INCOMPETENCIA COLECTIVA
No sabemos si la inteligencia es una constante universal como afirman algunos pesimistas. Esto supondría que cuantos más habitantes seamos en el planeta cada vez seremos más tontos, individualmente considerados, ya que la cantidad de inteligencia se mantendría constante. Pero, la verdad es que la realidad de los últimos cincuenta años parece demostrarlo, por desgracia. El mal parece extenderse con carácter general -sólo basta echar una ojeda al mundo- pero, si lo aplicamos al caso de nuestro país, podría ser aún peor si considerásemos que dicha constante de inteligencia nunca fuese aquí muy elevada. Sólo hay que mirar a nuestra clase política para comprobarlo. Incluso podemos remontarnos hasta los Reyes Católicos para mostrar una tendencia que no ha dejado de acompañar nuestro fracaso colectivo.
Por otra parte, sostiene el filósofo José A. Marina, en su ensayo titulado la Inteligencia Fracasada: Teoría y Práctica de la Estupidez (Ed. Anagrama, 2004), que las organizaciones o instituciones también pueden actuar de manera inteligente o estúpida, por más que algunos de sus miembros no carezcan de cierto nivel intelectual. Porque, lo esencial es cómo se comportan, esto es, cómo plasman -o no- sus supuestas capacidades en comportamientos concretos. Y algo de esto nos debe estar pasando como sociedad. Las pruebas las tenemos ante nuestras narices pero no siempre somos capaces de verlas. Veamos. Nunca hemos tenido más oferta televisiva y audiovisual que ahora y, a la vez, tampoco nunca la hemos tenido tan mala, falsa y perniciosa. Nunca hemos tenido una ventana abierta al mundo como internet o las redes sociales y, sin embargo, nunca hemos estado tan orientados a la vanidad, la confusión y la inmundicia. Nunca hemos dispuesto de tanta información y, sin embargo, nunca hemos estado más a merced de las mentiras, las manipulaciones y los iluminados. En fin, nunca hemos tenido a nuestra disposición tantas copas de balón bien colmadas de ginebra exótica y tan poco cerebro para estimularlo.
Diversos estudios vienen mostrando que, sobre todo a partir de 1975, se está produciendo un descenso acusado de la inteligencia de nuestros jóvenes. Un declive que cuantifican en al menos 7 puntos de CI por generación. Efecto Flynn negativo lo llaman. A este paso, el futuro próximo estará plagado de imbéciles. Una tendencia que no hace falta demostrar con tantas investigaciones; bástenos recordar cualquier reunión de una comunidad de vecinos o de un claustro de profesores o de las sesiones de evaluación final de un instituto. Y ante esta evidencia, que todo el mundo calla, nuestro sistema educativo, en vez de contrarrestar el anunciado naufragio intelectual, ha optado por ayudar al aumento de la estupidez y la ignorancia. Ahora es cuando podemos entender las medidas que esta enésima reforma educativa socialista -la LOMLOE- quiere implantar: bajar, aún más, los niveles de exigencia, crear una ESO para bobos y un Bachillerato -el General- para torpes. Y no tardarán en implantar la universidad para cortitos -de capacidad y de ganas- donde un grado podrá durar diez años aunque, por supuesto, será gratuito para que el personal no abandone y se mantenga entretenido. Y es que, todas estas medidas son impescindibles para dar la bienvenida a un futuro plagado de torpes, tontos y vagos. Y no es que nuestros políticos sean, a su vez, torpes, tontos y vagos, que también -ya que proceden de dicha generación-, sino que, como consecuencia de su naturaleza representativa y de su alta misión social, concedida por nosotros mismos, todo sea dicho, se ocupan de preparar el escenario adecuado para acoger la gran ópera bufa mundial: una Nueva Educación del s. XXI capaz de construir una sociedad de idiotas, esto es, el advenimiento de la Idiocracia, el llamado Apocalipsis Idiota.
Y mientras el dinero y los poderes se frotan las manos de alegría, la gente -como les gusta llamar al pueblo a los pijos de izquierdas y de derechas- mantenida en la ignorancia, queda a merced del miedo de turno, acojonada: cuando no es un bicho es una crisis energética, o financiera, o bélica o alienígena. ¡Qué mas da! Y es que, miedo e ignorancia son los ingredientes esenciales para manipular a la gente, al pueblo de toda la vida, desde el inicio de las civilizaciones hasta nuestros días. Como afirmaba A. N. Chomsky, "la calidad de la educación dada a las clases sociales inferiores debe ser la más pobre y mediocre posible, de forma que la distancia que planea entre las clases inferiores y las clases sociales superiores sea y permanezca imposible de alcanzar para las clases inferiores". Y a esta técnica burda de manipulación social, implementada a través del sistema educativo, se ha sumado fervorosamente la nueva izquierda social-comunista de nuestro país. Un sindiós.
Para terminar, les dejamos con una muestra de cómo la estupidez pueda anidar en cualquiera cuando lo que se cultiva es la mediocridad y la estupidez en vez del pensamiento crítico y creativo. El iNá. Sonrían, por favor, porque la carita sonriente y bobalicona será el emblema de la sociedad del futuro.
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