"A oscuras está el mundo, y escucha su porción: el sordo movimiento profundo de la mar; o su totalidad: el universo que finge en las alturas claras luces".
(Noche. Francisco Brines. Antología Poética. Ed. Alianza, 2020)
INCOMPETENCIA CULTURAL Y ARTÍSTICA
Con el fin de contribuir al derribo de la imbecilidad norteamericana de Halloween, así como acabar con las representaciones bobaliconas de calabazas y disfraces de zombies, propios de películas de terror de serie B, que se extienden por nuestro país, hablar de la muerte también supone ampliar nuestros conocimientos sobre las Artes y la Cultura en general. Por ejemplo, de cómo la pintura o la música, a lo largo de la historia, la han venido representando e interpretando. Ahí van algunas muestras nada bobaliconas.
Por votación realizada por los lectores de la página de JotDown, ésta de más abajo sería la pintura -por cierto, desaparecida, de ahí que sólo nos quede su fotografía- que mejor la representa: Cementerio de Monasterio en la nieve, de Caspar David Friedrich.
Y, en segundo lugar, Las Edades y la Muerte, de Hans Baldung, obra que puede admirarse en nuestro Museo del Prado:
En segundo lugar estaría la canción de Eric Clapton "Tears in Heaven" (Lágrimas en el Cielo), compuesta a la memoria de su hijo fallecido a la edad de cuatro años:
También existen otras canciones que pueden resultarles atractivas, como la del grupo Queen, Another One Bites the Dust (algo así como Otro que Muerde el Polvo), o Frank Sinatra con su I´m Gonna Live Until I Die (Voy a vivir hasta que muera) haciendo bueno el aforismo del sacerdote jesuíta Xavier Albó de que "más vale morir viviendo que vivir muriendo".
Por lo que respecta a la representación de la muerte en la música clásica, que también tiene sus seguidores, podríamos destacar un conjunto de obras, entre las que destacaríamos aquí dos por los consabidos problemas de espacio: el motete de Cristóbal de Morales titulado Parce Mihi Domine (Perdóname Señor).
O también, la pieza In Paradisum, del Requiem de Gabriel Fauré,
Válgannos estos pocos ejemplos para contrarrestar la estupidización de la muerte representada por esas fiestas infantiloides que importamos de culturas, además, ajenas a la nuestra, sin tomarnos un minuto siquiera para pararnos a pensar y, a continuación, erradicarlas para siempre de nuestro repertorio de ocio y, de paso, de las escuelas e institutos de nuestro país. ¡Muerte a Halloween! y, de paso, también a la imbecilidad comercial norteamericana del Black Friday.
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