miércoles, 9 de marzo de 2022

Movimiento por la paz versus pacifismo

 

                     INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                     

En los programas de Educación para la Paz que se desarrollan en los centros no siempre se tiene claro la diferencia entre lo que supone promover en el alumnado un verdadero movimiento por la paz de un cuasi-religioso pacifismo. Y es que la doctrina pacifista posee serios peligros que pueden confundir al profesorado en su labor docente al entronizar a la paz como valor absoluto, pero como una paz negativa, esto es, identificada tan sólo con la ausencia de guerra sin conexiones con la libertad y la justicia social. Por su parte, los movimientos por la paz se definen como una posición de crítica radical de las armas de destrucción masiva, de algunas guerras, de la existencia de bloques enfrentados, etc. Movimientos muy preocupados por la posibilidad cierta de que algunos conflictos puedan acabar en un verdadero apocalipsis humano. Un peligro anunciado desde hace décadas pero que hoy, ante lo que ocurre en Ucrania, adquiere un riesgo muy alto.

El pacifismo, como doctrina trufada hoy -por cierta izquierda iluminada- con dosis de feminismo, ecologismo o anticapitalismo, entiende la paz como un valor absoluto independiente de las condiciones en que se logre, como ya explicamos en la entrada anterior. La paz como silencio de cementerio, la paz como sumisión o esclavitud o la paz como resignación cristiana no deberían ser definidas como paz. Cierto pacifismo actual tiende, pues, a considerar postulados fanáticos -religiosos de izquierdas- incapaces de considerar que la paz -entendida como paz negativa- no puede ser aceptada a cualquier precio.

La cuestión a valorar es si, agotadas las posibilidades de lograr una paz positiva, existe moralmente la posibilidad de una guerra justa o guerra legítima. Esta es la cuestión clave a trabajar con el alumnado en los programas educativos y, en primer lugar, con el propio profesorado. ¿Constituye la autodefensa una causa justa para responder a la agresión de otro país? ¿Es causa legítima de guerra frenar la expansión imperialista, evitar la muerte de civiles indefensos o de masacres organizadas como ocurrió con la Alemania nazi o en Vietnam? Para contestar a estas preguntas se impone, pues, un conocimiento más preciso de la historia y, sobre todo, de la historia reciente europea y española, con el fin de encarar una educación para la paz en los centros educativos que vaya más allá de adoctrinar con planteamientos buenistas. El conocimiento de la realidad histórica en contextos de crisis y de guerra, pues, es fundamental para encarar un verdadero programa de educación para la paz.

Promover un conjunto de actitudes y procedimientos para la resolución pacífica de conflictos, mediante el diálogo, la tolerancia, el respeto y la búsqueda de acuerdos, es sin duda un componente esencial de este tipo de programas educativos en las escuelas e institutos, pero si no los acompañamos de conocimientos históricos -no de manipulaciones interesadas- de cómo se han producido guerras y agresiones entre los pueblos, cómo se han prevenido conflictos armados, el alumnado será incapaz de discernir cuándo y hasta dónde emplear procedimientos pacíficos y cuándo y cómo prever y afrontar situaciones críticas que tengan como fin defender culturas de paz, ayudar a pueblos injustamente agredidos, frenar las ansias imperialistas o evitar masacres organizadas.

El pacifismo, sin duda, ha aportado todos estos años un buen número de procedimientos para educar para la paz en las escuelas, pero convertido en doctrina encierra serias limitaciones por lo que, estos programas educativos, han de incorporar necesariamente conocimientos históricos contrastados en contextos de crisis y de guerras, y no sólo procedimientos, actitudes o emociones bienintencionadas a desarrollar con el alumnado. En resumen: los programas de Educación para la Paz no pueden prescindir de los conocimientos históricos y centrarse exclusivamente en procedimientos y actitudes que, aisladamente, son claramente insuficientes y llamar a errores de planteamiento.

El presidente de Ucrania, el Sr. Zelenski, era un comediante convertido ahora en héroe nacional. Les dejamos ahora con otro comediante, Joaquín Reyes, convertido ahora en un visionario. Vean este vídeo sarcástico de hace siete años. El humorista ya sabía entonces de qué iba el Sr. Putin pero, por lo visto, los servicios de inteligencia (?) europeos estaban a otra cosa. Una pena. 


                   

No hay comentarios:

Publicar un comentario