fue por donde había entrado. 

El maestro dio media vuelta y salió de la sala tan tranquilo. Los atentos profes allí congregados no salían de su asombro. Cada uno se fue a su casa anticipando al maestro un final a cual más grave. ¡Total, por no hacer una "sábana" de papel que no servía para nada! No valía la pena arriesgarse por esa tontería.

 

Final: esto es un caso real, sucedido en un colegio real de un pueblo real. Al maestro que "guardaba" sus programaciones en la cabeza no le ocurrió absolutamente nada, antes bien, su valor y popularidad crecieron en los años siguientes. El severo inspector no volvió a pasar por el centro hasta pasados unos meses y nunca se refirió a lo sucedido. Aquella ley educativa se derogó al poco tiempo. Dejaron de hacerse "sábanas" de programaciones por obligación. Al fin y al cabo, todos admitían que sólo suponían un papeleo inútil e incomprensible. Pero lo que no sabían los maestros y maestras de ese cole es que no tardarían en volver a hacer "sábanas" de programaciones con otra nueva ley educativa. Y así, una tras otra. Menos el maestro, claro. Este siguió guardándolas todas en su cabeza. Definitivamente, no aprendemos.

 

Volvemos a una intervención hilarante de Ken Robinson sobre cómo las escuelas matan la creatividad. No tiene desperdicio. ¿Existe alguna programación escrita y obligatoria por ley que lo evite? Claro que no. Porque lo más relevante que ocurre en un aula ni se ve ni se puede prever ni programar. Es el manejo de lo imprevisible, lo oculto y lo sorprendente lo que hace a un buen profesional de la docencia. En gran medida, enseñar es un arte colectivo que se hace con personas, en vez de con pinturas o madera, y no la aplicación mecánica de protocolos pseudotecnológicos. Y eso no puede plasmarse en una "sábana" ni en un hoja de cálculo o un programa informático y, mucho menos, en una ley. Educar depende de la personalidad, la formación, la experiencia y las cualidades de cada maestro, de cada maestra. Eso es lo que hay que cuidar.

 

lunes, 5 de diciembre de 2022

De profetas, gurús y sinvergüenzas educativos.

 

               INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER               

La educación siempre ha sido un campo abonado para que frívolos, vendepatrias, sinvergüenzas o "profetas" hagan su particular agosto, casi siempre por motivos económicos o electoralistas. Lo que parece mentira es que en pleno s. XXI aún tengamos tantos personajes de esta calaña paseándose por los alrededores del sistema educativo aunque, eso sí, se les nota a la legua que ni por asomo saben, ni quieren experimentar, lo que es la realidad de un aula a diario. Pontifican lo que tenemos que hacer los docentes o los medios que tenemos que utilizar en el aula, pero jamás se meterán en una cualquiera para aplicarse el cuento. Por eso viven siempre en la periferia del sistema educativo. Ahí, donde se está más "calentito" y alejado de los verdaderos y pringosos problemas de la docencia. Propónganle al político pontificio, al profesor experto o al señor inspector supervisor que hagan ellos mismos una demostración de lo que pregonan en una clase de 3º de ESO y verán lo rápido que se quitan de en medio. De ahí que autores tan reconocidos, sobre todo en otras latitudes, hayan defendido desde hace décadas que sólo los "prácticos", los docentes de a pie de clase, pueden articular alternativas viables, innovadoras o investigadoras en el campo educativo. La innovación, la reforma o la investigación educativas viajan siempre de abajo-arriba y no al revés, como demostraron Freire, Freinet, Montessori, Makarenko, Ferrer i Guardia y tantos otros. (Para ampliar el tema remitimos a obras de Andrew Hargreaves, John Elliott, Wilfred Carr, Ken Robinson o Walter Doyle, por citar tan sólo algunos ejemplos de este planteamiento desde distintas perspectivas). 

Pero, desgraciadamente, la ansiedad, el desconcierto, la indefensión o la mala formación de muchos docentes les hace ser víctimas propiciatorias de ocurrencias, consignas, pócimas milagreras, sectas o tecnologías baratas que lo único que pretenden es ganar dinero, sumar feligreses o aglutinar poder gracias al complejo entramado de fuerzas y demandas que se esconden en el seno del sistema educativo de un país. No hay nada como la ignorancia, la soledad y la desorientación para que una persona busque desesperadamente la solución mágica, el pensamiento simple, la receta ideal que nos librará del mal, nos alejará de la realidad o nos permitirá lidiar con ella en mejores condiciones. Una búsqueda que sabemos destinada a la melancolía pero a la que muchos docentes no renuncian a pesar de los reiterados ejemplos que demuestran su ineficacia. En muchos casos dichos docentes parecen comportarse más como devotos abandonados en busca de dios, o de dioses, que como profesionales en busca de conocimientos o experiencias constrastadas. Es lo que genera en algunos la insoportable ausencia de respuestas sencillas y eficaces que les permita convivir con una realidad compleja, esquiva o insatisfactoria como suele ser su experiencia diaria en el aula.

Y de esta debilidad profesional se aprovechan muchos "listos y listas: políticos, gurús, empresas con mucho ánimo de lucro, sinvergüenzas, profetas, vendepatrias o meros delincuentes. Así que, hoy día, lo más importante para un docente es distinguirlos con rapidez, lo que no suele ser fácil porque sus propuestas suelen venir envueltas en bonitos discursos, regalos baratos, taimados chantajes o palmaditas en la espalda. Pero cualquier docente posee dos preguntas fáciles para desenmascararlos: ¿quién gana dinero o poder con dicha propuesta? y ¿qué fundamentos científicos o experimentales la sostienen? Sí, exactamente como se podría desenmascarar a cualquier vendedor de crecepelo milagroso.

Sólo los docentes somos capaces de generar conocimiento profesional contrastado. No lo hará por nosotros ningún político, ninguna empresa, ningún profeta, ningún mago sin magia. Mientras estemos esperando que alguien de la periferia -o del rompimiento de gloria- del sistema nos resuelva la papeleta diaria seguiremos siendo vendidos al mejor postor, esperando el maná que nunca llega, la ley que nunca resuelve, el cacharrito que nunca funciona. 

Alejémonos de estos "comemieldas" -como diría un habanero castizo- y construyamos, aunque sea lentamente, un conocimiento profesional propio. Huyamos como de la peste de soluciones simplistas, curas laicos o confesionales, payasos cantamañanas o aparatitos milagrosos. Colaboremos y cooperemos entre nosotros, desconfiemos de cualquier ley por mucha "calidad" que pregone y demandemos más recursos, más dignidad profesional y mejores condiciones laborales. Esa sí que es una responsabilidad de los poderes públicos. Lo demás, enseñar, educar, debe ser cosa nuestra. Nuestra responsabilidad.

El saqueo sistemático que estos comemieldas están haciendo a costa de la dignidad, la autoridad y la autonomía pedagógica del profesorado es parecido al siguiente vídeo de José Mota. Reírse, reírse.

 

martes, 29 de noviembre de 2022

De los polvos de la LOGSE a los lodos de la LOMLOE.

 

                INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER              

Se han dicho muchas cosas de la LOGSE (1990), la mayoría malas, algunas buenas, pero casi todas, malas o buenas, han errado el tiro por mucho al centrarse en los aspectos más "ideológicos" de la ley, los que más suelen vender los políticos y comprar los medios de comunicación. En pocos sitios se ha hecho una crítica razonada de sus pocas luces y sus muchas sombras. Es cierto que treinta años después a casi nadie le interesa ya el tema, pero si queremos entender algo del naufragio en el que se encuentra nuestro sistema educativo actual deberíamos analizar por qué y cuándo se empezó a agujerear su casco. Veamos.

La LOGSE (1990) fue un mayúsculo error estructural, curricular y presupuestario. A partir de ahí, esa tormenta perfecta de equivocaciones se mantuvo tronando durante décadas porque las leyes posteriores -tanto las del PSOE como las del PP- lo único que hicieron fue enfangarse aún más en sus lodos. Ninguna hizo nada por corregir los graves errores iniciales. Al contrario que muchos, nosotros pensamos que LOGSE, LOCE, LOE, LOMCE y LOMLOE tienen más cosas en común que diferencias."Batallitas" como la de la Educación para la Ciudadanía, la Religión o las pruebas -que sí, que no- de septiembre, sólo han sido eso, batallitas que escondían la incapacidad y la poca voluntad de solucionar los graves problemas originados por la LOGSE. Para resumir, podemos desglosarlos en tres grandes apartados:

Errores estructurales: cierto que la LOGSE implantó un cambio estructural del sistema educativo que acabó con la doble vía configurada por Preescolar, EGB, (BUP o FP), pero la cerró en falso. La Educación Infantil (0-6) que trataba de acabar con la dualidad Guardería-Preescolar, lo único que ha hecho todos estos años ha sido consolidarla paradójicamente. Nunca se apostó por la construcción de Escuelas Infantiles 0-6. Fue uno de los muchos engaños -que no errores- de la LOGSE. La Educación Primaria se convirtió en una mini-EGB con dos cursos menos, dividida en tres ciclos como aquella. Se le impidió, así, ser una etapa con sentido propio sin tener que mirar y preparar para la ESO. La ESO, por su parte, ha sido el mayor desastre de la reforma estructural LOGSE. Estuvo mal planteada desde el principio. Nunca ha funcionado bien ni funcionará en el futuro. Concentra todos los desajustes del sistema creando una bolsa de problemas irresolubles que sólo  se han intentado paliar con la bajada de niveles y/o la relajación de las exigencias académicas o evaluadoras (Vean aquí la última ocurrencia de la Comunidad Valenciana para calificar al alumnado en 1º y 3º de ESO). Y, finalmente, el Bachillerato ha perdido su identidad y su sentido -con respecto al anterior BUP- al reducirse a sólo dos cursos muy diversificados tras una ESO muy comprensiva que nunca ha contado con las necesarias medidas de atención a la diversidad para resolver la excesiva heterogeneidad de un alumnado "cautivo" -que no cautivado- bajo sus enseñanzas. En el fracaso de la FP no hace falta extenderse, basta constatar que la prometida "solución" de las enseñanzas profesionales ha formado parte de todos -TODOS- los programas electorales desde 1982, que muchas CCAA vuelven a crear los centros específicos de FP que la LOGSE eliminó, y que, en la actualidad, sólo la iniciativa privada está sacándola adelante ante el tapón colosal que supone las decenas de miles de estudiantes que durante décadas no han podido acceder a los grados profesionales por falta de ciclos y plazas públicas.

Errores curriculares: en esencia el currículo de las etapas educativas se ha mantenido constante -o en delirante aumento- desde la LOGSE. Por cierto, la LOGSE no supuso tampoco una ruptura con los anteriores programas renovados de la UCD de 1981. Tan sólo se limitó a maquillarlos con moderneces -como las áreas transversales, que nunca llegaron a funcionar- pero su núcleo disciplinar-académico-enciclopédico se ha mantenido intacto hasta la actual LOMLOE, por mucho que sigan predicando a sus feligreses que es un currículo elaborado por competencias. Ni por asomo. Por esa razón, durante todos estos años no ha sido necesario reformar la formación inicial del profesorado, ha bastado con darle un barniz de vocabulario en los CEP´s -o en el BOE- cada vez que se publicaba una nueva ley, y santas pascuas: constructivismo, transversalidad, competencias básicas, descriptores operativos, perfil de salida, rúbricas, situaciones de aprendizaje, etc., sin que la mayoría del profesorado entendiera nada. Tampoco hacía falta. Más barato imposible. Y a eso vamos.

Errores presupuestarios: en nuestro país nunca se ha invertido en educación en la medida que lo exigía adaptar y modernizar el sistema educativo heredado de la dictadura. Un sistema empobrecido y mal organizado que durante la larga posguerra se entregó a la iniciativa religiosa católica. Desde 1978, nunca, nunca, hemos superado la media europea en inversión educativa, ni siquiera cuando se aprobó la LOGSE, uno de cuyos errores más notables fue no acompasar los cambios que propugnaba con el dinero que hacía falta para implantarlos. Pero como las desgracias nunca vienen solas, lo poco que se ha seguido invirtiendo con las leyes posteriores se ha gestionado aún peor. Diecisiete CCAA -o quince si lo prefieren- han sumado ocurrencias y dislates a los del propio Estado y han malgastado o tirado directamente a la basura millones de euros que -con más cabeza y prudencia- hubieran podido ser destinados a mejor fin. Los ejemplos son numerosos: sólo por citar algunos de Andalucía, la compra masiva de ordenadores personales para cada estudiante -ya no queda ni uno-, la creación de los llamados centros TIC y DIG, con cambio de mobiliario y equipamientos -ya sólo quedan sombras-, o el Plan de Calidad -pagar al profesorado por aumentar los porcentajes de aprobados- que fracasó estrepitosamente-, han supuesto lacerantes muestras de irresponsabilidad política y nefasto manejo de los dineros públicos. Suponemos que, en otras CCAA, los ejemplos serán otros pero de parecido tono esperpéntico. Realmente, se ha utilizado el presupuesto educativo para la rentabilidad electoral, como en tantas otras cosas, -las obras públicas que ahora inundan nuestros pueblos y ciudades ante las próximas elecciones municipales son un buen ejemplo-.

En fin, para terminar, cuando se juntan todos estos errores, y se repiten ley educativa tras ley educativa, el resultado es obvio: naufragio absoluto del sistema educativo, desazón, desánimo y desconcierto del profesorado, agujero económico y desesperación por no adivinar siquiera la luz al final del túnel. Y lo de crear una nueva comisión parlamentaria para consensuar un Pacto de Estado por la Educación con vocación de estabilidad -al menos a veinte años vista- ya sólo suena a chiste macabro. Y no encontramos otra salida. Mientras tanto, a la ciudadanía se la mantiene entretenida en otras "batallitas", se la distrae con tonterías y cada cual al final sólo mira para lo suyo... Y la casa sigue sin barrer.

Faemino y Cansado representan un examen oral delirante en el siguiente vídeo. Estremece que se parezca demasiado a la realidad actual de algunas aulas. Será que no conocen la importancia del perfil de salida y la rúbrica. O no.


jueves, 24 de noviembre de 2022

Aprobar sin aprender nada es una estafa.

 

               INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA              

Analicemos un caso real sucedido hace años en un instituto de secundaria. Ocho alumnos procedentes de otro centro del mismo barrio se matriculan en primer curso del grado medio de FP de Informática. Al poco de ingresar, finales de septiembre, la tutora del grupo demanda al Departamento de Orientación que el equipo docente tiene un problema con dichos alumnos: no se enteran de nada y, por tanto, no pueden participar en clase, ni hacer los ejercicios. No sufren de sordera ni nada por el estilo, simplemente, no entienden las explicaciones de los profesores ni saben los rudimentos básicos de aprendizaje: lecto-escritura, hábitos de trabajo, conocimientos básicos, etc... Incluso llegan a sugerir si no estarán aquejados de algún tipo de discapacidad o trastorno.

Despejado cualquier tipo de discapacidad o trastorno de aprendizaje que les impida seguir las clases, el orientador observa en los expedientes que los ocho han obtenido el Título de la ESO, si bien con unas calificaciones muy bajas y varias materias suspensas. Puestos en contacto con la orientadora del centro de procedencia de los alumnos, esta les comenta que los equipos docentes les otorgaron el Título a dichos alumnos bajo la condición de que las familias, que insistieron mucho en que se les diera el título, no los matricularan en Bachillerato ni en grados complicados de FP. Como quiera que dicha condición no se contempla legalmente, es obvio que las familias hicieron a continuación lo que consideraron más oportuno. Y ante la pregunta de por qué los habían matriculado en el grado medio de informática contestaron que a sus hijos les gustaban mucho los ordenadores, lo que evidenciaba un gran desconocimiento de los requerimientos académicos de dicho grado.

Reunidos -orientador y tutora- con las familias de los ocho alumnos, se les informó de que el grado en que los habían matriculado estaba muy lejos de sus posibilidades académicas reales, ni siquiera con ayuda, por lo que estaban abocados a la frustración y al fracaso. Las familias, sorprendidas e indignadas a partes iguales, preguntaron qué se podía hacer entonces. Se les comunicó que deberían intentarlo en otro tipo de estudios más acordes con sus capacidades e intereses. Al insistir en el tema informático se les informó que existía -por entonces- un Programa de Garantía Social de dicha familia profesional pero que, al poseer el Título de la ESO, sus hijos no podían acceder al mismo. Las familias dijeron que esa posibilidad no se les había comunicado -lo que la orientadora del centro negó después-; entonces, decidieron solicitar al centro de procedencia que se les retirara el título concedido, pero se les comunicó, lógicamente, que eso ya no era posible. A la sorpresa e indignación le siguió la desolación. ¿Y ahora qué hacemos? ¿Es posible matricularlos en alguna otra enseñanza para este curso? ¡No los vamos a dejar en casa sin hacer nada!

Esta es una de las situaciones más tristes que genera la "estafa" de otorgar títulos, de aprobar materias, sin haber alcanzado los conocimientos necesarios. Al final, son las familias y sus hijos los que sufren esta aparente ilusión de "regalar" títulos y aprobados que, a la postre, no sirven para nada, tan sólo para enmarcarlos en el salón de casa. De este modo, los porcentajes de aprobados y titulados pueden seguir creciendo a costa de la rebaja de contenidos o de la menor exigencia en la evaluación y titulación, pero dichos porcentajes no serán otra cosa que un gran engaño, una estafa masiva, que recaerá sobre las espaldas de los más desfavorecidos. Con esta barata política igualitaria el sistema educativo dejará de ser un instrumento de "ascenso social" a través del logro personal, porque todos habrán "ascendido" engañosamente. Aunque, desde luego, será la realidad académica posterior o, peor aún, el propio mundo laboral los que, lastimosamente, se desharán de todos aquellos que no cumplan los requisitos supuestamente alcanzados por una titulación engañosa.

La política de abaratar exigencias y conocimientos, el eslógan de "títulos para todos", tanto en la enseñanza secundaria como en la universidad, va a tener un alto coste social y laboral cuyos perversos efectos sufriremos en poco tiempo, sobre todo, los sufrirán los de siempre, los más desfavorecidos -porque las clases medias-altas ya se buscarán sus propios mecanismos para sortearlos-. Mientras, los partidarios del igualitarismo populista y la propaganda "yuppi", los detractores del esfuerzo y de los conocimientos, se irán de rositas sin responder de sus errores e, incluso, algunos ilusos aún se creerán que estábamos en el mejor de los mundos posibles. Sentimos desilusionarlos ahora. Pero la realidad lo hará después, y de manera aún más cruel.

Nosotros, al menos, lo haremos con una sonrisa. Y, si no, vean ese futuro en el siguiente vídeo de José Mota.


lunes, 21 de noviembre de 2022

Cambiemos la programación para aprobar a más gente.

 

                  INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA                

La actual LOMLOE, como otras leyes educativas anteriores, quiere imponer un nuevo diseño de la programación de aula a los docentes cuyo único fin -oculto- no es otro que el de aumentar los porcentajes de aprobados, aún tan mermados a pesar de los esfuerzos de nuestros políticos educativos por devaluar los conocimientos y los aprendizajes desde la LOGSE (1990). De camino, se lleva por delante la competencia del profesorado en la programación de su enseñanza, su autonomía pedagógica, las necesidades y exigencias de su práctica docente y el sentido común. Hemos llegado a esta conclusión descartando las opciones más probables. Veamos.

"Afuera parte" de los desatinos conceptuales de la programación que se quiere imponer -y que ya hemos analizado en entradas anteriores- no encontramos otro motivo de este improvisado cambio que el de incrementar la complejidad -confusión, mejor dicho- del nuevo diseño de situaciones de aprendizaje para que el profesorado se entretenga más en hacer dicha programación en papel que en mejorar realmente la práctica docente y la evaluación del alumnado. En Andalucía, los inspectores -con la ayuda ovina de muchos equipos directivos- están obligando a  hacerlas a modo de "ejercicio", como si los docentes y alumnos fueran cobayas de un experimento, o como si no tuvieran otra cosa mejor que hacer que perder el tiempo en esta estupidez. 

Estupidez -aunque más bien sinvergonzonería- por lo siguiente: en primer lugar, llama la atención que desde la reforma LOGSE no se haya acompañado cualquier cambio conceptual o instrumental en la enseñanza por un conjunto de materiales didácticos ejemplificadores a modo de orientación o ayuda y no como obligación -recuérdense las denominadas "cajas rojas y verdes" de entonces-, sino que se haya actuado a golpe de normativa para que los docentes cambien -sin motivo expreso ni argumento alguno más alla de la propia ley- sus prácticas de enseñanza, siguiendo así la consigna habitual de las criticadas "reformas ilustradas" (hagamos una ley y después formemos al profesorado para que la entienda) que cursan de arriba-abajo (yo ordeno y tú obedece), una estrategia política que siempre se ha constatado errónea y contraproducente.

En segundo lugar, no existe ningún cuerpo de investigaciones o estudios que haya demostrado que esta forma de programar sea más efectiva o adecuada que las anteriores. Como ocurre desde hace décadas en nuestro país, se implantan instrumentos, protocolos, programas, diseños e instrumentos didácticos que no gozan de ningún apoyo experimental previo, ni reconocimiento internacional, ni surgen de las propias prácticas educativas, sino que se lanzan para, a posteriori, inundar con "expertos" y "cursillos" de aluvión la oferta de la llamada (de)formación permanente (CEP´s, fundaciones con ánimo de lucro, colectivos de iluminados, magos y gurús, cuyo principal fin es hacer pasta con los incautos). Y en tercer lugar, no se pueden imponer instrumentos o técnicas didácticas o pedagógicas desde el BOE, o desde el BOJA. Los boletines oficiales no están pensados para eso. Estas iniciativas deben surgir de investigaciones independientes o de las propias prácticas consensuadas del profesorado no universitario, y que son publicadas habitualmente en medios o revistas específicas de reconocido prestigio. 

Resulta llamativo, por otra parte, que la presente reforma de la programación impuesta por la LOMLOE, diseñada por profesorado universitario (César Coll, Elena Martín), no se implante en la docencia universitaria si tan eficiente es para mejorar la enseñanza. Quizás sea porque estos docentes aún gozan de su libertad de chatedra y cuentan con autonomía pedagógica para poder rechazarla. El mejor ejemplo de ello es el naufragio que ha supuesto la reforma universitaria del Plan Bolonia en el pretendido cambio metodológico de sus docentes. Cualquier padre/madre con hijos en esas edades -o cualquier joven universitario- ha podido comprobar en sus propias "carnes" el evidente fracaso, y el consecuente trasvase de alumnos que se está produciendo de la universidades públicas a las privadas.

Por todo ello, la única justificación que nos queda para ordenar este cambio improvisado y nada razonado del diseño de la programación de aula de la actual LOMLOE es el intento de confundir y dificultar la evaluación del alumnado con el innoble propósito de aumentar los exiguos porcentajes de aprobados en nuestro país y reducir el número de repetidores. Iniciativa, por cierto, que podría considerarse continuista con la implantación de las llamadas programaciones por "unidades didácticas" de las anteriores LOGSE y LOE socialistas. Otros lo llamarían simplemente engaño o estafa.

Seguimos defendiendo, para terminar, que debe ser el profesorado en ejercicio el que debe tomar la decisión de cómo programar la enseñanza en su aula, evidentemente de acuerdo a lo establecido en el Proyecto Educativo del centro. Pero, esta programación se puede organizar por temas, centros de interés, proyectos de trabajo o unidades didácticas, o una mezcla o secuencia de todo ello; y puede escribirse en ordenador, en papel cuadriculado o de dos rayas o grabarse en una "barra de nieve" y, desde luego, no tendría por qué subirse al programa Séneca si no se quiere. En cualquier caso, sigue siendo una estupidez -y lo sabemos desde el establecimiento de los Programas Renovados de la UCD en 1981- el evaluar o supervisar las programaciones de papel cuando lo que interesa es evaluar las prácticas en un aula concreta, de un centro concreto, en un lugar concreto, por un docente concreto. Cualquier otra ocurrencia estará destinada al fracaso, a la mera sumisión burocrática o al claro rechazo de lo que se pretende. Nada bueno para nadie, y menos para la educación.

Es verdad que en este blog hablamos mucho de tonterías y estupideces cometidas por nuestros políticos educativos u otros actores educativos. Pero si creen que la estupidez es un problema menor que la maldad y que no merece nuestra atención o condena sino nuestra compasión, deben de ver el siguiente vídeo: la Teoría de la Estupidez de Bonhoeffer. Son más peligrosos los estúpidos que los malvados. Cuidado.


domingo, 13 de noviembre de 2022

Cathedra mea, regulae meae: la autonomía perdida.

 

               INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA             

¿España es un país centralista o descentralizado en materia educativa? Buena pregunta. Aparentemente es un país descentralizado -mejor descoyuntado- en diecisiete CCAA, en diecisiete sistemas educativos, dicen algunos. Todas con competencias plenas en educación exceptuando Ceuta y Melilla que dependen del Ministerio. En consecuencia, todos los preámbulos y articulados de las diferentes leyes educativas proclaman -cómo no- la tan cacareada autonomía pedagógica de los centros y de su profesorado a la hora de diseñar y desarrollar la enseñanza. Pero, lamentablemente, hemos de recordar que por más que se escriba una mentira, incluso en el BOE o en el BOJA, no se convierte jamás en una verdad.

Hemos logrado en treinta años una hazaña única: nuestro sistema educativo posee lo peor de los sistemas centralizados -regulación profusa y rígida a nivel nacional, ausencia de toma de decisiones reales en los centros escolares, reformas ilustradas dictadas desde arriba, supervisión ideológica...-, y lo peor de los sistemas descentralizados -descoordinación entre CCAA y Estado, ausencia de evaluaciones del sistema nacional, incoherencia curricular, pugna y brecha entre territorios...-. Un carajal. Partiendo de lo ideal, como nos ocurre tantas veces, hemos hecho un pan como unas tortas. Eso sí, un pan muy caro que consume gran cantidad de recursos públicos y que, para colmo, se invierte y gestiona de manera desigual y poco eficiente, lo que ha provocado brechas insalvables entre las CCAA. Una divergencia que, lejos de reducirse en democracia, ha seguido aumentando con los años y configurando comunidades ricas y comunidades pobres. Como ejemplo: el gasto por alumno/año en País Vasco o Navarra casi duplica el de Andalucía -según datos de 2018 del propio MEC.

Pero, centrémonos en el tema. Frente a la apariencia legal de descentralización educativa -más bien descontrol que otra cosa- la autonomía pedagógica de los centros y de los profesores hoy no es más que UN CUENTO. Un patético cuento de hadas -íbamos a decir chino, pero no queremos herir susceptibilidades culturales- que se reproduce en el BOE una y otra vez desde la Constitución de 1978. Desde ese origen, la intención oculta de nuestros administradores públicos siempre ha sido cómo poder conciliar un aparente "estado de las autonomías" con un sistema educativo centralizado, esto es, controlado y dictado desde arriba hasta en los más tontos detalles, dejando sólo unas migajas para las poco fiables CCAA, y ni eso para los centros y los docentes que, prácticamente, tienen poco que decidir que sea verdaderamente significativo: la metodología, dicen algunos ingenuos. (Un inciso: incluso aunque el Estado les dejara un amplio margen de decisión a las CCAA, muchas de ellas no harían otra cosa que acabar en sus propios territorios con la autonomía pedagógica de sus centros y de sus docentes, y volveríamos al mismo problema).

Este pecado original -descentralización política y vocación de centralismo educativo- ha generado distorsiones, traiciones y abusos tales que muchos ya comienzan -y no sólo los de Vox- a pedir el regreso a un Estado centralista en todos sus términos, prioritariamente en el ámbito educativo, queriendo acabar así con las competencias de las CCAA. Hay que recordar que el estado de las autonomías se articuló para dar acomodo a las reivindicaciones nacionalistas de las comunidades "históricas" -como si las demás no lo fueran- pero, a la postre, parece haberse convertido en un estado fallido que no ha resuelto el problema inicial y, encima, lo ha agudizado; además, de resultar muy caro de mantener. Quizás el diseño inicial no estaba mal pensado sobre el papel -Constitución del 78- pero viene naufragando desde hace años por causa de un desfile interminable de políticos incompetentes, desleales, mediocres, traidores, orates y cortoplacistas, incapaces de ver el todo para conformarse con las hojas de los rábanos. Quién le iba a decir a los "padres constitucionales" que sus hijos les saldrían ranas, cuando ahora lo que se lleva es matar al padre y encamarse con la madre patria -siguiendo a Freud.

En fin, a lo que vamos, la prueba del algodón de todo este desaguisado provocado por el reiterado uso partidista y autoritario de la política educativa no es otra cosa que un profundo desprecio-por y una gran desconfianza-en el profesorado. Dando la razón a algunos de volver al franquismo sociológico o, quizás, es que no lo hemos abandonado del todo nunca. Si no, no se explica ese uso machacón y torticero de la educación que siempre ha negado de facto cualquier atisbo de autonomía pedagógica real por parte de centros y docentes. Si no se la cargara el Estado, se la cargarían las propias CCAA. Aquí están algunos ejemplos de lo dicho: la renuncia definitiva a la reforma de la formación inicial del profesorado, la aplicación de reformas cosméticas de los cursos de capacitación para docentes -ahora MAES de secundaria-, la determinación del 120% de los contenidos curriculares -Reales Decretos de Enseñanzas Mínimas, ¡ja!- para que ni las CCAA ni los centros puedan introducir los propios, la ausencia de controles de calidad educativa pero sí de supervisión ideológica de centros y de docentes a través de los servicios de inspección autonómicos, el deterioro institucional de la Alta Inspección o la aplicación de "reformas ilustradas" de arriba-abajo que nunca cuentan con el profesorado ni con la ciudadanía.

En fin, en la actualidad, lo de la autonomía pedagógica no se lo cree nadie por más que lo sigan escribiendo en los papeles oficiales. Y, quizás, lo más triste de todo sea que un sector del profesorado ni la quiera, porque autonomía pedagógica exige formación y responsabilidad profesional para justificar y dar cuenta de las decisiones que se toman. Y en un sistema educativo agotado, con un profesorado acostumbrado a obedecer consignas y seguir dócilmente ocurrencias de iluminados, a pasar páginas de libros de texto realizados por otros para ganar dinero, a ser desautorizado por las propias instancias educativas cuando no directamente agredido por unos pocos desalmados, es muy fácil caer en la desprofesionalización, la desgana y la alienación laboral. Así, que ¡vivan las caenas! y que decidan otros.

Es triste, pero un profesorado cautivo y desarmado lo último que pedirá será autonomía pedagógica; por el contrario, se tragará su dignidad, obedecerá mansamente lo que le manden y huirá de los problemas siempre que pueda. Así cree que sobrevivirá más tiempo en el tajo, quizás, pero al final TODOS, TODAS, perderemos el partido, incluso los irresponsables políticos que nos han conducido hasta aquí, eso sí, con la ayuda inestimable de nuestros votos. Que todo hay que decirlo.  

Cathedra mea, regulae meae -mi silla, mis reglas. ¿Autonomía pedagógica?: una silla y unas reglas tan perdidas como el arca de la alianza. ¿Cómo recuperarla? ¿Necesitaremos a Indiana Jones? Malos tiempos para los héroes y para la poesía. Sólo se nos ocurre lo que nos muestra el siguiente vídeo para poder hacerlo. Saquen sus propias conclusiones. A veces pensamos que no estaría mal resetearlo todo y comenzar de nuevo.


miércoles, 9 de noviembre de 2022

El profesorado español y la diarrea legislativa.

 

              INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA                

El profesorado español no suele conocer bien la legislación que regula su profesión. Esta es una evidencia generalizada en todas las CCAA. Pero, ¿a qué se debe?, ¿es que tenemos un profesorado perezoso para la literatura leguleya?, ¿es que no está interesado en la normativa que le afecta directamente?, ¿se trata de un colectivo irresponsable? Respondemos que NO a todas estas preguntas; las razones que han causado este alejamiento entre docentes y normativa educativa hemos de encontrarlas en otros ámbitos de actuación. Veamos.

En primer lugar, España es un país irresponsable que, en materia educativa, ha promulgado ocho leyes orgánicas -ocho reformas- en menos de treinta años -cuando lo habitual y sensato es que las leyes educativas de los países de nuestro entorno y parecida entidad se mantengan en vigor largo tiempo con ligeros retoques-. Un problema serio al que se le añaden los correspondientes desarrollos normativos de cada una de ellas, esto es, decenas de reales decretos, decretos, órdenes, resoluciones y reglamentos que tratan de regular hasta los más nimios detalles de la vida escolar (Y menos mal que dicen que "disfrutamos" de un sistema político-educativo descentralizado y abierto). A continuación sumen el desarrollo normativo de cada una de las CCAA, nuevamente con sus leyes autonómicas, decretos, órdenes, resoluciones e instrucciones diversas. El resultado de toda esta cascada de normas, de esta "diarrea" legislativa, es un compendio inmanejable de centenares de disposiciones fuera del alcance de un "mortal" medio, incluso iniciado en leyes; y mucho más de unos profesionales -como los docentes- muy ocupados -y preocupados- por "enseñar y educar" en buenas condiciones a sus alumnos y alumnas, sin tiempo ni ganas de conocer y analizar tal mamotreto de verborrea oficial, por lo demás, aburrida e inútil en la mayoría de los casos.

En segundo lugar, tal mamotreto ni siquiera constituye un todo coherente y con sentido. Por el contrario, estamos ante un cuerpo legislativo repetitivo, contradictorio y mal elaborado, donde normas de menor rango -una orden o resolución- contradice lo dispuesto en otras de mayor rango -decretos o leyes-, donde las CCAA pueden vulnerar leyes nacionales -o sentencias de altos tribunales- en sus normas autonómicas, donde suelen aparecer confusos párrafos difíciles de interpretar -a veces intencionadamente- o donde, simplemente, muchos están mal redactados, son erróneos o responden a ocurrencias surrealistas o infundadas. Todo ello ha producido un gran descrédito de la normativa educativa, sobre todo entre los docentes, hartos del mediocre politiqueo de que ha sido objeto por parte de los partidos políticos de turno, cuando no utilizada con intenciones meramente electoralistas o ideológicas en su peor sentido. Miremos, pues, a nuestros políticos de todo color como responsables de esta imbecilidad generalizada -llamada normativa educativa- y el desinterés o hartazgo que genera en la ciudadanía.

Y en tercer lugar, ¿qué disparate de razonamiento puede sostener que sea necesario tan lujurioso y farragoso cuerpo legislativo para regular la enseñanza? La enseñanza descansa en el profesorado cuya preocupación esencial es cómo ofrecer la mayor calidad educativa posible con los medios de que dispone. Y ahí la normativa tiene poco o nada que decir. Son la formación, la autonomía pedagógica y la responsabilidad profesional los elementos que tienen que sostenerla. Es la gente, estúpido, no las leyes.

El profesorado español no es que no esté interesado en la normativa, sino que, desde hace años, la normativa educativa en nuestro país es un disparate que no mejora en nada el ejercicio docente, más al contrario, lo dificulta, lo confunde y lo obstaculiza. Los docentes no están formados para convertirse en analistas legales, pero tampoco deberían quedar a merced de la "diarrea" del "legislador" de turno. Su profesión es enseñar, y la normativa educativa debería limitarse a facilitar esa labor, no a complicarla o sustituirla. A la vista está, si no nos creen, que después de casi una decena de leyes orgánicas y centenares de decretos, órdenes y resoluciones no se han mejorado un ápice las condiciones organizativas de los centros ni la calidad de la educación que se imparte en ellos. Es el factor humano, repetimos, -sobre todo el que aportan los docentes, además de alumnos y familias, y no los legisladores- lo que lo hace posible. Así que, cuanto menos distraigamos al profesorado con estupideces más tiempo tendrá para dedicarse a aquello para lo que fue formado y seleccionado: educar. Es así de simple.

Volvamos a sir Ken Robinson en una charla sobre la importancia de los profesores/as. A ver si en algún momento del vídeo le escuchan hablar acerca de la legislación como componente fundamental para realizar una buena labor docente. Y es que El Arte de Enseñar tiene poco que ver con la diarrea legislativa de este país desorientado y sonámbulo.


viernes, 4 de noviembre de 2022

¿Diseñar situaciones de aprendizaje? ¡Menudo timo!

 

                INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER              

No aprendemos. No aprenden. ¿Se acuerdan los más veteranos del lugar cuando hubo que hacer "sábanas" de objetivos generales, específicos y operativos? ¿Y algunos algo más jóvenes cuando hubo que diferenciar entre conceptos, procedimientos y actitudes para programar bien? ¿Y cuando hubo que programar por competencias y descriptores operativos? ¿Saben para qué sirvieron todas esas ocurrencias? Claro que se acuerdan: PARA NADA. Bueno, sí, para que muchos perdieran la paciencia, el ánimo y el tiempo.

Ahora, con la LOMLOE, nos vienen con el diseño de situaciones de aprendizaje como algo esencial y novedoso para realizar las programaciones de aula. La clave de bóveda sobre la que descansará en el futuro la calidad educativa de nuestro país. ¡Ja! ¿Qué opinan? Pues sí, eso, ¡menudo timo! Otro. ¡Y encima inventado por los mismos listos que obligaron a miles de docentes a separar conceptos, procedimientos y actitudes ¡cuando la LOGSE en 1990!: el sr. César Coll y  la sra. Elena Martín, dios los confunda. Si en 1990 estaban equivocados -como bien se demostró poco tiempo después- al separar lo que no se podía separar -pues los aprendizajes deben ser integrados y no se puede programar la enseñanza de un procedimiento o actitud si no se trabaja, al mismo tiempo, un determinado concepto y viceversa-, ahora vuelven a liarla con la distinción entre diseño de unidad didáctica y diseño de situación de aprendizaje. No aprenden. No aprendemos.

Vamos decirlo a las claras: obligar al profesorado a diseñar situaciones de aprendizaje para programar ES UNA SOLEMNE ESTUPIDEZ. Eso sí, que les hará ganar dinero a unos cuantos listillos de segunda fila que se dedicarán a dar cursos y publicar libros, les dará una excusa a unos cuantos que quieran utilizarlo -inspectores, directores, jefes de estudios...- para fastidiar a los docentes e intensificar su puesto de trabajo sin ninguna contrapartida a cambio, y entretendrá a unos cuantos aburridos de la enseñaza o ingenuos profes que se crean esta memez y quieran aprender el "nuevo mensaje divino" que nos acercará a la tierra prometida.

¡Virgen santa! Si de verdad el diseño de situaciones de aprendizaje fuera la clave para programar y enseñar bien ¿por qué no empiezan por introducirlo en la formación inicial del profesorado? ¿por qué no obligan al profesorado universitario de los grados docentes y del MAES de secundaria a aprender y trabajar con dicho diseño? ¿Saben por qué? Porque nadie les haría caso. El respeto a la autonomía universitaria se lo impediría: cathedra mea, regulae meae. Mi silla, mis reglas. Que es lo que debería defender el profesorado no universitario, sí, nuestra cacareada autonomía pedagógica. (Y dicen que el latín no sirve para nada).

Pues hete ahí, que a los pobres docentes de a pie se les aparece un grupo de trasnochados universitarios -que jamás han programado nada en un aula- a decirles cómo tienen que programar sus clases. Vamos a ver, ¿conocen Vds. que la programación docente, o sea, el tercer nivel de concreción curricular, es competencia exclusiva del profesor/a en su aula?, ¿saben que cada docente puede explicitarla, escribirla o no, como le venga en gana? ¿No hacen gala de que la LOMLOE apuesta por la autonomía pedagógica de los centros y de su profesorado? ¿A qué viene, entonces, esta intolerable invasión de competencias sobre un profesorado ya harto y cansando de tantas pamplinas burocráticas, de tantos inútiles papeles que lo único que hacen es entorpercer la práctica docente? ¿Dónde están los sindicatos y las asociaciones del profesorado para combatirla? Cathedra mea, regulae meae.

Hay que negarse a hacerla (pinchen por favor en este enlace), aunque podríamos hacerlo también al estilo Bartleby, el escribiente de Melville: y diríamos a quien nos la pidiera "preferiría no hacerlo" y ¡santas pascuas! Que cada docente programe sus clases como quiera y que los defensores de la LOMLOE se vayan a fastidiar a la universidad, que buena falta le hace a la mayoría de su profesorado programar bien las nefastas y aburridas clases que da!

¿Quieren ver a dónde nos llevará esta obsesión por los papeles y la burocracia? Pues vean el siguiente vídeo de Cruz y Raya e imaginen que es un docente cuya programación es supervisada por un inspector. ¡Nos falta el boniato! ¡Vaya por dios!


viernes, 28 de octubre de 2022

¡Tenemos la solución del acoso escolar!

 

              INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA             

El acoso escolar se ha convertido en un problema estructural del sistema educativo. No es el problema de unos pocos -los acosados y sus familias-, pobrecillos, son muchos los que lo padecen o lo han padecido en alguna ocasión. Las estadísticas "oficiales" sólo recogen los casos que finalmente llegan a denunciarse, pero existe un alto porcentaje oculto que no se denuncia. No es un problema causado por la falta de disciplina en los centros escolares, aunque sin duda coadyuva. No es un problema asociado a una determinada clase social, es transversal. No es un problema causado por la falta de sensibilidad de los docentes, aunque haberlos haylos. No es un problema producto de una errónea educación familiar. El acoso escolar es un problema social y educativo complejo que no puede ser resuelto con medidas aisladas, programitas efímeros, teléfonos de asistencia o voluntarismo de unos pocos. Organización escolar, currículo, formación del profesorado, actuación de las familias, dinámica de grupos cautivos, personalidad de los sujetos, contexto social, medios de comunicación, redes sociales, violencia institucional, etc., interactúan a la vez como factores determinantes, de ahí que siga sin resolverse si no se encaran políticas educativas más ambiciosas y globales. La realidad es que el acoso escolar sigue creciendo a pesar de que muchos están más interesados en silenciarlo o ignorarlo que en afrontarlo.

Como quiera que la administración educativa sigue sin dar una para encarar este grave problema, hemos encontrado la solución para la erradicación definitiva del acoso escolar. La teníamos delante pero no lo sabíamos. Es muy simple. Se resolvería de un plumazo y para siempre. ¿Cómo? Pues TRASLADANDO A TODOS LOS ACOSADOS A UN MISMO CENTRO, un centro específico que estaría destinado sólo para acoger víctimas de acoso escolar. ¿Ven como era fácil? De hecho, se han venido haciendo tímidos intentos de llevarlo a cabo pero, como siempre, con excesiva prudencia y parsimonia, a la chita callando, vamos, con disimulo y algo de vergüenza. ¿O no suele ser habitual que la solución para resolver un problema de acoso escolar sea la de trasladar a la víctima a otro centro mientras sus acosadores se mantienen en el suyo? Pues eso es lo que hay que hacer, pero a las claras y a lo bestia, y con todos los acosados.

Piénsenlo bien, esta solución tendría muchas otras ventajas además de la de resolver el problema personal y social de las desdichadas víctimas. Los centros de "acosados" estarían situados a las afueras del pueblo o ciudad, vigilados exteriormente por la policía local, y a cargo de profesorado especialmente formado en el tema, con lo que cual abandonaríamos, por fin, la idea de formar a todos los docentes (¡como si ese fuera un problema suyo!); ahorraríamos, además, en sufrimiento innecesario de víctimas y familias, ahorraríamos en dinero y esfuerzo para descargar de tareas a los servicios sociales y de salud mental infantil, incluso la mayoría de los centros podría tener una plaquita en la fachada con el anagrama de la Consejería de Educación en la que figurara "Centro libre de acoso" rodeada de caritas felices y, por último, se podría enviar también a estos centros al profesorado que haya sufrido acoso laboral por parte de inspectores, equipos directivos, jefes de departamento o colegas acosadores. ¿Qué les parece? Todos son ventajas.

¿Que eso significa crear guetos infames o señalar a las víctimas en vez de a sus agresores? ¡Por dios! ¿Qué mente tan retorcida puede pensar eso? Es justo lo contrario, supone aislarlas para defenderlas mejor, como si cada centro específico fuera un "fuerte" fronterizo que hubiera que defender de los sanguinarios "indios". ¿Que el problema no se resolvería porque seguiría existiendo acoso en muchos centros? Eso no es posible porque bastaría con aumentar el número de centros de "acosados". ¿Que también surgirían acosadores en los centros de acosados? Entonces, ya sanados, se los devolvería a los centros de origen. Todo está pensado. ¿Que existen medidas que otros países han desarrollado con éxito para erradicarlo? Bueno, en todo caso sus efectos son muy dudosos y, además, cuestan mucho dinero y esfuerzo, y no está la cosa como para derrochar ni lo uno ni lo otro. ¿Que todo esto no tiene nada que ver con una medida educativa? ¡Pues claro que es una medida educativa!, además de social, porque al cabo todos sabríamos con claridad si somos víctimas, agresores o mirones, tontos de baba o listillos, cobardicas o valientes, y eso -que no se enseña en la escuela, por cierto- es uno de los principales aprendizajes que debe plantearse una persona alguna vez en su vida, nosce te ipsum. Y si no, vean el siguiente vídeo.


martes, 25 de octubre de 2022

¡Tenemos la solución para la deficiente formación del profesorado!

 

              INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER             

Es una evidencia -que se suele ocultar- que carecemos de un profesorado bien formado y bien seleccionado. Y sin un buen profesorado poco se puede hacer para mejorar el sistema educativo por muchas leyes que se promulguen y mucho dinero que se invierta -que no es nuestro caso-. Ninguna de esas leyes -y ya van ocho- ha acometido una profunda reforma de la formación inicial de los docentes españoles desde 1975. Todas han sorteado esa patata caliente, tanto las de izquierda como las de derecha. Lo que nos hace suponer que a nuestros políticos educativos no les interesa el tema. Se conforman con lo que hay, cuanto menos prestigio tengan los docentes menos se les pagará y más se les podrá manipular o engañar. Así se duro.

Eso sí, quien pierde es la calidad de la educación que se desarrolla con el alumnado y, por extensión, el país entero y su futuro. Pero eso les da igual, desgraciadamente no disponemos de políticos serios que miren más allá de cuatro años, o más allá de sus propios ombligos. Así que, para solucionar este grave problema ya tenemos la solución adecuada. La teníamos delante y no queríamos verla. Pero es muy simple. Se trata simplemente de RENUNCIAR A TENER UN PROFESORADO BIEN FORMADO. Hay que reconocerlo de una vez por todas. Porque, si no, ¿para qué los mantenemos tantos años formándose inútilmente, gastando un dinero público que se tira por la alcantarilla? ¿No podríamos ahorrárnoslo?

Cuatro años para superar un grado, más uno para hacer un máster, más otros dos o tres para superar unas oposiciones, y 500 horas de cursillos varios. ¡Y ni aún así están bien formados! La prueba es que los CEP´s andaluces siguen ofertando al profesorado cursos de 25 horas ¡para diseñar situaciones de aprendizaje! Si después de casi diez años de formación aún son necesarios este tipo de cursos que abordan lo más básico que debe conocer un profesional docente, ¡apaga y vámonos! ¿Se imaginan si eso ocurriera con los médicos? ¿Si después de diez años de formación tuvieran que hacer un curso de 25 horas a distancia para saber "cómo curar un resfriado"? Sería un desastre sanitario global. La pregunta que hemos de hacernos entonces es ¿de verdad son necesarios ocho, nueve o diez años para (mal)formar un docente en España? Pues claro que no. Proponemos cambiar de perspectiva. Para adquirir lo poco que saben de didáctica y de práctica docente a nuestros futuros profes les bastaría con superar una FP de grado medio diseñada al efecto. ¡En dos cursos los tendríamos igual de mal formados que ahora! ¿Han pensado el ahorro de tiempo, energías y dinero que eso supondría, tanto para el Estado como para los usuarios? Incluso podríamos suprimir de un plumazo los CEP´s. ¿Para que invertir en algo tan inútil que se limita a enseñar el "Catón" a los docentes? Otro ahorro económico.

Miren Vds.: los políticos no quieren, la ciudadanía no lo demanda, los docentes no se enteran y los alumnos cuanto más torpe sea el profe y más mediocre sea su enseñanza más posibilidades de aprobar tienen. ¿Por qué no lo decimos ya alto y claro? ¿Que otros países gastan una fortuna en formar buenos docentes, para que sean prestigiados social y económicamente y gocen de autonomía profesional para ejercer su labor?, ¡Eso es cosa de locos! ¡Eso es tirar el dinero! Que miren cómo nos va en España, somos la envidia de occidente. 

Algunos dirán que somos los últimos en los ranking de calidad educativa, de inversión y de resultados académicos, que no tenemos un premio Nobel científico desde Severo Ochoa en 1959, que los pocos mejores huyen de España a otros países..., pero, por dios, eso son opiniones de los resentidos de siempre. ¿No hemos ganado un mundial de fútbol y dos Eurocopas? ¿No tenemos a Rafa Nadal y Carlos Alcaraz? Pues, entonces. ¡Que piensen y aprendan los demás, nosotros a jugar y a divertirnos! ¡Somos el país de vacaciones de Europa! Con camareros, conserjes, monitores, limpiadores y masajistas ya nos sobra para ser una potencia de primer orden. Sí, turística, ¿y qué? ¿Lo demás para qué nos sirve?

Y esto son algunas cosas de lo que pasa con los malos profesores. Ríanse un rato con "el profe me tiene manía" de José Mota.

 

 

domingo, 23 de octubre de 2022

¡Tenemos la solución para los pobres resultados de las pruebas de evaluación del sistema educativo!

 

             INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO             

Como no damos ni una en las pruebas nacionales e internacionales que evalúan aprendizajes básicos o indicadores de calidad educativa, y parece que esta situación no tiene remedio, frente a los que proponen que hay que evaluar alguna que otra vez lo que pasa en nuestro sistema educativo -sobre todo si se pueden manipular las cifras a su antojo-, nosotros hemos hallado la solución a este problema eterno. No podía ser más sencilla, estaba delante de nuestros ojos y no la veíamos. Pues bien, la solución es evaluarlo continuamente, sin parar, cada día, cada hora, cada factor, cada elemento, cada participante, cada currículo, cada programa, cada momento. Que toda la enseñanza esté enfocada a realizar pruebas, rellenar cuestionarios, aplicar baremos, desarrollar protocolos cada vez más complejos y farragososos, poner exámenes a todas horas, sobre todo exámenes sorpresa, cómo no, escribir diarios del profesor, del alumno, de la familia, del director, del orientador, del conserje, realizar grabaciones del día a día, incluso con drones, comentar descripciones, realizar valoraciones personales, promover reflexiones en grupo, en pareja, individualmente, elaborar informes mensuales, anuales, por actividades..., y con todos los datos y materiales obtenidos tener la paciencia de meterlos en el Gran Programa Séneca, oh Gran Hermano. Sí, quizás reventase todo, pero se contrata más personal y se aumentan centenares de teras de capacidad en los servidores centrales y listo.

La solución pasa por evaluarlo TODO, y en TODO momento, y por TODAS las personas que participan directa o indirectamente en el hecho educativo. ¡La evaluación como eje de la enseñanza! ¡Quién dijo miedo! ¿Quién dijo que el alumno era el eje del aprendizaje? Eso era antes, estos pedagogos... Den a nuestros políticos la posibilidad de promulgar tres o cuatro leyes educativas más y lo habremos conseguido. Estamos en la senda correcta ¿Que qué ganamos? Mucho. Lo primero es lo entretenido que resultaría. No hay mejor mantenimiento de la disciplina y del trabajo docente que mantener a alumnos y profesores haciendo tareas sin fin y sin sentido. Lo segundo es que tendríamos tal cantidad de datos que sería imposible procesarlos. Así que, si lo que queremos es NO saber nunca lo que pasa dentro del sistema educativo lo mejor es inundar Séneca y Torretriana de información insulsa. Un big data a lo andalú. Lo tercero es que la infinita variedad de datos posibilitaría justificar las conclusiones que quisiéramos, daría igual ocho que ochenta, se podría justificar aumentar la ratio o reducirla, poner religión o quitarla, contemplar exámenes en septiembre o quitarlos, así que los políticos podrían seguir haciendo lo mismo que hasta ahora, o sea, lo que les salga de allí sin consultar a nadie pero, eso sí, siempre "con datos en la mano". Lo último, pero no menos importante, es que confundiríamos a todas las agencias y servicios de evaluación internacionales y dejarían de intentar evaluarnos con sus propios criterios e instrumentos. Seríamos, por fin, un verso libre en el concierto internacional. Spain is different.

¿Que no podríamos hacerlo? ¿Que esto sería una locura? Vamos a ver, ¡pero si ya lo estamos haciendo desde hace décadas! Pregúntenle a cualquier docente a qué dedica la mayor parte de su tiempo de trabajo en el centro y en casa: ¡pues a rellenar papeles! Sólo hace falta un empujoncito más. ¿Que acabaría con la paciencia y la salud mental de muchos?, ¡quiá!, entonces es que no conocen a buena parte del profesorado. Nadie chista en público con la cantidad de tonterías burocráticas que les obligan a hacer a diario. En privado algunos sí, claro, pero eso no sirve para nada. Tampoco asociaciones ni sindicatos están por la labor de denunciar lo que Michael Apple denominó la intensificación del trabajo docente. Aquí casi nadie lee nada, y mucho menos a Apple. ¿No es una marca de ordenador? Así que están Vds. muy equivocados, el profesorado andaluz mayoritariamente estaría a nuestro lado para llevar a cabo la solución definitiva de la falta de evaluación veraz y contrastada del sistema educativo. Evalúa que algo queda será el nuevo programa "estrella" de la Consejería de Educación. O estrellado.

No obstante, lo cierto es que no existe sistema o instrumento de evaluación que no pueda ser vulnerado, falseado o manipulado y, si no, vean el siguiente vídeo de José Mota.


jueves, 20 de octubre de 2022

¡Tenemos la solución para la escasa financiación educativa!

 

               INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO               

Desgraciadamente es ya un lugar común la escasa financiación educativa en nuestro país. Siempre por debajo de la media europea. Y no digamos la de Andalucía, por debajo incluso de la media española. No les vamos a abrumar con datos que, por otra parte, los tienen en otras entradas de este blog. Este problema se agrava, además, porque lo poco que se invierte se gestiona aún peor. Generalmente, las medidas "estrella" de los gobiernos en materia de inversión educativa se han hecho siempre con fines electoralistas y circunscritas a los periodos pre-electorales. Después, si te he visto no me acuerdo. Una vergüenza. 

Así que, como quiera que esto no parece tener solución y seguiremos condenados a gestionar la escasez, hemos encontrado la forma de acabar con esta penuria. Sí, hemos hallado la solución a la escasa financiación educativa, sobre todo, en Andalucía. Una cosa sencilla que teníamos delante y no lo queríamos ver. Si saben sumar 2 + 2 lo entenderán al momento: cualquier incautación de dinero procedente del narcotráfico, corrupciones urbanísticas, pelotazos políticos, mangazos de empresas, beneficios usureros de bancos y eléctricas, abusos en la contratación de asesores y chiringuitos políticos, sobornos para obras públicas, ocultación de bienes ilegales, camas y bolsas de basura llenas de dinero sucio, etc., etc., debe destinarse a la financiación del sistema educativo. ¿Qué les parece? 

Sería el primer sistema educativo del mundo financiado directamente por delincuentes y sinvergüenzas. Constituiría un nuevo tipo de las sanciones por reciprocidad establecidas por Piaget, para acabar simultáneamente con la maldad de unos y la miseria de otros. Incluso el juez Calatayud lo apoyaría seguro. ¿Que no se podría llevar a cabo? ¿Por qué no? ¿Se imaginan los 600 millones de euros defraudados en los ERE´s andaluces invertidos en escuelas e institutos? ¿Y los que nos cuestan los 500 asesores del Sr. Sánchez en el doble de docentes? España, sin duda, estaría a la cabeza de este tipo de financiación, sus fuentes serían casi inagotables. ¡Qué lección daríamos al mundo! Nos situaríamos por delante de Finlandia, Alemania o Corea del Sur. Un nuevo amanecer: los ladrones a la cárcel sin un duro, el dinero para las aulas. 

Cuando el dinero de las corruptelas y los delincuentes declinase con el tiempo -años o décadas- ya dispondríamos de un sistema bien equipado, un profesorado bien pagado, unas familias bien apoyadas, un alumnado bien atendido y unos materiales decentes. Eso sí, los gestores de ese dinero no podrían ser otros delincuentes. Así que, ese dinero debería ser asignado-a y distribuido-por agencias independientes controladas por la ciudadanía, no por los partidos políticos. Si no, vuelta a empezar.

Y si no se lo creen, ¿qué les parece el siguiente vídeo de José Mota? ¿Una exageración? ¡Quiá!


domingo, 9 de octubre de 2022

¡Tenemos la solución para la falta de autoridad del profesorado!

 

                INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                

Siguen creyendo nuestros políticos educativos que con una ley se arregla todo. Como si no tuvieran ya pruebas palmarias de que en nuestro país eso no ocurre jamás. Viene a cuento aquí la cita apócrifa de Einstein sobre la definición de locura: "hacer lo mismo una y otra vez y esperar obtener resultados diferentes". He ahí la descripción más certera de la política educativa de los últimos cuarenta años. Contra aquellos empeñados en mentirnos y que consideran que cada ley educativa es significativamente diferente de la anterior -porque la ha hecho su partido-, la evidencia demuestra que son siempre la misma ley en esencia con ligeros retoques decorativos de cara a la feligresía. Pero todos esperan que, a pesar de repetirla una y otra vez, la educación mejore. Están condenadamente locos.

Con la falta de autoridad del profesorado hacen lo mismo. Basta una norma para que ya no haya problemas de ningún tipo. Craso error, como se demostrará en poco tiempo. La autoridad es un concepto complejo que depende de múltiples variables. Una ley sólo es un elemento al margen. La autoridad se gana -con formación y competencia- y se concede -por reconocimiento de la valía e importancia de la tarea-. Si no se garantiza ni lo uno ni lo otro, ya pueden promulgarse quinientas leyes de autoridad -o ninguna- que el problema seguirá sin resolverse. 

Un concepto complejo, que implica a miles de personas, no se arregla con la amenaza de castigos por muy severos que se contemplen, y ni siquiera lo son los que tiene previstos la ley de autoridad andaluza. Ya supone un mal síntoma tener que acudir a una nueva ley para resolverlo, -cuando dicha autoridad ya está reconocida en el Código Penal para los funcionarios y servidores públicos, aunque no se suele aplicar en el caso de los docentes-; como mucho tan sólo aliviará -y poco- algunos efectos colaterales. Así que, en esta estrategia "loca" de arreglar problemas, ¡ya tenemos la solución para acabar con la falta de reconocimiento de la autoridad del profesorado! ¿Cuál? Pues es más que evidente: se militariza al profesorado y se le dota de armamento al efecto. Oigan, no se asusten que no estamos locos ni somos Trump, que propuso armar al profesorado como si fueran sheriffs del oeste como una forma de evitar las masacres escolares allí tan frecuentes; estamos hablando sólo de un bonito uniforme y una reglamentaria pistola eléctrica educativa Táser, que atonta pero sin matar al sujeto al que se pretende corregir. Al aprobar las oposiciones, por ejemplo, se les podría facilitar a cada docente un kit de seguridad para uso individual a discreción. Una buena inversión, sin duda. Y barata.

Lo hemos visto claro cuando hemos comprobado que cuando los agentes de la Policía Nacional, Local o Guardia Civil acuden a los centros educativos a impartir charlas en el marco del Plan Director para la mejora de la Convivencia y la Seguridad, la atención y el respeto del alumnado son máximos. ¡Así cualquiera!, le dijimos una vez a una agente de policía cuando acabó su intervención y nos felicitó por lo bien que se había portado el grupo de alumnos de 3º de ESO. El uniforme, la pistola y la cartuchera de balas tuvieron, sin duda, un efecto sobre la "autoridad" que ya lo quisiera tener la actual ley 3/2021 en Andalucía.

En consecuencia, la solución para la falta de autoridad del profesorado, visto la inutilidad de las leyes, la deficiente formación y seguridad del profesorado, la falta de apoyo a sus decisiones y medidas educativas y la falta de reconocimiento de la sociedad a la importante tarea que realiza -arreglar todo esto sería muy caro y muy lento-, pasa por adoptar un bonito uniforme de inspiración militar y una pistola Táser bien visible en su cinturón. Asunto arreglado.

Bueno, quizás este vídeo del juez Emilio Calatayud les puede hacer ver que la solución debería ser algo más compleja. O quizás no.