martes, 8 de junio de 2021

¿Más pantallitas? No, gracias

 

"Esta exigencia de lo visual y de la comunicación mediatizada por la pantalla implica que la mayor parte del tiempo estemos solos durante el proceso, a pesar de percibir una sensación de compañía (...) A medida que se fortalece esa comunicación "sin vivencias" (no se hace en vivo) aumenta otro tipo de violencia: la desconfianza (...) Un proceso que avanza hacia un aumento de vida en soledad".

                 Filosofía ante el desánimo. Pág. 216. José C. Ruiz. Ed. Destino. 2021


                                  INCOMPETENCIA DIGITAL                                      

¿Qué papel debe jugar la escuela hoy? ¿Qué función debe asumir la educación en una sociedad dominada por la tecnología, las redes sociales y la comunicación virtual global? No es fácil la respuesta, pero sin duda nos exige reflexionar serenamente antes de tomar decisiones imprudentes, impulsivas o erróneas. En la entrada anterior nos llamaba la atención que países digamos "ricos" limiten la presencia de los ordenadores en sus aulas -Finlandia, Francia, Alemania...- con porcentajes bajos de portátiles o tabletas por número de alumnos. Hace unos años, conversando con  maestras finlandesas nos respondían de manera informal que "bastantes horas de pantalla tenían ya sus alumnos en sus casas como para aumentar esa exposición en la escuela", de ahí que en su currículo dieran importancia a "materias físicas" como carpintería, cocina, juegos o artes plásticas, dedicando pocas horas semanales a trabajar en el aula de informática de su centro.

Esto debería llamarnos la atención en un país como el nuestro tan dado a tomar caras medidas "electoralistas" para llenar de "pantallas" nuestras aulas mediante la implantación de "programas" de títulos rimbombantes. Ahora, la consejería de educación andaluza vuelve a la carga para gastarse un caudal de millones de euros en llenar de portátiles, pizarras y tabletas nuestros centros educativos. ¿Es esto un avance o un disparate? Para nosotros sin duda es un disparate, otro más de los tantos que venimos soportando los docentes y pagando la ciudadanía andaluza.

Si además se suscriben acuerdos con multinacionales tan potentes como Microsoft o Google nos encontramos ante una auténtica rendición o supeditación de la Educación al mercado en su peor versión. De ahí que, en vez de llamarse "consejería de educación", a partir de ahora quizás sería más apropiado cambiarle el nombre por "Microsoft Education Departament" o "Google Global Education", en plan bilingüe. Un desastre. En Torretriana, sede de la consejería de educación andaluza, no es que no se reflexione sobre el papel que debe jugar la escuela en la sociedad actual sino que, literalmente, no hay nadie que use su cerebro para pensar qué escuela queremos construir para las próximas décadas. 

Si tuvieran el hábito de leer y pensar, antes que el de dilapidar nuestros impuestos y mentir, les recomendaríamos a nuestros políticos el libro de José C. Ruiz citado más arriba. No resulta una afirmación apocalíptica que el abuso generalizado y acrítico de las "pantallitas" en nuestros niños pequeños y jóvenes conducirá a una sociedad desconfiada, manipulada y solitaria; serán -son ya- un instrumento letal para la construcción de una ciudadanía crítica y activa porque los convertirá no en ciudadanos sino en consumidores esclavos, les robará sus derechos civiles y los sustituirá por placebos insastisfactorios; finalmente, los condenará a la frustación y al alejamiento de la realidad, como ya, desgraciadamente, está ocurriendo con muchos de ellos y con muchos adultos también. ¿Es esta la sociedad que queremos?

La Escuela no puede limitarse a ser una correa de transmisión de todo esto; no puede ser un mero punto de venta de algoritmos y big data para manipular a los ciudadanos. Al contrario, la Escuela, así con mayúsculas, debería ser un espacio crítico donde analizar qué nos está ocurriendo con las tecnologías, las redes sociales y la comunicación virtual global; que analice y prevenga los graves peligros a los que estamos exponiendo a las nuevas generaciones para que grandes corporaciones de planteamientos éticos muy dudosos obtengan cuantiosos beneficios y poder. La Escuela, la Educación, la enseñanza, el currículo, deben ser capaces de alumbrar visiones críticas e informadas de lo que sucede "ahí fuera", no supeditarse ni venderse a las presiones económicas y políticas que nos rodean. Debe ser un espacio de libertad de pensamiento, de acción responsable y, en ocasiones, hasta de oposición a la estupidez dominante. Sabemos que estamos defendiendo un papel regeneracionista de la Escuela, algo más propio del siglo pasado, pero que no terminó nunca de cuajar por el peligro que supone la existencia de una Escuela Libre para el pensamiento único, las dictaduras más o menos encubiertas y el dios-mercado del capitalismo salvaje. 

No se trata de huir de la realidad, no se trata de negar que existen las pantallas, se trata de saber qué papel deben jugar, qué peligros representan y saber utilizarlas para el beneficio, no de las empresas, sino de los ciudadanos y de la libertad. Si, por otro lado, los estudios que se han realizado no han mostrado que las escuelas que poseen más ordenadores obtengan mejores resultados en la educación de sus alumnos y alumnas Si, además, perjudican más a los estudiantes de clases desfavorecidas, ¿por qué seguimos embobados con la tecnología, las redes sociales y las relaciones virtuales en las escuelas andaluzas? ¿Qué nos están vendiendo? ¿A quién nos estamos vendiendo? ¿Qué estamos abandonando? ¿Qué futuro estamos construyendo?

Si no están suficientemente preocupados por este nuevo disparate vean este vídeo de Tristan Harris, antiguo ejecutivo de Google, en una breve charla TED, donde nos cuenta cómo controlan nuestra atención, nuestras emociones y nuestros pensamientos desde departamentos específicos creados en las grandes corporaciones tecnológicas y ya nos cuentan. Sr. Imbroda, infórmese primero antes de suscribir ningún acuerdo con Google o Microsoft y de comprar tantos ordenadores y cacharritos tecnológicos. Parafraseando aquella sentencia célebre de James Carville, "es la Educación, estúpido".

 

              

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