sábado, 28 de diciembre de 2013

Por una inspección educativa independiente.

INCOMPETENCIA DE AUTONOMÍA E INICIATIVA

Un reciente artículo aparecido en prensa pone el dedo en la llaga de uno de los graves problemas que tiene la inspección educativa en Andalucía, especialmente agudizado en la Delegación Territorial de Sevilla, donde precisamente trabajan los dos inspectores autores del citado artículo: la independencia de la función inspectora. Decimos uno de los más graves porque existen más problemas, pero quizás el que se aborda en el artículo sea el cáncer que alimenta a todos los demás. Efectivamente, como ponen de manifiesto sus autores, inspectores de reconocida trayectoria en el sistema educativo andaluz, larga experiencia como docentes y con un prestigio ampliamente adquirido en su labor inspectora, siempre desde posiciones avanzadas y progresistas -no estamos pues ante personas conservadoras, resentidas o recién llegadas-, la inspección educativa está aquejada, desde hace décadas, de una intolerable injerencia política en su labor que le resta la imprescindible independencia de criterio técnico y autonomía de actuación que requiere su importante función en la mejora del sistema educativo.

Merece la pena, sin duda, una lectura atenta del artículo publicado que, suponemos por razones de espacio, no realiza una aproximación más profunda, incluso histórica, del grave problema expuesto a raíz del informe realizado por el Consejo Escolar del Estado en relación con las tareas inspectoras. Hemos de recordar aquí que el problema del control político de la inspección educativa se agudiza en Andalucía tras treinta años de "régimen" en manos del PSoÉ. Y es que, al PSoÉ nunca le gustó la inspección educativa por varios motivos. El primero de ellos porque se encontró con un cuerpo que realmente adoptaba los modos del "comisariado político" de los tiempos de la dictadura y del que desconfiaba, quizás con razón. Un cuerpo más político que técnico cuya misión era el control de las instituciones educativas más que su mejora. En aquellos años de la transición política hubo incluso propuestas de supresión de la inspección educativa al modo de como se suprimieron a los directores por oposición que entonces aún existían en muchos centros.

Paradójicamente, una vez en el poder, el PSoÉ no solo no acabó con la inspección -pudo hacerlo en la LOGSE en 1990- sino que la reinventó como, desgraciadamente, un nuevo cuerpo de "comisarios políticos" pero, esta vez, a su servicio y con sus perfiles. Interesaba más "controlar" la implantación del nuevo sistema educativo, a los centros y a sus claustros, que su mejora. Porque, si se ponen a pensar detenidamente, al PSoÉ, en realidad, nunca le ha interesado la independencia ni la autonomía de nadie, de ningún órgano ni de ninguna institución pública -y este es el segundo de los motivos. Fieles a los viejos presupuestos pseudoestalinistas de la clandestinidad necesitaban hacerse con todos los resortes del poder que permitieran asegurarlo sin sobresaltos en aquellos turbulentos años ochenta del siglo pasado. Luego, una vez asegurado, les gustó instalarse en la seguridad que da no verse zarandeado por una ciudadanía crítica a cada paso. Es lo que tiene el "poder", una vez que se saborea ya no se quiere soltar por muy "demócrata" que se haya sido antes.

Así fue creciendo un cuerpo de inspección, aquí en Andalucía, donde se colocaron a dedo a muchos de sus actuales miembros y, después, se les diseñó oportunamente un procedimiento de acceso para que aparentara cierta legalidad. De este modo, el prestigio profesional, la experiencia docente y la independencia de criterio fueron descartados como valores para su selección e ingreso, configurando un cuerpo "obediente" a los dictados del poder de turno que, aquí en Andalucía, siempre ha sido el mismo, agudizando así el problema de la falta de independencia y de autonomía de la inspección educativa. Quien se movía no salía en la foto. La mayoría, salvo honrosas excepciones -como los autores que valientemente han escrito el artículo mencionado-, se han convertido en instrumentos acríticos de las "políticas" y ocurrencias del consejero de turno, o peor, del delegado o del jefe provincial de inspección de turno, todos ellos nombrados no por sus cualidades profesionales sino por la bovina obediencia al poder que los nombró. Con esos mimbres poco nos podemos sorprender del desprestigio que tienen en la actualidad la mayoría de los inspectores en los centros educativos andaluces. Lo que realmente nos sorprende es que todavía haya en Andalucía, y sobre todo en Sevilla, inspectores con prestigio y coraje como para levantar su voz y demandar lo obvio.

Ahí les dejamos de nuevo, ya que viene a "güevo", el archiconocido vídeo del inspector-hitler supervisando las competencias básicas en las programaciones didácticas, tan parecido a muchos de los que aparecen de vez en cuando por los centros a dar problemas en vez de a resolverlos. 


No hay comentarios:

Publicar un comentario