INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA
Que un alto inspector manda menos que un conserje de una guardería infantil es cosa sabida. Y no es una cosa de ahora, así ha sido siempre. En la "arquitectura" autonómica del Estado español la Alta Inspección de Educación nunca ha servido sino como "refugio" para colocar -eso sí, por turnos- a los agraciados con la lotería de cada partido. Lejos de conformar un cuerpo técnico, profesional y prestigiado, los partidos políticos en el poder la han vaciado a lo largo de estas décadas de aquellas "altas" funciones que tiene asignadas por ley orgánica ejerciendo un nepotismo vergonzante para cubrir sus puestos. En otro acto hipócrita más de la política educativa española, nuestros próceres se han pasado por el arco del triunfo al poder legislativo y desde el minuto 1 abandonaron las responsabilidades de supervisión que requiere un sistema educativo descentralizado como el nuestro.
La Alta Inspección de Educación es, pues, la prueba del algodón de que nunca se pensó en un sistema educativo articulado y responsable sino en quince sistemitas educativos autonómicos campando por sus respetos. Creyendo que así contentarían a los díscolos catalanes y vascos, entre otros, lo que han conseguido es justo lo contrario. Cualquier docente se lo podría haber avisado hace años: a los alumnos díscolos no se les sujeta ni ayuda suprimiendo las medidas de control, sino reforzándolas. Por otra parte, lo que dicta la teoría de que a mayor descentralización de las decisiones se requiere mayor capacidad de supervisión de las mismas, lo ignoraron estúpidamente. No sabemos si por ignorancia o por frivolidad o por una mezcla de ambas. Y aquí nos encontramos después de tantos años.
Ahora, a la vista del desastre producido -mitologías curriculares, estupideces autonómicas, localismos idiotas, políticos iluminados, divergencias intolerables entre CCAA, quintacolumnistas contra el Estado, etc, etc...- unos defienden que hay que retirar las competencias educativas a las CCAA para recentralizarlas en el Estado, mientras otros proponen recrear la Alta Inspección de Educación para que pueda asumir sus funciones profesionalizándola y alejándola de los vaivenes políticos. Pero unos y otros esconden sus propias "vergüenzas". Veamos.
Es comprensible que muchos consideren como solución a un sistema educativo descontrolado volver a uno centralizado -no se trata de volver al del franquismo, como parecen desear algunos, sino a sistemas prestigiados como el francés, el portugués o el italiano, por no ir muy lejos-. Pero no hay que olvidar que, desde 1978, España es un estado descentralizado -más parecido al alemán que al inglés o al de EEUU- y la Constitución así lo refrenda, lo que sería difícil de revertir en las condiciones actuales. Además, la descentralización educativa adoptada -y generalizada poco a poco desde entonces- no es en sí misma un error; muchos países, sobre todo en el ámbito anglosajón, la "disfrutan" sin problemas serios. Lo que ha sido un error es la dejación que han hecho nuestros políticos para llevarla a cabo con seriedad. Por tanto, lo que se requiere es recuperar un sistema de supervisión, control y coordinación sólido y estable entre CCAA y Estado, esto es, ajeno a los bandazos políticos, al nepotismo, a la mitología y a la frivolidad.
También es comprensible que asociaciones de inspectores -como la USIE- denuncien la utilización política y torticera de la Alta Inspección con la intención de profesionalizarla y dignificarla. Aunque, eso sí, sus propuestas parece que pasan por "promocionar" a los inspectores que ya ejercen su labor en cada comunidad autónoma a tan alta función educativa. Consideramos, sin embargo, que no resulta una buena solución. Los cuerpos de inspectores de las CCAA han sido conformados con respecto al mismo sesgo político de los partidos que gobiernan en ellas -y no pensamos sólo en catalanes y vascos. Queremos decir, más claro, que durante todos estos años las CCAA se han ido dotando de inspectores de educación mediante un sistema de "selección" que deja mucho que desear, desprofesionalizándolos a su antojo para asimilarlos, en muchos casos, no todos es verdad, y no de la misma forma o intensidad en según qué comunidades autónomas, a una especie de "comisarios políticos" prestos a "llevar mensajes y consignas" de cada bandería política a los centros docentes. Entendemos, pues, que de cuerpos de inspectores desprofesionalizados difícilmente podría salir, por promoción interna, una Alta Inspección de Educación profesionalizada. Sería un verdadero milagro de la reproducción humana.
En resumidas cuentas, nuestra opinión, nuestra propuesta, no pasaría por acabar con el sistema educativo descentralizado que tenemos ahora para "recentralizar" la educación -lo que resultaría por otra parte muy oneroso- sino en hacer ahora lo que no se quiso hacer entonces, esto es, crear un verdadero cuerpo de altos inspectores de educación del Estado, profesionalizado, dignificado y dotado de recursos adecuados al efecto, tanto humanos y presupuestarios como legales y ejecutivos, capaz de intervenir en cualquier comunidad autónoma que vulnere, sobrepase o ejerza equivocadamente sus competencias en materia educativa. Salvando las distancias, algo así como actúa el FBI estadounidense pero en versión educativa, no policial. Y ese nuevo cuerpo de altos inspectores sólo puede crearse con los -y las- "mejores" docentes, sí docentes, no vale primar en exclusiva otras procedencias de la administración del Estado (porque tenemos que estar de acuerdo en que los "mejores" no forman parte necesariamente de los cuerpos de inspectores actuales, en muchas ocasiones, lamentablemente, se ha seleccionado a los peores o a los más obedientes). Y eso sólo podría hacerse -y no habría que cambiar ninguna ley, sólo desarrollar las que hay- a través de una rigurosa selección de altos funcionarios del Estado mediante un sistema público y transparente que garantice la independencia, el mérito y la capacidad de aquellos interesados en ejercer dicho perfil profesional.
¿Que para esto se tendrían que poner de acuerdo los partidos políticos?, claro, qué duda cabe. Y aquí tropezamos de nuevo con la frivolidad e incompetencia que nos asuela, pero creemos que es el camino más sensato, si es que la sensatez sirve ya de algo en este país.
Como saben, en este blog no "comulgamos" con ningún credo político ni religioso. En realidad, no nos gustan los credos sino la realidad, los datos y los hechos. Así que, sin que sirva de precedente les dejamos con una breve intervención de Albert Rivera, ex de Ciudadanos, porque en ella realiza una exposición clara, si bien para algunos será sesgada, de lo que ha ocurrido con la Alta Inspección de Educación en nuestro país. Es una intervención parlamentaria de 2017, y qué lejos nos parece ya. Y es que vamos como locos a ningún sitio.
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