INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER
Repetimos: ningún sistema educativo es mejor que su profesorado. Pero nadie se entera. No quiere enterarse nadie. Nuestros políticos menos que nadie. Desde 1978 tratan de mejorar la educación mediante el BOE. La denominada reforma de los "papeles". Siempre fue una medida condenada al fracaso. Ahora, más de cuarenta años después, sólo es un ejercicio de melancolía. El nuevo currículo de la ESO publicado en el BOE es otra muestra más de la estupidez política: ninguna reforma o mejora de la educación puede hacerse sin el concurso, complicidad, formación y compromiso del profesorado. Todo lo demás son mentiras. La gran mentira que nadie desvela en este país. Las reformas educativas "ilustradas" desde la LOGSE (1990) -todo para el profesorado pero sin el profesorado- se han ido estrellado una tras otra. Seguimos como país estando a la cola de todos los indicadores de calidad europeos e internacionales, pero es asombroso que nadie acabe con esta práctica inútil de utilizar el BOE como instrumento de mejora educativa.
Se ha intentado todo con el BOE: reformas de currículo abierto, reformas de currículo semi-cerrado, reformas de currículo cerrado a cal y canto, reformas de currículo contra la autonomía de los centros y del profesorado, reformas de currículo abierto que después cerraban las CCAA y los libros de texto, reformas con muchos contenidos por nivel, reformas para la etapa completa sin definir niveles, etc. Ninguna ha funcionado. ¿Por qué? La respuesta es evidente y fácil de hallar: porque todas han ignorado a los protagonistas del acto de enseñar y aprender: profesorado y alumnado. A lo que se añade que ninguna ha ido acompañada de una adecuada financiación. Todas han sido, desde el punto de vista curricular, reformas "baratas", muy baratas, de todo a 1 euro. Es lo que tiene el papel, que lo aguanta todo y es barato.
Pero la realidad educativa es otra cosa. Es compleja, es dinámica, es contradictoria, es multiforme, es... humana, no es una máquina. Y no se mejora mediante leyes y decretos en el BOE o el BOJA, sino por inversiones bien pensadas y gestionadas a medio y largo plazo en formación del profesorado (inicial y permanente), construcción de centros, investigación educativa y, sí, también por la configuración de currículos consensuados, estables e innovadores que sean más propios del s. XXI que del XIX, por mucho que ahora nos quieran seguir mintiendo al meter en el BOE "moderneces" que sólo son recursos decorativos. Porque el núcleo duro del actual currículo para la ESO sigue siendo el organizado en las disciplinas de toda la vida, y cada vez con mayor peso horario (Lengua, Matemáticas, Ciencias, Idiomas...). Y, además, "tos a la vez, y tos por iguá".
Que el MEC considere bobaliconamente que el que ha publicado para la ESO es un currículo por competencias es otra de las grandes mentiras que quieren vendernos. Lo que han hecho sus equipos de "negros" no es otra cosa que trata de conciliar lo inconciliable, esto es, las directivas europeas del aprendizaje competencial con la estructura rígida de un currículo articulado en disciplinas clásicas. Otro engaño de mesa de despacho como aquel de la transversalidad que inventaron con la LOGSE los psicólogos de cabecera del PSOE, Marchesi y Coll. Una transversalidad que ahora retoman con más brío y con el mismo presagio: su intrascendencia en las prácticas reales de aula. (Anoten todo lo que hay meter ahora en cada una de las áreas tradicionales: la comprensión lectora, la expresión oral y escrita, la comunicación
audiovisual, la competencia digital, el emprendimiento social y
empresarial, el fomento del espíritu crítico y científico, la educación
emocional y en valores, la igualdad de género y la creatividad se
trabajarán en todas las materias. En todo caso, se fomentarán de manera
transversal la educación para la salud, incluida la afectivo-sexual, la
formación estética, la educación para la sostenibilidad y el consumo
responsable, el respeto mutuo y la cooperación entre iguales (Art. 6.5). ¡Cágate lorito! ¡Y se quedaron tan tranquilos! Lo más asombroso es que muchos siguen sin entender que la transversalidad es un recurso de trileros que ya constató su palmario fracaso cuando la LOGSE. Pues ni eso.
Y es que este nuevo intento no deja de ser un simple postureo político para acompañar el trago de parecer modernos vistiendo un currículo rancio. El MEC sigue apostando por la apariencia más que por el ser. Pura era posmoderna. Y en esta política de postureo, de apariencias, se quejan algunos de la indefinición o rebaja de contenidos del nuevo currículo. No se distraigan y no se preocupen, lo tienen bien pensado, como ya hicieron con la LOGSE: se encargarán las CCAA y las editoriales del libro de texto de acabar la faena iniciada por el MEC. Y así todos contentos. Menos, claro está, los que tendrán que llevar este currículo a la práctica, los docentes, a los que de nuevo se les ningunea, se les ignora y se les cuelga un muerto que por cobardía no ha querido resolver el MEC. Un sudoku irresoluble compuesto de competencias clave, competencias específicas, saberes específicos (los contenidos de siempre), criterios de evaluación y situaciones de aprendizaje. Puro parloteo academicista. Pura burocracia educativa. Ahí es nada. Y cuando algunos docentes se aclaren con este galimatías tecnocrático ya estará seguramente derogada esta reforma o, peor, agotada su paciencia. Y a empezar de nuevo.
Mientras, nadie nos va a librar -el BOE desde luego que no- de seguir liderando los peores indicadores de fracaso y abandono escolar de Europa, de tasa de repetidores o de continuidad en estudios superiores, de ocupar los últimos lugares en las clasificaciones internacionales (PISA, PIRLS...) y del aumento preocupante de la desmotivación del profesorado y del alumnado. Otra reforma para nada. Así que hagamos pues un repaso "robinsoniano" de las carácterísticas que debe poseer un currículo para el s. XXI. A ver si se enteran que el BOE no sirve para esto.
No hay comentarios:
Publicar un comentario