lunes, 5 de marzo de 2012

Garantismo burocrático frente a descontrol presupuestario: las dos caras del disparate andaluz.


INCOMPETENCIA MATEMÁTICA Y SOCIAL-CIUDADANA


Al atardecer iré
con mi azul cántaro al río,
para recoger la última
sombra del paisaje mío.

Dulce María Loynaz."El cántaro azul". Versos del agua y del amor.


De entre todas las cosas estúpidas e inútiles que tiene la política educativa andaluza, nada comparable con el aparente e insufrible garantismo burocrático que impone la Consejería en todas sus normativas relativas al funcionamiento de los centros y de su profesorado. Esta compulsión, obsesiva hasta la náusea, contrasta sorprendentemente con el estudiado descontrol bajo el que otros servicios de la Junta de Andalucía -digamos que Empleo, un poné- son capaces de librar millones de € a discreción sin emitir un solo papel ni reflejar un solo asiento de contabilidad ni que intervengan inspección o comisiones técnicas que logren parar el procedimiento indebido.

Mientras que para ganar una reclamación realizada por la familia de un alumno sobre la calificación de una materia, un centro educativo tiene que remover y presentar una resma de papeles que demuestren que todo el procedimiento evaluador ha sido no solo correcto sino cristalino, tres millones de € pueden cambiar de manos -in ictu oculi- con un solo post-it. En las reclamaciones educativas no se mueve ni un céntimo de € y sin embargo se genera un procedimiento administrativo que causa no pocos mareos burocráticos y tarda una eternidad en resolverse. En la inclusión de un intruso en un ERE fraudulento o en la concesión arbitraria de cantidades millonarias porque sí, no existe por lo visto ni un solo papel que lo justifique. ¿No les parece chocante que convivan ambas situaciones dentro de la misma administración política?

La tesis que mantenemos, lejos de la oficial de que sólo han sido dos chorizos los que han movido centenares de millones de euros -argumento más propio de películas como Mary Poppins que de adultos inteligentes-, es que ambas situaciones son las dos caras de una misma e incómoda realidad política. "Mientras mantenemos entretenidos al populacho educativo y social con montañas de normas, instrucciones y papeles que dan toda la apariencia de control y extrema supervisión en beneficio de la ciudadanía -garantismo-, a la chita callando nos lo llevamos calentito por los desagües del sistema sin que se den cuenta", parecen pensar. Y, desde luego, ambas estrategias se complementan perfectamente, no son nada la una sin la otra.

Ahora se ha anunciado a los directores de instituto una vuelta de tuerca más al farragoso procedimiento ya establecido para poder "ganar" -en forma- una reclamación de notas, sin duda, con el propósito de desanimar a los pocos centros que tratan de dignificar las decisiones de los equipos docentes en materia de evaluación y promoción, sugiriéndoles por pasiva que aprueben sin más a los sujetos y eviten el papeleo innecesario. Verdaderamente vergonzoso. No sólo muestra una desconfianza extrema en el quehacer profesional de los docentes -como si a estos profesionales les encantara joder al personal sin ningún tipo de razonamiento-, sino que lo desautorizan siempre que pueden por defectos estúpidos de forma que empantanan cualquier decisión justa y razonable en el fondo. Todo ello aderezado por un funcionamiento más que cuestionable de las Comisiones Técnicas Provinciales de Reclamación que, sin medios y sin ganas, muchas veces, y sin siquiera pasarse por los centros, emiten informes a voleo poco o nada argumentados que ponen en entredicho seriamente, tanto su apelativo de "técnicas" como la dignidad de muchos equipos educativos.

Mientras todos estemos enfangados con los "papeles" educativos lo esencial se escapa a nuestros ojos y nuestras manos. Frente al garantismo burocrático en la educación, sinvergonzonería en el manejo de los fondos públicos, ¡qué síntesis más española y andaluza de la política! No nos resistimos a dejarles una vez más con Hitler pidiendo ¡PAPELEEEEES!  a sus generales. Solo por eso perderían la guerra seguro, como estos de aquí.

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