martes, 27 de noviembre de 2012

Andalucía y la desigualdad autonómica.


IMCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA

Vamos por ningún sendero,
que el sendero sobraría,
por el tumbo y el jadeo
del tambor de la alegría.

Gabriela Mistral. Tamborito panameño. Tala.

¡Quién nos iba a decir a los que enarbolábamos ilusionados en los años ochenta una bandera blaquiverde -no la del Betis, sino la de Andalucía- por las calles de nuestros pueblos y ciudades que, décadas después, la autonomía que pedíamos a gritos entonces nos iba a dejar igual de mal que estábamos! Treinta años después, los pueblos de España no se han acercado -no han convergido socioeconómicamente, como diría el pedante-, sino que se ha agrandado aún más la brecha entre comunidades ricas y comunidades pobres. Claro que todos estamos mejor ahora que en los ochenta, pero los que ya entonces estaban bien aún están mejor, y los que andábamos a la cola, seguimos a la cola, pero más separados todavía de los que van en cabeza.

De este modo, los derechos básicos a la educación, a la sanidad, a la vivienda, al trabajo, a la justicia, a la seguridad..., no se ejercen hoy de la misma forma ni son de la misma calidad si se vive en Pamplona o se vive en Sevilla. Andalucía invierte en educación la mitad por alumno/año que el País Vasco o Navarra, su tasa de abandono y fracaso escolar es el doble o el triple que otras comunidades, los tribunales de justicia andaluces son tercermundistas y están colapsados beneficiando siempre al poderoso corrupto y la sanidad sigue a la cola del resto del país.

Eso sí, durante estos treinta años hemos tenido aquí en Andalucía la suerte de contar con unos políticos y unos gobiernos -siempre socialistas- que nos han vendido humo, que han prometido mil y una veces las mismas cosas que nunca han cumplido, que han vaciado las arcas públicas en ocurrencias y en corruptelas, que han permitido que la zafiedad presida la vida política, la cultura y la televisión pública, y que han desarmado a la sociedad civil sobornándola con subvenciones y sometiéndola a su antojo.

El estado de las autonomías permitió en su momento una moratoria de ilusiones, apaciguando las viejas demandas y las viejas disputas. Pero se está convirtiendo en un auténtico fraude treinta años después. No se puede tener miedo a corregir este caro disparate organizativo y presupuestario con el miedo a ser tildados de "recentralizadores". Visto el desaguisado autonómico cometido, no se trata de españolizar a nadie, sino de tener sentido común y garantizar a todos los ciudadanos, nazcan donde nazcan en el territorio nacional, que sus derechos básicos estarán garantizados de similar manera.

Ahí les dejamos con el diputado Toni Cantó de UPyD diciendo cosas claras a ambos lados del hemiciclo español en relación a este problema. ¡Qué pena que nadie allí le escuche!



Y otro más, por si no había quedado suficientemente claro...




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