COMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER
¿La foto de arriba corresponde a la sala de espera de un aeropuerto? ¿una universidad? ¿un centro de salud? Pues no, es una de las nuevas escuelas de Finlandia. Pero, ¿dónde están las aulas? ¿donde los pasillos carcelarios? ¿dónde los colores grises, tierras y verdosos? ¿Se han vuelto locos estos finlandeses? Parece que no. Siguen preocupados por la educación de sus jóvenes. No contentos con ser uno de los países mejor situados en todas las clasificaciones educativas, consideran que tienen que seguir apostando por mejorar aún más. Como nosotros -¿o no?- tan acostumbrados a los centros carcelarios, tristes, poco acogedores, fríos en invierno, calurosos en verano, muchos desvencijados o sembrados de "caracolas" en los eriales resecos o de cemento de sus patios de "recreo". Aquí, en nuestro país seguimos con la máxima rancia de que para aprender es requisito el esfuerzo, pero no el que se refiere a la adquisición de conocimientos, sino el que tiene que ver con soportar una especie de "condena", concebida como cruel moratoria social de nuestros jóvenes, en condiciones cuanto más inhabitables, rígidas y austeras mejor.
Pero, ¿qué se aprende así? Desde luego no los conocimientos necesarios para una ciudadanía del s. XXI. Lo que aprenden nuestros niños y niñas en las escuelas e institutos es que una serie innumerable de informaciones que han de memorizar al pie de la letra son perfectamente inútiles porque, al menos, el 80% se olvida al curso siguiente -y si no, hagan la prueba, o recuerden cuando fueron estudiantes-; aprenden a que tienen que obedecer porque, supuestamente, el o la profe que les toca cada hora es el único que sabe y ellos no saben nada, y si no están de acuerdo mejor callarse. Aprenden, pues, a memorizar inutilidades sin sentido, obedecer a la "autoridad" aunque sea ignorante, que ellos no saben nada y que se tienen que callar y estar quietos si quieren "sobrevivir" en la institución y salir "indemnes" en unos años. Para aprender eso, evidentemente, no hay nada mejor que un centro carcelario, triste, inhóspito y feo. Está todo muy bien pensado.
Pero, ¿y si quisiéramos que aprendieran otras cosas? ¿Servirían nuestros actuales adefesios carcelarios? Si quisiéramos que aprendieran, por ejemplo, a colaborar con jóvenes de otras edades, que emprendieran proyectos interesantes que no estuvieran separados por áreas o materias, que se aprendiera dentro pero también fuera de la escuela, que fuera posible encontrar espacios donde trabajar aislado, o por parejas, o en grupo, o en gran grupo, que pudieran contactar con docentes y/o profesionales de diferentes especialidades y trabajos de acuerdo a sus intereses, que aprendieran que sus ideas y su voz también son importantes, que no necesitan "sobrevivir" en la escuela, que no deben tener miedo salvo a la ignorancia, que su ritmo y sus necesidades e intereses serán respetados... ¡Ah, si quisiéramos que aprendieran esas cosas no podrían hacerlo en las escuelas e institutos actuales, aunque los pintaran de amarillo y verde fosforito! Habría que cambiar no solo su decoración o la disposición espacial, también los programas, la organización escolar, la forma de conocer y de aprender, la forma de estar en el mundo. Eso es lo que quieren estos locos finlandeses. ¡Serán ilusos! ¡Como si no supiéramos nosotros que el único "conocimiento" verdadero se imparte en nuestras preciosas escuelas e institutos españoles!
EJERCICIO DE AGUDEZA VISUAL. De estas cuatro fotos, dos son de cárceles españolas y otras dos de centros escolares. ¿Podrían distinguirlas? ¿Difícil eh?...
La solución en la próxima entrada.
No hay comentarios:
Publicar un comentario