martes, 6 de septiembre de 2022

Laika en la consejería de educación

 

 Laika, la perrita cosmonauta

 

                  INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                   

La perrita rusa Laika fue el primer astronauta lanzado al espacio. En España fue inmortalizada por la canción que le dedicó el grupo Mecano. Lo que no se supo entonces, en 1957, es que Laika murió al poco de ser lanzada en el Sputnik 2, tal y como estaba previsto. Sin embargo, durante décadas las autoridades soviéticas mintieron diciendo, primero, que sería lanzada en paracaídas en su regreso a la Tierra y, después, que había muerto por falta de oxígeno sin saber las causas. Mucho más tarde se contó que se le había suministrado veneno en la comida del séptimo día para que no sufriera las radiaciones. Nada era verdad. Ya ven que el tema de los "relatos" y los "cuentos" no es un invento de hoy. Fue en 2002 (ya ven que no es cierto que las mentiras tengan las patas muy cortas como dice el refrán), cuando se reveló el secreto de la muerte de Laika: había fallecido cinco o seis horas después del lanzamiento, y lo más seguro es que la causa de su muerte fuera el pánico que sintió: se le triplicó el ritmo cardiaco y el calor que hacía en el interior de la cápsula era insoportable.

Traemos esta pequeña -o gran tragedia- a colación porque políticos de todos los colores del arco parlamentario siguen considerando que cualquiera puede ocupar cualquier alto cargo del Estado sin la debida formación ni experiencia. Como la perrita Laika. Sólo tienen que dejarse "conducir" por los "aparatos". Los ejemplos son tan numerosos en los últimos años que no merece la pena ni reseñarlos. Vds. los conocen muy bien. Estamos (mal) acostumbrados a que cualquiera puede ejercer de Laika y "tripular" una nave espacial -una presidencia, un ministerio, una consejería, una alcaldía...- sin saber absolutamente nada ni adónde va. 

La perrita Laika concitó, entonces, el cariño del pueblo, pero estos políticos "laikas" de ahora deberían concitar justo lo contrario: el rechazo de la ciudadanía; son el exponente de una estafa realizada con la connivencia de los partidos políticos y la estulticia de buena parte del electorado, incapaz de reconocer el engaño. Pagamos a esto/as perrito/as laikas con nuestro dinero -impuestos- para que sean capaces de resolver problemas serios pero, como no saben nada, muchos se dedican a llenar sus alforjas, repartir privilegios a colegas y familiares, y hacer experimentos con las cosas de comer. Y no se preocupan porque, después, los platos rotos los pagamos también nosotros, no ellos.

A lo que vamos, ya está bien de situar al frente de presidencias, ministerios y consejerías, especialmente los relativos a sectores tan estratégicos y vitales como el de la educación, a personajillos sin formación ni experiencia que tan solo son el fruto de las intrigas y fontanerías del partido de turno. Lo del nombramiento de la Sra. del Pozo, por tanto, no tiene un pase. No es una cuestión personal, no conocemos personalmente a esta señora, -como no conocíamos al Sr. Imbroda- pero no se le puede encargar la consejería de Educación de Andalucía a nadie que presente tan pobre bagaje profesional en el campo educativo. Cualquier docente andaluz, cualquiera, está más capacitado que ella para realizar dicha labor: al menos ha pasado por un proceso selectivo -oposiciones-, ha sido formado al efecto para poder hacerlo -universidad- y se bate todos los días el cobre en la dura realidad de las aulas. La Sra. del Pozo nada de nada.

No, la perrita Laika no sabía -ni podía- tripular el Sputnik 2, pero la metieron dentro a la fuerza y ya conocen cómo acabó. La Sra. del Pozo es una política "laika" que han puesto al mando de una nave que no sabe conducir ni adónde va, aunque ella se ha prestado al juego. Esperemos, por su bien, que no acabe como Laika. Y aquellos que, supuestamente, la dirigen desde las sombras, -desde el control de Tierra/PP- deberían dar la cara... para que se la podamos partir -es un decir- cuando sea menester. Pobre Laika.

Les dejamos con una breve entrevista al humorista Leo Harlem que viene muy al pelo.


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