miércoles, 13 de abril de 2022

¡Menos curriculum, más vitae!

"La escuela actual no responde ni a una sola necesidad de niños/jóvenes. Hay que proyectar el deseo radical de otra escuela que acepte al individuo, que tenga el norte de la salud y de la calidad de vida y, sobre todo, que no tema la variedad, el desorden y el azar. Pura utopía, se dirá. Exactamente, si algo nos reiteran hoy los jóvenes es que no les interesa la realidad que les vendemos".

(Fabricio Caivano, fundador de la revista Cuadernos de Pedagogía, 1985)

 

                    INCOMPETENCIA DE CONOCIMIENTO FÍSICO Y NATURAL                 

¡Menos curriculu, más vitae!, así titulaba un famoso artículo el fundador de la revista Cuadernos de Pedagogía en 1985. Sí, exactamente, justo los años en los que nos jugábamos los cuartos de la primera gran reforma educativa que, años más tarde, naufragó en el engendro LOGSE (1990). Por componendas políticas -y por las torpezas académicas de psicólogos metidos a ingenieros educativos- se ignoraron las propuestas nacidas de la experimentación previa de dicha reforma en los centros escolares de diferentes CCAA y se inauguró, así, la reforma ilustrada de los "papeles", que no de la educación (con Rubalcaba, Marchesi y Coll al mando en el MEC). Quedaba inaugurada en España la era de los currículos tecnocráticos tipo globo que se ha venido arrastrando hasta la actualidad. (Persistiendo en el error, el PSOE acude de nuevo, treinta años después, a los psicólogos ilustrados Álvaro Marchesi y César Coll para situarlos al frente de la reforma curricular de la LOMLOE. Para que vean lo "moderno" que es este nuevo currículo)

Llamamos currículo tipo globo al que llevamos sufriendo desde hace más de cuarenta años, esto es, un currículo, unos programas educativos que no dejan de "inflarse" reforma tras reforma llegando a configurar un todo inabarcable e imposible de aplicar en las aulas y tiempos escolares. Supone el desconocimiento físico -y didáctico- de que todo contenido ocupa tiempo y espacio y que, por tanto, incluir todas las demandas sociales y ocurrencias políticas de turno, más todas aquellas que se arrastran de los denominados currículos enciclopédicos que "disfrutamos" desde el franquismo, es un disparate que los políticos endosan al profesorado y al alumnado para que se estrellen contra un muro. Afortunadamente, muchos docentes ignoran el currículo oficial y tratan de darle algún sentido común a sus prácticas "podando" significativamente sus "prescripciones legales" y sus exigencias burocráticas. Pero no todo el monte es orégano.

Por contra, llamamos currículo minimalista al que trata de reducir al máximo -menos es más- los contenidos prescriptivos, centrándose sólo en aquellos nucleares y básicos -las competencias quizás- que deben articular la enseñanza y dejando el resto a la decisión y responsabilidad de los centros educativos y docentes. Es palmario, lo denunciamos aquí, que los denominados decretos de enseñanzas mínimas son un engaño. Nunca han sido de enseñanzas mínimas sino de máximas. Si, además, sumamos las ocurrencias que les añaden cada una de las CCAA con competencias educativas, y las "aportaciones" que incluyen también las editoriales del libro de texto, lo que resulta es un puzzle imposible de componer.

Con la LOMLOE estamos, de nuevo, ante un currículo tipo globo, unas enseñanzas mínimas que son máximas, un aumento -parecía imposible- de la burocracia docente y unas CCAA que ya han anunciado que le sumarán sus mitologías propias. Resultado: 15 currículos desiguales -Ceuta y Melilla van con el MEC- pero que comparten una misma concepción errónea, incoherente e impracticable. Y todo ello a pesar de que los voceros oficiales del MEC nos mienten diciendo que han reducido la carga enciclopédica del currículo. Mentira podría.

Quedaría por explorar -alguna vez, quizás- un currículo oficial prescrito por el MEC reducido, tan sólo, a aquellos acuerdos mínimos que puedan consensuarse con la comunidad educativa española. Un esqueleto que articule, de coherencia y fortaleza a las decisiones que, posteriormente, deban tomar centros y docentes en virtud de sus contextos reales, permitiendo -por su flexibilidad- una enseñanza personalizada, menos uniforme, más artística y humanista. Todo ello acompañado de un potente y profesionalizado -no politizado como ahora- servicio de la alta inspección que salvaguarde lo común y básico en todo el territorio español, evitando mitologías históricas, falsedades, manipulaciones y ocurrencias estúpidas que las CCAA o los centros (segundo y tercer nivel de concreción curricular) puedan incluir.

Hay que decirlo, otra vez, alto y claro ¡menos currículo y más vida! -loor y gloria a Fabricio Caivano-. Basta de mentiras, de currículos imposibles dictados por administradores y párrocos políticos, de papeleo estúpido y de frentismo partidista. Todo eso es el currículo de la LOMLOE, como antes lo fue el de la LOMCE, el de la LOE o el de la LOGSE. Y todos son mucho más parecidos de lo que sus "padres" políticos estarían dispuestos a admitir pues son el mismo perro pero con distinto collar, nada más. Lo que se necesita, más que nunca, es cambiar de concepción curricular, apostar por los consensos y la estabilidad, apostar por el mínimo acuerdo y no por el máximo desacuerdo, abandonar el partidismo en educación y apostar por la fundamentación didáctica y el individuo, en suma, revitalizar y dignificar el trabajo docente, facilitar las prácticas de aula, acabar con la burocracia inútil y abrirse a las necesidades singulares de las personas y de los contextos sociales. 

Al cabo, seguimos estando en el mismo lugar que en 1985 pero más cansados y sin ilusión. Hemos recorrido desde entonces un camino errático plagado de equivocaciones y guiados por imbéciles y, mientras no lo reconozcamos y cambiemos el paso, seguiremos dándonos de cabezazos con la realidad y condenados a la inutilidad de las leyes educativas y sus respectivos engendros curriculares. 

Así que, inasequibles al desaliento, recuperemos la utopía educativa -y la ilusión- con esta charla TED de Rosan Bosch sobre cómo hacer que los niños/as no quieran irse de la escuela. Vamos a pensar al revés por una vez. Empecemos por cambiar los espacios y acabemos con las escuelas industrias, las escuelas fábricas, las escuelas cárceles y las escuelas sanatorios. Empecemos con la vida y terminemos con el currículo. ¡Más vitae y menos curriculum!


                      

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