lunes, 9 de mayo de 2011

Contra las -falsamente- llamadas "pruebas de diagnóstico"

INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO

Ya que el mes pasado el Sr. Consejero de Educación, Álvarez de la Chica, nos instaba a "rebelarnos", la primera ocasión para hacerlo la tenemos precisamente esta semana en la que participaremos por enésima vez en la pantomima de las "pruebas de diagnóstico" que se aplican en el sistema educativo no universitario. (Por cierto, esperamos con "ansiedad" que se hagan cuanto antes en el ámbito universitario, o ¿es que no se atreven?). Estas pruebas como ya mantuvimos una vez en este blog, no hay por donde cogerlas, si queremos dotarlas de un mínimo rigor estadístico o político. Primero: no son pruebas de diagnóstico, ya que no prueban ni diagnostican nada. Son simplemente exámenes -y mediocres- que se pasan a los alumnos y alumnas en condiciones tan poco fiables que sería más válido cualquier análisis de las calificaciones que pone el profesorado a lo largo de un curso escolar. Siempre, eso sí, que no estuvieran presionados, maestros y profesores, con el propósito de "maquillar" los resultados, como se hace de manera directa e indirecta en no pocas ocasiones y centros educativos. No prueban nada -como saben muchos profesores- porque no te puedes fiar del resultado de un examen escrito en un día concreto, sino de un conjunto de valoraciones realizadas a lo largo de todo un año y por un equipo docente al completo. Y no diagnostican nada porque no ofrecen ningún dato que permita concluir qué causa el éxito o el fracaso académico de ese examen: un mal día, falta de interés, mala enseñanza, entorno deprivado, mala corrección de la prueba, copia o dictado de las respuestas, mala selección de los items y de su calificación y tantas otras cosas más.

Segundo: sus resultados no son fiables por muchos motivos. El más evidente es que -como no pasa con PISA- no puede ser aplicado ni corregido el examen por parte interesada -como puede ser el docente encargado del mismo-. Por el contrario, tendría que ser un agente externo independiente el que lo hiciera si se quieren evitar sesgos como los siguientes: desigual aplicación de criterios de valoración, descontrol -según los grupos- en la realización del examen que invalida la comparación de resultados incluso dentro de un mismo centro educativo, no digamos entre varios, desinterés en el alumnado para realizar un examen que no vale para nada, desinterés del profesorado en corregir un examen que nadie le agradece y que si los resultados son demasiado malos pueden provocar un proceso de "control" burocrático muy molesto durante el curso siguiente, etc. 

Tercero:  el tratamiento estadístico de los resultados obtenidos y sus conclusiones están a cargo de una "Agencia" de evaluación (la AGAEVE) a la que se le puede tildar de todo menos de INDEPENDIENTE. Por el contrario, en todo sigue las consignas emanadas en cada momento por el Consejero de turno. Como decía Churchill, el sólo se fiaba de las estadísticas que él mismo manipulaba, así que no resulta nada creible un proceso tan delicado en manos de un conjunto de personas, la mayoría de las cuales se han enterado de la evaluación del sistema educativo andaluz cuando las han instalado allí en la Agencia. En otros tiempos, principios de los años 90 del siglo pasado, se pensó que la credibilidad de la creación de un Instituto Andaluz de Evaluación Educativa -como se decía entonces- tenía que recaer en un estatuto verdaderamente independiente para el funcionamiento y organización de dicho Instituto, y que estuviera a cargo de personas de reconocido prestigio en materia de evaluación del sistema educativo que ya existían entonces y siguen existiendo ahora y que, por cierto, no se encuentran entre las que dirigen ni trabajan en la actual AGAEVE, de ahí que su credibilidad e independencia de criterio para emitir valoraciones sobre la realidad educativa andaluza estén incluso por debajo de la de los políticos que la teledirigen.

Por todo ello, resulta lamentable el empecinamiento de evaluar el sistema educativo mediante un instrumento tan malo como el de estos exámenes, con lo que cuestan -en dinero- y lo que distraen en esfuerzos baldíos por parte del profesorado que se ve obligado a participar en ellos. Además del "tufo" de gestión empresarial neoconservadora que supone su utilización, lo que resulta chocante desde una supuesta -ya, ya- ideología progresista de izquierdas. Así que, Sr. Consejero gástese el dinero, que no le sobra, en "remedios" y no en "diagnósticos". Quite las "caracolas" de tantos centros que aún las sufren, arregle los patios y los gimnasios, mejore los laboratorios, mande cupos de profesorado suficiente y destine recursos para una adecuada atención a la diversidad. Empiece por ahí y ya verá como van mejorando las cosas sin necesidad de tirar el dinero en estos exámenes.

Y si quiere evaluar de verdad el sistema educativo andaluz, cree un órgano con prestigio e independiente que lo lleve a cabo, propicie investigaciones sectoriales de equipos de relevancia contrastada, rentabilice los esfuerzos evaluadores de tantos inspectores/as y tantos profesores/as que podrían ofrecerles visiones mucho más completas que los resultados de estos exámenes, evalúe, por ejemplo, en qué ha mejorado la calidad educativa y los resultados escolares la introducción de las TIC en los centros escolares (portátiles y equipos por aula), una evaluación -por lo que sabemos- que se hizo pero que nunca se llegó a publicar por lo demoledor de sus resultados, o en qué ha mejorado la vida de los centros el regalo de 7.000 € que se les prometió a aquellos profesores y profesoras que se apuntaron al Plan de Calidad, o qué pasa con la atención a los alumnos y alumnas con dificultades en la Educación Primaria, donde el profesorado de apoyo hace de todo menos ayudarlos, o por qué no participa ni un 5% de las familias en los institutos, o en qué porcentaje va a afectar a la calidad educativa y a los resultados escolares el 5% de reducción del salario de los docentes, pagadores de una crisis que no han generado los funcionarios, cuando en la bonanza bancaria e inmobiliaria tampoco vieron aumentados sus sueldos como tantos otros.

En fin, efectivamente es hora de rebelarnos Sr. Consejero, y la primera oportunidad que tiene usted para hacerlo es acabar con esta pantomima de las "pruebas de diagnóstico" y de la AGAEVE antes de irse. Constituiría un ápice de sinceridad y transparencia inaudito en estos tiempos, desde luego, pero que la comunidad educativa agradeceria como agua de mayo, nunca mejor dicho.

Y como regalo, y para homenajear al reciente premio "Príncipe de Asturias" el psicólogo HOWARD GARDNER, un vídeo para conocerlo y contraponer la estupidez de las pruebas de diagnóstico de lengua y matemáticas y la Educación que se desprende de sus investigaciones sobre las "inteligencias múltiples". En particular la importancia de la Educación de las Artes en las escuelas. Disfrútenlo...





3 comentarios:

  1. Hola a todos. Estando muy de acuerdo con el fondo del artículo (hablo desde otra comunidad autónoma), sí me gustaría puntualizar que la evaluación debe entrar en los centros. Quizás no de esta forma, sino a través de proyectos. Un centro evaluador independiente y la inspección escogen cada dos años a dos o tres centros de primaria y secundaria, haciendo un análisis de los procesos, del profesorado, del alumnado, de las situación social... de esta manera se puede "diagnosticar" cuando el sistema funciona y cuando no; serian muestras representativas. Los centros dependen del alumnado, pero también del profesorado y éstos del clima y cultura educativa del centro, además de las leyes y medios que tienen...todo tiene valor, los resultados de los alumnos tienen un sesgo (el nivel cultural de los padres, su empeño y las capacidades de los mismos), es verdad que hay centros que con menos hacen más, pues veamos que hay detrás.

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  2. ¿Cómo ha podido vivir la humanidad 5000 años sin las "Competencias Básicas"? Menos rollo patatero y psicopedagógico barato, que desde que Pitágoras descubrió su teorema, los cálculos de la hipotenusa y los catetos siguen siendo los mismos...
    ¡¡No a los cambios desconcertantes!!
    2+2=4, aquí y en Pekín...

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