INCOMPETENCIA DE RAZONAMIENTO MATEMÁTICO
Sí, lo sabemos. Una adecuada financiación no es la única medida para que un sistema educativo sea excelente. Pero sí que una buena y acertada financiación es una condición necesaria, aunque no suficiente, para que un sistema educativo sea de calidad. La calidad no es barata por mucho que algunos vendemotos quieran convencernos. Ahora, sumen, a los problemas enumerados en las anteriores entradas de este blog el que
nuestro país, década tras década, siga por debajo de la media europea en materia de
financiación educativa. Además, si hacemos un análisis a nivel interno, en estos cuarenta años se ha producido una preocupante divergencia entre nuestras CCAA en vez de una necesaria convergencia; unas invierten el doble que otras. No creo que les sorprenda, por ejemplo, que Andalucía invierta por alumno/año la mitad de lo que Navarra o País Vasco. Incluso, en el periodo comprendido entre 2011 y 2016, la inversión bajó en Andalucía en 500 € por alumno/año. A aquellos políticos que, frívolamente, anunciaban hace años que Andalucía sería la nueva Dinamarca europea habría que darles una colleja por mentirnos o por ser unos ignorantes. Es evidente que Dinamarca nos queda muy lejos -no digamos Finlandia-, pero es que ni siquiera nos hemos acercado a Navarra en 40 años.
Acudan a las fuentes que acudan, la evidencia es que Andalucía -y en general España- sufre de una pobre financiación educativa desde hace décadas -no solo desde la crisis de 2008. No vamos a cansarles con más cifras. Pero no se trata tan solo de una escasa inversión en Educación -lo que pone de manifiesto la poca importancia que le conceden nuestros políticos- sino, en muchos casos, de una gestión aún peor de los limitados recursos que se libran. Por ejemplo, en Andalucía, en épocas de bonanza, muchos recursos presupuestarios se han tirado literalmente a la basura -Plan de Calidad, Centros TIC, Escuela 2.0, Planes "Estrella"...-. Recursos, dineros, que, siendo rigurosos, no deberían haberse consignado en el capítulo de Educación de los presupuestos sino en el de las campañas electorales de los partidos. Sucesivos gobiernos socialistas, aquí en Andalucía, lejos de aumentarla, -como es de suponer si atendemos a su "ideario" político- la fueron disminuyendo año tras año, a la vez que se dilapidaban millones de euros en chanchullos y chiringuitos varios. ¿Recortes en Educación? ¡Anda ya! Pero, la verdad es que aquí han recortado TODOS -y todas, doña Susana, este "as" va por usted-.
Desgraciadamente, la actual pandemia parece haberle abierto los ojos a estos políticos cegatos que tenemos y, mal que les pese, han tenido que invertir muchos más recursos para mantener abiertos los centros escolares con un mínimo (?) de seguridad (olvídense de la calidad). Así, el covid-19 ha puesto de manifiesto la escasez de docentes en todas las etapas, unas plantillas muy ajustadas, unos espacios insuficientes y mal adaptados, unos equipamientos obsoletos, una organización escolar que debe reconsiderarse, un currículo inflado, etc. No hay mal que por bien no venga, pero, mucho nos tememos que en cuanto pase este vendaval, y después de los golpecitos de pecho que se darán a sí mismos y las palmaditas que darán en nuestras espaldas, volverán a las andadas y se producirá una nueva bajada de la inversión realizada obligatoriamente durante 2020 y 2021. La excusa ya la tienen pensada, no es muy creativa, se la adelantamos: la crisis económica derivada de la pandemia les "obligará lamentablemente" a ello.
Pero, en el fondo, la pésima financiación no es consecuencia de la pobreza económica de nuestro país, ni siquiera de la pésima gestión de estos inútiles -solo entienden la educación como confrontación política e instrumento electoralista- sino, del escaso valor que la ciudadanía española -y andaluza- le concede a la Educación. Si toda sociedad tiene la educación que se merece nos metemos en un círculo vicioso que acabará por hundirnos a todos; porque la Educación es el mayor motor de cambio social justo que conocemos. La importancia del conocimiento y de la igualdad de oportunidades. La solución se vislumbrará, pues, cuando la sociedad, en su conjunto, considere a la Educación un asunto serio, de primera necesidad para la vida de los ciudadanos, las de sus hijos e hijas, y la de la propia comunidad de pertenencia o país y, a continuación, actúe firmemente exigiendo responsabilidades y compromisos a todos: profesorado, familias, alumnado, clase política y poderes económicos.
Para hacerlo posible, y visto que no podemos esperar gran cosa de nuestros actuales "líderes", se hace necesario recuperar algo parecido a ese espíritu regeneracionista de principios del s. XX. Un regeneracionismo que no arranque, como entonces, del "desastre español de 1898" pero sí del "desastre educativo" que arrastramos desde el final de la Guerra Civil (1939). Un movimiento que sea fuertemente transversal, que aglutine, también como entonces, a conservadores y progregistas, a monárquicos y republicanos, a jóvenes y mayores, a hombres y mujeres, dispuestos todos a encarar, a medio y largo plazo, los múltiples problemas crónicos que padecemos. Todos unidos por la convicción de que solo una buena Educación -docentes suficientes y bien formados, adecuada financiación, currículos para el s.XXI, centros bien construidos y equipados, etc.-, hará posible que el futuro de las nuevas generaciones sea mejor que el nuestro. Sí, es un propósito más exigente que el de limitarnos a acordar el aumento táctico de la financiación educativa, pero constituye la mejor -acaso la única- garantía para lograrlo y hacerlo sostenible en el tiempo. Lo contrario será distopía de la mala. Como la que vemos cada día.
Les dejamos con una pizarra, la del periodista Javier Ruiz, donde se analiza, en breves minutos, qué ha pasado con la inversión pública en Educación desde 2008 hasta 2020. No se la pierdan.
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