INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER
Estamos tan lamentablemente acostumbrados a las incompetencias básicas de nuestros políticos educativos que ya no reparamos en la mayoría de los despropósitos que, desde hace años, vienen siendo moneda corriente en el paisaje educativo de este bendito país. Uno de ellos, uno de los más importantes y que, paradójicamente, pasa más desapercibido para la ciudadanía, es el acceso a la función pública docente. Las típicas oposiciones que, una vez superadas, seleccionará -de por vida- al profesorado perteneciente al sistema de educación pública.
Dos son los factores esenciales para la calidad de un sistema educativo: la formación inicial de su profesorado y el acceso a los cuerpos docentes. Da grima que los políticos hablen de tanta calidad y tanta evaluación y tanto diagnóstico, cuando en vez de hacer tantas leyes mediocres, tantas agencias de evaluación y tantos reglamentos inútiles, hubieran debido ocuparse más de estas bases que sustentan a la Educación teniéndolas tan fácilmente a la vista.
La lamentable formación inicial del profesorado la dejaremos para otras entradas de este blog. Nadie se ha preocupado por ella, nadie ha tenido la valentía de meterle mano a una universidad incapaz de asumir dicha formación con garantías de calidad profesional. Sólo se ha encarecido aún más con el timo del master de secundaria, y nada más. Ahora bien, lo que está ocurriendo con la selección del profesorado a través de unas oposiciones que deberían regirse por los principios de capacidad, mérito y transparencia, es ya de vergüenza. Este gobierno lleva más de un año anunciando cambios sustanciales en el sistema de acceso después de haber propiciado un periodo transitorio -más que discutible- para resolver únicamente los problemas creados por su propia incompetencia, en vez de para mejorar la calidad de la selección que se realiza a través de las oposiciones. Frente a la necesidad de disponer de un sistema estable y riguroso, se ha propiciado una situación inestable y de incertidumbre para todos aquellos que aspiran legítimamente a ingresar en el sistema educativo público.
Y -para colmo de males- en visperas de unas elecciones más que críticas para el gobierno actual, no tienen otra cosa que hacer -camino de la merecida y esperada salida- que modificar otra vez el borrador del temario de las distintas especialidades y dejar de nuevo en el aire el sistema de oposición. Una grave irresponsabilidad, otra más. Lo que es evidente es que les preocupa la calidad de su profesorado y del sistema educativo lo que a la ciudadanía el apareamiento del cangrejo rojo americano, y todavía tenemos que aguantarles sus engolados y vacíos discursos electorales sobre la importancia que para ellos tiene la Educación. ¡Qué jartura, dios mío!
Como dice Eduardo Galeano, debería estar penado el delito de estupidez y aún más el de frivolidad para con los fundamentos de la sociedad, como es la Educación. Al menos, aún nos queda el derecho a soñar, a soñar un mundo donde estos incompetentes sean sólo unos inofensivos mediocres sin audiencia que los escuche, en vez de manejar tan alegremente el dinero, las vidas y las ilusiones de los demás.
Ahora que tanto se cuestiona los recortes en educación, ahora que parece que la educación se ha convertido en el bastión sagrado de los derechos sociales, ahora que es motivo de conversación incandescente,…, llega el último grito en modernización educativa: el MIR educativo. (Menos mal que no lo sufriremos en el 2012)
ResponderEliminarHace poco se publicaron unas declaraciones del señor ministro de educación, el Sr. Gabilondo, las cuales aludían a las medidas salvadoras de la educación en nuestro país. Una de ellas, pasaba por la reforma de los temarios a la función pública docente y, otra, la reforma del sistema de acceso. Entre las razones esgrimidas para tal fin se encontraba la necesidad que tiene la escuela de "seleccionar a los mejores". Y es que parece, que los que están dentro son torpes, tontos, flojos o los principales causantes de la falta de salud del enfermo educativo español. Si las soluciones a los graves problemas que existen se centra en apuntar con el dedo a los docentes que están dentro y a los futuros docentes que están fuera, los únicos que no se han enterado de nada son precisamente la clase política de este país.
Con una sonrojante improvisación, se afronta lo que debería de ser una apuesta por la calidad y la excelencia en la selección del profesorado. Es una muestra más de la guillotina a la que se nos condena en materia educativa. No había necesidad alguna de modificar ni tan siquiera los borradores, dada la premura de tiempo y la proximidad de unas elecciones generales, pero algo habría que hacer en materia electoral.
Ahora, afortunadamente ha llegado la gran salvación del sistema en forma de MIR educativo, un extraño engendro que representa una incertidumbre y un desconocimiento absoluto en lo que se concierne al sistema de acceso en los próximos años cuando lo pongan en funcionamiento, un acceso ya de por sí convertido en un auténtico circo. Y es que, hoy día, opositar a los cuerpos de enseñanza en este país selecciona más a aquellos capaces de sortear decisiones politicas desastrosas en materia educativa que profesores formados convenientemente.
Pero, sin embargo, nadie gira su mirada hacia las universidades que debieran tomar el testigo de una verdadera reforma que vaya más allá de unos procedimientos selectivos, en los que la competencia docente depende de la fortuna, en mayor o menor medida, que se tenga en un día determinado.
El máster no resuelve absolutamente nada del problema de la formación del profesorado, al contrario, añade más leña a la hoguera. Si de verdad buscamos dignificar y seleccionar a los mejores docentes todas las carreras universitarias deberían disponer un módulo voluntario de acceso a la docencia. Si comparamos el MIR de la medicina, encontramos como la Universidad se encarga de la formación de la especialidad una vez terminado los años de carrera universitaria. Este periodo, desgraciadamente, no se encuentra para la docencia y posibilita que alguien con un puñado de temas y sin una vocación real clara pueda entrar entre las numerosas grietas del sistema selectivo. Si la Universidad y los centros del profesorado de manera conjunta no controlan y "meten mano" en un programa de formación para la docencia convenientemente homologado a modo de especialidad una vez superado la carrera universitaria elegida, estaremos en el mismo punto de manera permanente: "la educación tiene la culpa de todo,..., hasta del toro que mató a Manolete".
Suponer mayor calidad docente en alguien que es capaz de memorizar más temas, es seguir anclados en un concepto tradicional de la escuela.
Por otro lado, duplicar o triplicar la fase de prácticas, sin saber muy bien cuánto se va a cobrar, da más sentido al engendro. Porque al final siempre se trata de lo mismo…
Pero lo que habría que plantear es un MIR para políticos porque lo único que esta sobradamente demostrado que mientras en educación el que más y el que menos suda la camiseta para acceder al sistema , en política llega cualquier amigote desafortunado y ahorrenme el poner ejemplos.