INCOMPETENCIA DE COMUNICACIÓN LINGÜÍSTICA
El consejero de educación andaluz, el Sr. Imbroda, ha realizado la semana pasada un balance de los tres años que lleva al frente de dicha consejería. En su alocución, sólo faltó que, al finalizar, se diera besos a sí mismo en público -suponemos que en privado no tendrá reparos- por lo bien que lo había hecho y lo que sabía de la Formación Profesional que nadie sabía; vamos, que nadie sabía que lo supiera. Suponemos que todo fue fruto de una hiperventilación incontrolada. Ya, desde el comienzo de la misma, resultó sumamente notable que repitiera varias veces que su consejería no ha dejado ningún niño atrás. Una afirmación que sólo podríamos comprender si el Sr. Imbroda, impedido por un collarín, nunca hubiera girado la cabeza y mirado a su espalda. Porque, en esta pandemia, e incluso mucho antes, no es que la consejería de educación andaluza haya dejado algún niño atrás, es que ha dejado, cada curso escolar, a MILES de niños y jóvenes abandonados a su suerte (denle un rápido vistazo a las entradas de este blog y verán que no exageramos)
Como decíamos en una entrada anterior, este tipo de discurso es una de las consecuencias de vivir en una realidad paralela, -más propia de programas como Cuarto Milenio de Iker Jiménez-, esto es, la que impone concebir la política -en minúsculas- como mera propaganda barata o como universo compuesto de alucinaciones y psicofonías. Mundos para-lelos a los que, por cierto, parece haberle cogido gusto el Sr. Imbroda. Como si la ciudadanía andaluza fuera menor de edad o iletrada o ambas cosas. Lo triste es que, a lo peor, tiene razón y no existe una ciudadanía andaluza como tal sino una amalgama informe de adultos que piensan y se comportan como críos malcriados, y así nos tratan.
El balance presentado es tan inútil y aburrido que pareciera de extraterrestres pedirle al Sr. Imbroda que, si de lo que se trata es de hacer una rendición de cuentas de su gestión, nada sería más apropiado que comparar cómo encontró la realidad educativa andaluza hace tres años para, a continuación, exponer con datos -y no con eslóganes huecos- cómo la ha dejado después de su "espectacular" liderazgo. Pero, a la vista de la intervención que les hemos enlazado al principio de esta entrada, este habitual procedimiento no parece haberse tenido muy en cuenta. Más al contrario, el Sr. Imbroda se dedica en el vídeo a enlazar, una tras otra, consignas publicitarias sin ningún dato relevante que las sostenga. Además, tampoco parece haberse preparado siquiera su intervención -qué menos- cuando debe tener más de diez asesores/as dispuestos a escribírsela y quedar bien ante el auditorio. En el vídeo parece leer aburridamente a los asistentes una presentación power point que no vemos, pero ellos sí. Debe ser que está embebido en asuntos más urgentes, aunque desconocemos cuáles pueden ser más allá de los que se le encargaron hace tres años. Nada más y nada menos que mejorar la maltrecha educación en Andalucía.
Pero esto es lo que hay, un argumentario compuesto únicamente de consignas: "no hemos dejado ningún niño atrás" -mentira-; "tenemos la mayor plantilla de profesorado, aún con menor número de estudiantes" -media mentira, porque se ha visto obligado a aumentarla por las necesidades de la pandemia-; "nuestro principio básico ha sido la atención a la diversidad" -mentira podría-; "su viceconsejera (?) ha mantenido un diálogo permanente con los sindicatos" -brindis al sol, como si no se hubiera hecho antes de que él o ella llegaran-; "bajar la ratio no es la solución" -mentira torticera-; "hemos impulsado como nunca la transformación digital" -mentira con descaro, ignorando el aumento de la brecha digital; "hemos impulsado un sistema educativo a la altura del s. XXI" -mentira cercana a un delirium tremens-; y así hasta el final del vídeo, sin olvidar -¡cómo no!- una loa final -honor y gloria a la Formación Profesional- que hemos escuchado ya tantas veces que nadie se cree este discurso si no es aportando datos reales, porque recurrir a la supuesta mejora de la FP sigue siendo el manoseado recurso de una consejería que ha perdido el rumbo -y la vergüenza- desde hace décadas.
Sí, es verdad que al Sr. Imbroda le corresponden tan sólo los últimos tres años de este desastre general, pero el tono adoptado no varía un ápice de aquel al que nos tenían acostumbrados sus vergonzantes predecesores, así que, supone un pésimo augurio que el Sr. Imbroda copie estúpidamente tics y estrategias que no sirvieron ni en el pasado cortijero andaluz. Por ahí no, Sr. Imbroda, se equivoca. Podrá Vd. convencer a sus deudos, acólitos y feligreses, pero no al conjunto de los que, a diario, pueblan los centros educativos andaluces. No nos trate como imbéciles para volver al latiguillo del "España va bien" convertido aquí en "Andalucía va bien". Lo que es seguro es que a Vd. y a sus colegas les va mejor que antes, sin duda, pero al resto de los ciudadanos ya le confirmamos que no.
Así que, Sr. Imbroda, evite hiperventilar en presencia de los medios de comunicación, y no se nos venga arriba porque no hay motivos. Sea más humilde y prudente en sus afirmaciones, prepare mejor sus intervenciones públicas, habitúese a pasar sin anunciarse y con traje de camuflaje por los centros escolares y, después, a ver si le quedan ganas de hacer discursitos rimbombantes y amables con su maravillosa gestión. Y no se fie de los que le cuentan milongas en Torretriana, porque no existe ser inteligente en esta tierra que se las trague. No queremos pontificar, y menos darle consejos, pero permítanos recordarle algo que Vd. seguro que sabe, que gobernar no es mentir ni vender motos averiadas, es gestionar la realidad con rigor y honestidad y negociar con las posibilidades reales para perseguir las ideales. Así que, no se confunda ni trate de confundirnos. Y si no sabe dónde va, no se traicione ni nos traicione, váyase y dedíquese a otra cosa de la que sepa algo.
Les dejamos -en estos tiempos de preparación carnavalera, y a pesar de que en Cádiz el asambleario Sr. Kichi haya suprimido los carnavales por decreto hasta el verano- con la conmovedora actuación de la comparsa del grupo La Playa de Conil de la Frontera. Sr. Imbroda, hoy nos convertimos en comparsistas de calle porque las letras de cualquier agrupación carnavalera resultan más honestas, complejas, verdaderas y auténticas que su prescindible discursito.
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