miércoles, 15 de junio de 2011

La gratuidad de los libros de texto y de los ordenadores portátiles: la estupidez de las falsas políticas igualitaristas

INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO


Supongamos -un suponer como dicen por aquí- dos familias que viven en Andalucía, o en cualquier otro territorio competencial del estado español. Una con ingresos mensuales superiores a los 5.000 € y otra con un nivel de renta inferior a los 600 €. ¿Qué estupidez de falsa política igualistarista educativa puede defender que la distribución de los libros de texto y los portátiles que "regala" tan generosamente la Consejería de Educación de Andalucía no distinga las posibilidades económicas entre una y otra familia? ¿Tanto dinero sobra que el contribuyente ha de estar ciego y despreocuparse de hacia dónde van sus impuestos? ¿Cómo se puede ser tan frívolo como para gastar -dilapidar- tanto dinero ajeno en políticas tan profundamente injustas? Porque, ese dinero, que va a engrosar al ya más que suficiente de las familias acomodadas, es el que ya no puede dirigirse a las políticas sociales y educativas de las familias que no tienen asegurados sus constitucionales derechos a la educación, a la vivienda o al trabajo.

Con este tipo de políticas, la brecha entre los ricos y los pobres no ha dejado de crecer en los últimos veinte años, también en nuestro país. Y a esta brecha hay que añadir la que se ha producido entre las Comunidades Autónomas -ricas y pobres- en materia económica, educativa y social que ha hecho posible que, por ejemplo, Andalucía "imparable" invierta la mitad por alumno/año que Navarra o País Vasco. Aplíquenlo también a la política sanitaria o a la judicial, porque la brecha no es sólo educativa. De este modo, el derecho a la Educación no está garantizado de igual forma si el sujeto nace en Pamplona o en Almería. En vez de corregir esta brecha cada vez más profunda, las políticas igualitaritaristas, aparentemente progresistas, se tornan profundamente injustas y cargan, precisamente, contras las clases más desfavorecidas. 


Si lo que se desea emprender son políticas educativas que descarguen a las familias de realizar desembolsos onerosos, y más en tiempos de crisis, en materia educativa, dótense a los centros educativos -que no individualmente a las familias- de los recursos -bibliográficos, tecnológicos, humanos...- que lo hagan posible con un menor coste y con mayor eficacia o, si se quiere, establézcanse baremos para financiarlo de manera inversamente proporcional a los ingresos familiares. Además, ¿es verdaderamente necesario regalar un ordenador portátil a cada alumno/a de Ed. Primaria? Lamentablemente, resulta más "espectacular" y más rentable electoralmente, "regalar" a todo el personal, con el dinero del contribuyente, los cheques-libros y los ordenadores portátiles con el anagrama de la Junta de Andalucía. No se puede ser más cegato al implantar este igualitarismo "guay" donde no se valora lo que no se gana con esfuerzo ni se utiliza adecuadamente. Y esto por varios motivos:

a) Los libros de texto son uno de los negocios más florecientes de este país desde la Ley del 70 que los impuso. Algunos se hicieron de oro con este comercio que se dirigía a una población "cautiva" que tenía que comprarlos cada año. Ahora, además, los compra la Consejería asegurando así su supervivencia en un mundo tecnológico que ya podría perfectamente prescindir de ellos si se invirtiera lo suficiente en formación del profesorado -pero por favor no en los CEP por las tardes- y se aseguraran técnicamente los accesos a internet en los centros educativos. El ahorro que supondría acabar con este millonario negocio daría para informatizar con creces todos los centros sin duda. Pero no debe interesar mucho acabar con él desde la Consejería porque el mercado editorial del libro de texto también mueve prensa y radio y ahí ya entrevemos el peligro electoral, además de desprofesionalizar al docente -una forma que tiene el poder de manipular al profesorado y quitarle las claves de sus decisiones profesionales sobre la enseñanza-.

b) Acabar con estas falsas políticas igualitaristas mejoraría la existencia de un potente sistema de becas, tanto para la adquisición de recursos y materiales, como para mantenerse en los estudios cuando las posibilidades sociales o familiares no lo garantizan. Un sistema de becas desde la educación infantil a la universitaria, suficiente y progresivamente supervisado a lo largo de las distintas etapas de acuerdo con los resultados académicos constatados de los alumnos y que pueda contemplar, en los niveles superiores, un sistema de contraprestación de dicho alumnado en forma de servicios sociales y educativos como se realiza en países como Francia. Se premiaría así por un lado el esfuerzo personal y se potenciaría, por el otro, actitudes de servicio a la comunidad que, a la postre, es la que realiza a su vez el esfuerzo económico de posibilitar los estudios a determinados alumnos o alumnas. 

c) La incompetencia de razonamiento matemático de nuestros administradores educativos es proverbial cuando se aplican este tipo de políticas destinadas a dilapidar estúpidamente recursos públicos. Se tiran por la borda millones de euros -en portátiles que no llegarán a los cuatro años de funcionamiento y que muchos se perderán o estropearán en el camino, o en libros de textos innecesarios y sobre los que no se puede escribir, ni subrayar, ni comentar- mientras aspectos básicos de los centros educativos siguen sin cubrir: no existen accesos potentes a internet, ni siquiera en los denominados centros TIC, no existen aulas suficientes en otros -caracolas y demás-, no existen gimnasios o pistas de deporte adecuadas, no existen recursos didácticos bibliográficos, audiovisuales o informáticos suficientes, ni bibliotecas ni laboratorios bien dotados e, incluso, muchos centros están necesitados de reformas arquitectónicas y mobiliario educativo durante años. Ante esta realidad, ¿cómo se puede tener la desfachatez de querernos "vender" electoralmente estas políticas del despilfarro más propias de los nuevos ricos incultos que de los que se quieren identificar con el austero regeneracionismo educativo y social de Giner de los Ríos?

Y por si esto fuera poco, toda la pesadísima burocracia y gestión de estas políticas igualitaristas del libro de texto y de los ordenadores portátiles recaen sobre los centros sin haberles dotado de más personal administrativo, constituyendo, así, un episodio más de la llamada intensificación del puesto laboral del docente, ahora ocupado, no sólo de enseñar, sino también de mediar entre empresas y familias para el arreglo de los portátiles averiados o para gestionar la montaña de papeles que supone la distribución de los cheques libros. Dan ganas de decir que si quieren este tipo de pantomimas educativas deberían ser ellos, los de Torretriana, los que las gestionaran. Al fin y al cabo, las emprenden para mantenerse allí, así que son los más interesados en que funcionen. Los centros "sufrimos" estas políticas y deberíamos denunciarlas y desentendernos de ellas porque, por sí solas, terminarán por fracasar, como ya lo están haciendo, además de empobrecernos.


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