INCOMPETENCIA DE COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
AXIOMA ORNITOLÓGICO DE LANGSAM: Es difícil elevarse como las águilas cuando se trabaja con pavos.
El verano sigue siendo un vivero de incompetencias básicas, no nos defraudan. Acaban de salir unas sorprendentes -por no empezar diciendo barbaridades- INSTRUCCIONES de 30 de junio de 2011, de la D.G. de Ordenación y Evaluación Educativa, para el desarrollo de la competencia comunicativa, que implanta la lectura obligatoria (¡?) en los centros educativos desde infantil a secundaria. Algunas de ellas son para enmarcarlas y reservarlas para una futura Historia Universal de la Memez Educativa. Por ejemplo, la instrucción 3.2 dice textualmente:
En la Educación Primaria y en la Educación Secundaria Obligatoria las programaciones didácticas de todas las áreas, materias o, en su caso, ámbitos incluirán actividades en las que el alumnado deberá leer, escribir y expresarse de forma oral.
¿Cómo se han quedado? Ya que estamos ante una incompetencia comunicativa, una de dos, o el emisor es idiota o bien éste supone que el receptor lo es -o de tres, los dos suponen mutuamente que es el otro el idiota-. Veamos, partamos de que la Educación no es otra cosa que un acto masivo de comunicación verbal -oral y escrita- y no verbal que se produce de manera sistemática e institucionalizada de una generación a la siguiente. Esto, si el emisor no es idiota no debe desconocerlo, por tanto, si ordena una simpleza como la que establece el párrafo precedente al profesorado, es que considera que éste es idiota -profesionalmente hablando claro está-, vamos, que no sabe cuál debe ser su trabajo y, por tanto, no se fía de él, así que tiene que ordenárselo mediante estas instrucciones: que los niños y jóvenes deben leer, escribir y hablar -suponemos que además de otras cosas importantes que también se hacen en la escuela- y, sobre todo, que estas actividades deben contemplarse en los papeles ¡PAPELEEEEESSSS! (Recuerden al Sr. Inspector-Hitler de hace varias entradas). Esto nos llevaría a pensar que la formación inicial del profesorado es un desastre, donde no se enseña a programar actividades de este tipo y por eso el profesorado no las lleva a cabo, y de ahí a por qué la Consejería no la ha reformado desde hace décadas si lo tiene tan claro.
Como todo un colectivo docente no puede desconocer su profesión con tal grado de estupidez -a pesar de que efectivamente la formación inicial tiene amplios márgenes de mejora- y, además, basta pasarse por las clases de nuestras escuelas e institutos para comprobar que los niños y jóvenes están constantemente escribiendo, leyendo y hablando -ojalá hicieran también otras cosas igual de importantes al mismo nivel- sólo nos queda pensar que el emisor de estas instrucciones es un neurótico -profesionalmente hablando claro está- de los papeles, como si lo mejor de la educación o, en este caso, de la animación a la lectura infantil y juvenil, fuera el tener las programaciones bien dispuestas como las quiere la Consejeria.
Ahora bien, lo de que los centros educativos potenciarán programas de lectura en los que participen las familias (¡?) (7ª.1) roza el surrealismo más extremo -si no la desvergüenza- adjudicando de nuevo a la Escuela -otra más- una función que está muy lejos de sus posibilidades reales. Si las familias no leen, antes que nada debería preguntarse la Consejería por qué no lo hacen -con lo entretenidas que las tiene el poder mirando embobadas su propia e infame televisión pública (dios confunda a los de Canal Sur que la pagamos todos) o la escasez de bibliotecas públicas de barrio o la carestía de los libros infantiles y juveniles, por citar tres factores de los más evidentes-. Lo más fácil, desde luego, es adjudicar a la ligera a la Escuela la solución de un problema social -otro- para el que no dispone de instrumentos reales de solución, sólo paños calientes, mientras ellos -el poder- hacen la contraprogramación conveniente para que lo último que le interese a una familia andaluza o española sea precisamente aprender a leer críticamente, empezando por los periódicos y terminando por la televisión, la suya, la nuestra, ¿no les parece?
Riámonos con Quique San Francisco haciendo una crítica a la escuela que vivió y que no está muy lejos de la de ahora en muchos aspectos. ¡Todo un precursor de las competencias básicas! Sobre todo de la de Educación Sexual, ah, que esa no existe, bueno, da igual, total por una más no pasa nada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario