jueves, 8 de abril de 2021

¡40 años empanados con el mismo currículo! (y II)

 

                          INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                        

 

En fin, como decíamos en la entrada anterior, llevamos un siglo arrastrando, con respecto al currículo enciclopédico, un error de concepto, pero también un grave error de índole práctica: los docentes saben de sobra que, desde hace décadas, es imposible abordar en las escuelas este tipo de currículo de manera honesta, y no solo por falta de tiempo, que ya sería un obstaculo insalvable -salvo que algún político majara decidiera doblar el tiempo escolar de 30 a 60 horas semanales-, sino por el hastío, el abandono y el fracaso escolar que provoca en el alumnado -y también en el profesorado- por falta de ilusión y alternativas creativas e individualizadas. Si seguimos por este camino el currículo oficial y centralizado está condenado a colapsar y cuestionará a la propia institución. Por ejemplo, la actual pandemia ha puesto de manifiesto en España un sensible aumento del movimiento "Escuela en casa" (homeschooling) que ya se observaba en países donde es legal -como EEUU o Reino Unido-. La manipulación, el fracaso y el hartazgo a que conducen esta serie de currículos estatales, y sus problemas de falta de flexibilidad y de atención efectiva a la diversidad del alumnado, suponen -para muchas familias y estudiantes- un motivo para escapar del sistema reglado y rígido de una escuela basada en el modelo industrial del s.XIX. El  homeschooling, sin embargo, escapa del dónde pero no del qué -el alumnado se ha someter a las mismas pruebas que el resto- y lo que necesitamos es escapar, no solo del sitio -escuela/fábrica-, sino sobre todo del qué y cómo se enseña en él. Por tanto, hacen falta alternativas también dentro del propio sistema actual y no solo escapar de él. Unas alternativas que siempre han existido y siguien existiendo hoy, tanto a nivel nacional como internacional, pero que siempre han sido silenciadas o excluidas del discurso político oficial en nuestro país por los sectores más rancios e inmovilistas. 

En el marco de la experimentación de la reforma educativa en Andalucía se propusieron, a finales de los 80, modelos curriculares bien alejados del concepto enciclopédico, pero los "expertos" de entonces, César Coll, Álvaro Marchesi o Elena Martín, entre otros, y los políticos a los que entonces servían obedientes -como siguen haciendo ahora- optaron, como ya sabemos, por la estupidez curricular que supuso la reforma LOGSE, eso sí, menos problemática para venderla políticamente y más barata para financiarla, pero insulsa e incapaz de promover un verdadero cambio educativo como el que se necesitaba entonces, y como el que se sigue necesitando cuarenta años después. Se ignoraron -y sepultaron- entonces las propuestas surgidas de los movimientos del profesorado más renovador y se abortó, de camino, cualquier mejora esencial de su formación inicial. ¡Bien por Marchesi, Coll y Martín! Y genial el sr. Rubalcaba como político socialista que manejaba los hilos y las decisiones en el ministerio de Educación socialista. La frase lapidaria que resumía lo que hiceron entonces estos señores -y parece que vuelven a repetirlo ahora- fue la de: "hagamos un currículo y después formemos al profesorado para que lo entienda". Suponemos que se referían a formarlo en los Centros de Profesorado (?), pero el desprecio que desprendía la frase, anulaba de facto cualquier posible mejora futura. Como así fue.

Ante el fracaso continuo del currículo escolar desde la LOGSE a la LOMLOE, pasando por la LOMCE, lo único que se les ha ocurrido a nuestros políticos de mesa y mantel es parchearlo con soluciones como la de aumentar el horario semanal de las lenguas, las matemáticas y las ciencias hasta ocupar prácticamente la mitad del tiempo disponible sin conseguir por ello mejorar los resultados. Si una cosa es mala, más de lo mismo es peor. Es evidente que la solución no pasa por seguir aumentando las horas lectivas de las áreas instrumentales sino por cambiar el concepto de toda la arquitectura curricular. Estamos convencidos -e ilusionados- de que el s. XXI acabará con la escuela como fábrica y la producción en cadena de "productos" -alumnos y alumnas- estandarizados. Y, también, con los currículos estatales y rígidos que lo hacen posible, salvo que nos adentremos en una suerte de distopía autoritaria -que también podría ocurrir- en la que ya daría igual lo que pasara con la Escuela porque ya no estaríamos hablando de Educación sino de propaganda y adoctrinamiento, y tampoco hablaríamos de Escuela sino de cuarteles o iglesias. Esperemos que no. 

Mientras tanto, convendría ir alumbrando sistemas educativos menos cerrados, más dinámicos y fluidos, más individualizados, donde no puedan meter la mano los políticos mediocres que hoy nos gobiernan y, por tanto, currículos más creativos, diversos y flexibles, así como escuelas sin muros ni aularios estancos, de espacios abiertos y multitarea, integradoras y comunicadas con la sociedad y no al margen de ella. No hace falta partir de cero, hay muchas experiencias realizadas desde hace más de un siglo nacidas de prácticas reales y, a partir de ahí, crear una nueva realidad educativa que acabe con el abandono y el fracaso del alumnado, no porque insistamos en seguir yendo todos al mismo sitio y al mismo tiempo -como en un desfile-, sino porque se acabe de una vez por todas con la uniformidad de metas, de programas, de tiempos y de espacios. 

"Donde hay un maestro, hay una escuela", en seis minutos el gran Peridis nos da una pista de hacia dónde tenemos que caminar para alumbrar un nuevo modo de concebir la Educación basado en la experiencia. No se lo pierdan.

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