lunes, 16 de enero de 2012

Sin el profesorado no se hace nada que merezca la pena en la Educación.

INCOMPETENCIA DE CONOCIMIENTO DE LA REALIDAD EDUCATIVA

Hemos amado juntos tantas cosas
Que es difícil amarlas separados.

Hemos vivido juntos tanto abismo
Que sin ti todo parece superficie.

Roberto Juarroz. Cuarta Poesía Vertical

Desde tiempos inmemoriales nuestros gobernantes han tratado de mejorar el sistema educativo al modo ilustrado, esto es, sin contar con el profesorado, e incluso en algunos momentos, contra el profesorado. Por lo que se ve, leen poco y carecen de sentido común. O les importa un higo -o una higa- lo que pase con la Educación en este pais. Debe ser consecuencia de esa fiebre del poder que afecta a todo aquel mediocre que se encuentra con un cargo, porque si no, no se entiende. Y además, parece ser un mal extendido tanto a la diestra como a la siniestra, herencia pegajosa de un modo de proceder más propio del rey Sol que de una política moderna y sensata del siglo XXI. 

Digámoslo alto y claro: sin el concurso del profesorado no se puede ir a ningún sitio que merezca la pena para mejorar la Educación de un país o de una comunidad autónoma. Si no quieren leer literatura al respecto que lo demuestra, les bastaría mirar lo que ha pasado con las últimas reformas educativas. La LOGSE (1990) nació sin el apoyo de una gran mayoría del profesorado, tras graves conflictos y duras huelgas que dejaron a todos malparados. Tan sólo fue apoyada en principio por una minoría de docentes que, más tarde, fueron traicionados por la propia Ley como consecuencia del desaire que supusieron muchos de sus preceptos para las propuestas de los que participaron en los procesos de experimentación de la reforma educativa, así como de la insuficiente financiación que siempre la aquejó. Graves errores de diseño que la lastraron hasta hacerla naufragar. Después, la LOE (2006), la otra ley tardosocialista, trató de resucitar la LOCE (2002) del PP -asesinadita por ellos-, que no la LOGSE -reconocimiento implícito, tal vez, de su hundimiento- a la que se parece bastante menos. Pero de nuevo con el mismo diseño político erróneo de partida: desoír al profesorado -a pesar de las evidencias del sonado fracaso anterior- en un nuevo capítulo de la huida hacia adelante tan característica del zapaterismo en todos los órdenes políticos. También en la Educación. 

Y ahora el PP parece que camina por los mismos equivocados senderos. Quizás aquejados del mismo mal de altura -del poder-, se creen los poseedores del elixir milagroso que resolverá de un plumazo los problemas educativos, nuevamente cargando contra el profesorado, como si éste fuera deudor de los errores de unos y de otros, por turnos, cuando su voz -siempre desoída- no deja de ser una de las más cualificadas para acometer los grandes retos educativos del porvenir.

Y no sólo su voz es necesaria en el debate educativo, aún lo son más su ilusión y su competencia profesional. Escuchar al profesorado es la condición necesaria, aunque no suficiente, para recuperar el compromiso compartido de afrontar los graves problemas educativos, y este compromiso sólo puede asumirse cuando va acompañado de ilusión y esperanza. Al fin y al cabo, la Educación, a la postre, depende de lo que haga un profesor/a cuando se encierra con su grupo de alumnos en un aula, y la calidad de esa relación humana y personal no puede ser mejorada ni prometiendo sobornos, ni amenazando con sanciones, ni rebajándo la autoridad y el salario, sino sólo cuando ese profesor/a decide asumirlo. Otra cosa es que quieran acabar -implícitamente- con la Educación Pública como sistema vertebrador del estado del bienestar y regresemos al negro periodo de "la educación de calidad para quien la pague", y para el resto del personal solo "entretenimiento", guarda y custodia. Si es así, que lo digan, porque aunque lo callen se les verá el plumero más pronto que tarde. Y entonces sumaremos otra oportunidad perdida, y ya van muchas. 

Con respecto al asunto de la competencia profesional y la formación del docente, una asignatura pendiente de todas las reformas educativas anteriores, lo dejaremos para una próxima entrada del blog. Mientras tanto, les dejamos con un documental excepcional titulado "La doctrina del shock", basado en el libro de Naomi Klein donde se narra la forma en la que los llamados "chicago boys" de Milton Friedman, utilizaron el descubrimiento de los electroshock -utilizados en psicología con el fin de borrar los recuerdos y regresar al sujeto a un estado infantil y así poder reescribir su historia- pero trasladados al contexto socioeconómico de los países en vías de desarrollo, con el propósito de administrar shocks económicos (alza de impuestos, eliminación de subsidios y políticas sociales, aumento de precios, etc.) y poder saquear mejor los recursos naturales y enriquecer a las multinacionales. ¿A qué les suena esto? ¿También desearía el PP propinarles un electroshock a los docentes?

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