sábado, 12 de mayo de 2012

¡Qué cansinos con los inútiles diagnósticos!


INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA 


El final será siempre lo que nunca habíamos esperado.

Francisco Blesa. Libro Tercero. Mar Imperator Mundi.


Teniendo como tiene Andalucía un currículo cultural y artístico empobrecido por las pocas horas de dedicación que tienen las áreas y materias artísticas, tanto en Primaria como en Secundaria, como por la poca consideración que se tiene con el profesorado que lo imparte, ahora la Consejería de Educación se descuelga con que quiere -este curso- añadir a la ya cansina evaluación de diagnóstico de Lengua y Matemáticas, la de la competencia cultural y artística. ¿Para qué los diagnósticos cuando las recetas que se están administrando -después de varios años de pruebecitas- ya se sabe que son erróneas? ¿Para cubrir el expediente otra vez? ¿Para dar apariencia de control en un sistema descontrolado? ¿Después de lo que han hecho con las artes plásticas en la educación? Esto de las evaluaciones de diagnóstico en Andalucía lleva el mismo camino idiota que el mal llamado Plan de Calidad -van de la mano en una misma visión empresarial de la escuela-: no se atreven a quitarlas por no reconocer que se equivocaron, pero ven cómo año tras año dejan de tener sentido y, a más a más -como diría Mas-, la colaboración del profesorado en el desarrollo del proceso y en la interpretación de los datos es cada vez más burocrática. Incluso da la impresión que la misma inspección, poco a poco, se ha ido alejando de este pufo anual. 

Lo que se ha vivido en los centros esta semana de aplicación de las pruebas de diagnóstico es algo parecido a esto: ¿otra vez con lo mismo? pregunta el maestro o profesora de turno que le toca el marrón. ¿Y esto pa qué, no tienen otra cosa que hacer? insiste. El jefe de estudios contesta paciente, "mira, como de todas formas hay que hacerlo hagámoslo de la manera más rápida posible y salimos de esto cuanto antes". Los alumnos, sobre todo de secundaria, dicen: ¿pero esta prueba es obligatoria, sirve para la nota? No, contesta el de turno, "pues entonces no la hago", dice el gracioso, también de turno. Algunos que la hacen al cuarto de hora dicen "profesor, estoy cansado, yo ya no sigo"; sigue intentándolo por favor, "qué no, que no sigo profe..." Bueno, trae. En los departamentos didácticos implicados: "¡pues yo no corrijo este año otra vez esta tontería!, que lo haga la Delegación"; no, le dice el jefe de departamento -que para eso es jefe- nos las vamos a repartir entre todos y ya está, "pues que sepas que no voy a tardar ni diez minutos en corregir las mías", muy bien, vale, le dice el jefe. Los tutores: este cuestionario es una tontería ¿hay que contestarlo?; el orientador dice que sí -que es una tontería- pero que no se tarda mucho en hacerlo. En dos minutos están los cuestionarios cumplimentados... En fin, como ven, la validez que pueden llegar a tener estas pruebas es similar a la de los cuestionarios de las revistas para adolescentes y, sin embargo, la AGAEVE se tira medio año preparándolos -y pagándolos- y otro medio tratando de torturar los datos para que digan algo vendible políticamente, visto el desastre anual.

En entradas anteriores hemos visto la cantidad de errores de bulto que contienen estas pruebas desde su misma concepción inicial, ¿Será posible que los recortes debidos a la crisis se las lleven por delante? Si es así, algo habrá tenido de bueno la crisis. Para más información aún de cómo estas evaluaciones, más propias de las corrientes neoconservadoras y eficientistas aplicadas a la gestión de los centros educativos, no sirven para lo que dicen servir, o sea, para mejorar la calidad de la enseñanza, nada mejor que investigaciones como la del profesor Javier Merchán, de la Universidad de Sevilla, para desmontar todas las tonterías que se dicen en los ámbitos políticos sobre la necesidad e importancia de las mismas. Por cierto, no dejen de analizar -al final de la presentación que les enlazamos- las conclusiones principales de su investigación.

Si quieren evaluaciones artísticas nada mejor que valorar estas miradas, miradas de cine, que a nuestros políticos no les importa nada que se trabajen o no en los centros -ellos empeñados tan sólo en el currículo pre-industrial de leer y sumar-. Un regalo optimista para los ojos, dedicado al profesorado de eso que llama la Consejería competencia cultural y artística, y que no sabe ni lo que es:



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