"¿Pero cómo saber, sin la mirada, la hermosura del bosque, la grandeza del mar?"
(La sombra rasgada. Francisco Brines. Antología poética, pág. 123. Alianza Ed. 2020)
INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER
Siguiendo con las nuevas normas que (des)ordenarán la organización actual de la ESO y del Bachillerato, gracias a la LOMLOE, culminamos, en un lapso de treinta años, un viaje psicotrópico que va desde el antiguo BUP (Bachillerato Unificado y Polivalente) al actual BLUF (Bachillerato Laberíntico Universal y Fallido). Como decíamos en la entrada anterior, de un Bachillerato de cuatro años, con escasa opcionalidad -de ahí lo de unificado-, hemos pasado a uno de solo de dos años con la virtualidad de que en tan escaso tiempo se ofrece una macedonia de modalidades, opciones, materias y optativas que configuran itinerarios cada más complejos. Su comprensión solo está ya al alcance de personas iniciadas en la criptografía y la lectura de arcanos históricos. No parece tener sentido ninguno, acaso porque sea tan solo el resultado de una sucesión de ocurrencias que, lejos de resolver sus problemas estructurales, los agravan parche a parche, decreto a decreto.
En treinta años, de un bachillerato bastante comprensivo y escasa opcionalidad, hemos pasado a un rápido guirigay altamente diversificado que requiere, no de un profesional de la orientación, sino de un analista de sistemas caóticos para transitar por él. (Un inciso: cuanta mayor posibilidad de opciones, más necesaria es la orientación en una etapa, pero, ¡oh, sorpresa!, el bachillerato es la etapa educativa donde menos peso tiene la orientación y la tutoría). En fin, ¡toda una conquista de nuestros lunáticos políticos educativos! ¿Pero, hay algo que pueda empeorar aún más esta etapa educativa?
El Bachillerato LOGSE es una etapa fallida, basta ver algunos datos. La tasa de fracaso escolar en esta etapa ronda el 50% del alumnado. Asimismo, el 56% no sabe qué estudiar al finalizarla lo que causa, además de numerosos problemas personales, un alto grado de fracaso y abandono al inicio de los estudios universitarios: un 33% del alumnado no finaliza el grado que empezó y un 21% abandona sin terminarlos. Fracaso académico, repeticiones y desorientación son los resultados que llevamos obteniendo desde hace décadas con este bachillerato mal diseñado. Ante esta realidad, ninguna de las reformas educativas anteriores, meros retoques cosméticos, han podido reducir estos porcentajes que nos sitúan en las últimas posiciones de las clasificaciones europeas e internacionales.
Incluso existen propuestas encubiertas para convertirlo en un bachillerato de tres años pero, he ahí la trampa, siempre que sea a costa del propio estudiante, al que se le permitiría reestructurar y dosificar sus muchas materias y sus posibilidades de repetición. Saldría así con 19 años en vez de con 18, alargando aún más la escolaridad no universitaria. Algo parecido a lo que está ocurriendo con los grados universitarios de cuatro cursos, -¡qué gran fiasco el famoso Plan Bolonia en España!- en los que muchos estudiantes, ante el aluvión de asignaturas semestrales por curso, no los culminan en 4 años sino en 5 ó 6 años. Un timo. Otro. (Del aumento de la moratoria social de los jóvenes hablaremos en otra entrada)
Ahora plantean la nueva ocurrencia de ampliar el número de modalidades creando un Bachillerato General que constituye, por sí solo, una enmienda a la totalidad de la esctructura LOGSE. Esto es, una vuelta a un bachillerato más comprensivo, más "unificado" y más "polivalente" -¿les suena?-. Vamos, un BUP resucitado, pero no como Jesucristo, sino como un muerto viviente que se aparece -cual fantasma- a las otras cuatro modalidades. Un desatino. Otro.
Las preguntas del millón vuelven a ser ¿dará tiempo a implantarse este bachillerato?, ¿cuánto durará?, ¿se darán cuenta alguna vez nuestros políticos de su estupidez? Mientras, les dejamos con un vídeo para reir, o para llorar, no lo sabemos.
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