domingo, 2 de mayo de 2021

Nuevos modelos educativos: una nueva formación inicial del profesorado

 

                    INCOMPETENCIA DE APRENDER A APRENDER                  

 

Lo hemos destacado en múltiples entradas de este blog: uno de los puntos más débiles de la Educación en nuestro país es la deficiente formación inicial del profesorado no universitario. Un grave problema que arrastramos desde hace décadas y que ninguna "reforma" ha encarado con seriedad. Una lástima. Una lástima porque no hace falta inventar la pólvora, tan solo adoptar medidas que se han demostrado exitosas, a medio y largo plazo, en otros países. Salvando las distancias, tanto históricas como socio-económicas, muchas de estas medidas son perfectamente posibles en nuestra realidad española y andaluza si se tuviera, de verdad, la intención de mejorar nuestro sistema educativo en las próximas décadas. Veamos algunas:

1. Un mismo nivel de formación para el profesorado de infantil, primaria y de secundaria: hoy no tiene sentido defender una menor formación para el profesorado de infantil y primaria. La complejidad de una educación integral, que no exclusivamente disciplinar o académica, exige un alto grado formativo para todas las etapas. Otra cosa será establecer especialidades por etapas, pero no necesariamente por disciplinas. Aspectos como la atención a la diversidad, la educación especial, la investigación educativa, la educación emocional, el manejo de los grupos, etc., son complejos y deben ser abordados por todos los docentes de manera transversal. Esto significa que las titulaciones de origen deben tener para todas las etapas la condición de una maestría -grado+máster- y que, en consecuencia, todos los docentes sean equiparables, de partida, en cualificación profesional, reconocimiento social y prestaciones salariales. Ni siquiera comentamos el desastre que contemplamos en nuestro país en este punto.

2. Es importante una buena selección de los futuros docentes: no tiene sentido que no se garantice, desde el inicio, un buen nivel formativo y un claro compromiso vocacional de los candidatos que desean ser docentes. Es lo que ocurre cuando los grados docentes exigen menor requisito de acceso -notas de corte- que otras titulaciones, como ocurre en nuestro país con infantil y primaria; o lo que ocurre con los docentes de secundaria, la mayoría fruto de una "vocación tardía" ante la falta de otras alternativas más atractivas, a lo que se suma que en sus grados de origen no han cursado créditos de didáctica específica ni realizado prácticas educativas. En Finlandia, por ejemplo, solo el 10% de los que desean formarse como docentes son admitidos en las universidades, tras valorar su expediente académico y superar una entrevista exigente.

3. Resulta clave complementar formación teórica con formación práctica e investigadora desde el inicio de la titulación: Cada semestre formativo del futuro docente debe contemplar un fuerte contacto con la práctica real en aula. Además cada estudiante debe ser guiado por un docente experimentado en cada momento de su formación con un alto componente investigador. Dejar estas prácticas para periodos insuficientes, finales o en manos de profesorado tutor mal seleccionado o poco experimentado, es garantía de una formación deficiente, como ocurre en España y Andalucía. De este modo, debemos descartas "parches" como las actuales prácticas para infantil y primaria, el antiguo CAP, el actual "máster" (fraude) obligatorio para secundaria, o el anunciado MIR para docentes, otra chorrada más para seguir sin hacer las cosas bien.

4. Es imprescindible realizar una fuerte inversión económica que mejore la formación de los nuevos docentes: una buena formación nunca es barata. Contar con los mejores docentes para impartir los grados pedagógicos supone acabar con la habitual selección endogámica de los más "mediocres" en los departamentos universitarios y atraer a profesorado experimentado, investigador y bien formado. Contar con un buen profesorado tutor para las prácticas en aula supone también reconocer su prestigio profesional y pagarlos adecuadamente. Contemplar prácticas "remuneradas" para los estudiantes también supone un desembolso económico. No hay ninguna formación inicial "barata" que sea buena, como ocurre en nuestro país y en tantos otros. 

En resumen, “la calidad de un sistema educativo no puede ser mejor que la calidad de sus docentes”. Este es un famoso aforismo surcoreano que deberían tatuarse algunos en la frente. Ninguna "reforma" educativa española en los últimos 40 años ha abordado, siquiera mínimamente, algunas de las claves antes enunciadas para hacerlo realidad, pero, cuando menos, las podemos reconocer, con más o menos diferencias, en aquellos países que han apostado seriamente por la Educación. En estos temas, existen países serios y países esperpénticos. ¿A qué grupo creen que pertenecemos nosotros? Pues eso. 

El sistema educativo finlandés, uno de los mejores del mundo, carece de servicio de inspección educativa. La confianza en el profesorado es absoluta y tampoco poseen un sistema de evaluación de los docentes en ejercicio. Confiar en los docentes, bien formados, buenos profesionales, parece algo de otro mundo para un país como el nuestro donde la inspección, lejos de ser entendida como un servicio de alto valor técnico y asesor, se ha venido utilizando como especie de "comisariado político" del poder de turno, o para "vender" las consignas en vigor y "controlar" a los docentes díscolos. No obstante, los docentes han sabido, a pesar de todo, capear las "visitas" supervisoras de la inspección como en el siguiente vídeo de José Mota. No se lo pierdan.


 

 

Solución al problema de la entrada anterior:  las dos fotos de la izquierda corresponden a instituciones carcelarias de nuestro país, y las de la derecha a centros educativos.

 

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