domingo, 18 de julio de 2021

¡Adiós, Sra. Celaá!


                        INCOMPETENCIA SOCIAL Y CIUDADANA                       

En estos tiempos de política mediocre y evanescente, el paso de los ministros de Educación es efímero, un ejercicio de futilidad. La última, la prescindible Sra. Celaá, ha durado poco, eso sí, lo suficiente para ponerle su nombre a un nuevo engendro legislativo de poco interés y aún menor recorrido. Nadie la recodará, ni a ella, ni a su estúpida ley educativa. Una ley que no aporta nada y que nos podía haber ahorrado a los sufridos contribuyentes que le hemos pagado, encima, su "paseo" por Madrid. Al menos se lo podía haber pagado ella con la pasta que tiene. Pero no, para congraciarse con el cupo vasco de su gobierno, el Sr. Sánchez la ha invitado por cuenta nuestra a malgastar, otra vez, los esfuerzos para mejorar la Educación de este país. Bien poco que le importa. Le ha hecho el trabajo sucio y la manda para casa, que está la pobre ya muy mayor. Ni siquiera le ha dado tiempo para poner la ley en marcha. Para qué, al fin y al cabo es una, otra, ley muerta desde el nacimiento. Hasta el Sr. Sánchez lo sabe.

La ley Celaá es, cómo no, la enésima ley sectaria y pobre que padece este país. No resuelve ni uno solo de los problemas que tiene el sistema educativo español -currículo, profesorado, financiación, organización de los centros, oposiciones, formación profesional, etc.- y crea otros tantos conflictos -educación concertada, educación especial, enseñanza de las lenguas, etc.- Un "éxito" de la lumbrera exministra. Durante la pandemia, siguiendo el modelo de su jefe, optó por "quitarse de en medio" y dejar que las CCAA lidiaran con el problemón: cogobernanza le llaman. Un timo. Otro.

La viene a sustituir otra "señora de partido", la tal Pilar Alegría, maestra de titulación pero "fontanera" del PSOE de "profesión" desde 2008. Sin experiencia docente ni trayectoria de prestigio en el ámbito educativo. No pinta nada bien. Es la apuesta del Sr. Sánchez para tomar el control de la Comunidad aragonesa frente al Sr. Lambán. De nuevo el ministerio de Educación se utilizará de manera indigna como trampolín para las intrigas electoralistas del presidente. Una vergüenza. Otro golpe a la esperanza de que algo pueda mejorar. Parece que seguiremos cuesta abajo y la Educación española lleva muchas décadas yéndose por el desagüe de estos desaprensivos que juegan con "las cosas de comer".

Parece que en nuestro país la elección de los ministros y ministras de Educación -y no digamos de los consejeros del "ramo" de las CCAA- se rigen por el mismo procedimiento que los geniales Les Luthiers realizan en La Comisión, un número cómico en el que tratan de seleccionar al compositor musical que debe mejorar el nuevo himno del país. Aunque, en realidad, la elección de la nueva ministra haya podido ser incluso peor. Peor, incluso, como cuando se "compone" el texto de una nueva ley educativa. Imagínenselo. 

Vamos derechito, derechito, al 2050 con estos impresentables. No se alarmen y ríanse un poco. Porque, si la Sra. Alegría saca una nueva ley, tendremos la Ley Alegría, y eso ya sería el despiporre. ¡Muerte a la Ley Celaá, viva la Ley Alegría! ¡Vayamos a por la novena ley educativa basura sin que cunda el desaliento! Porque, desde luego, lo que necesita la Educación de este país ¡ES UNA BUENA NOVENA! Y que la Virgen del Carmen nos coja confesados.

 

              

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